miércoles, 12 de enero de 2011

Nova

A veces me pregunto, Nova, ¿eres capaz de curar?, ¿devolver la vida?, ¿crear una nueva vida? ¿qué Dios cruel te creo, Nova? El destino que te depara es horrible. Odio estar aquí ahora, odio estar frente a ti. Mi Dios también es cruel.

Nova eres hermosa. Una esfera de luz, un punto brillante en medio del sol que es tu aura, un ser de energía infinita confinado en un cuerpo de mujer, la más bella de todas. Tus rasgos son finos, tu silueta exquisita, se confunde tu cabello con la estela que marcas al surcar el cielo. ¡Eres una diosa!

En tu andar errante por el cosmos infinito visitas mundos de dura roca, agua congelada o gaseosos y brillantes. Visitas sus múltiples lunas al saltar de una a otra. El nuboso cielo que los rodea te es cálido. Los paisajes que encuentras son únicos a cada planeta, de gran belleza y misterio. Como tú misma, Nova, que observas con más detención y descubres vida en formas y colores impensados. Erguidos y estáticos inmensos seres, criaturas sencillas deambulando por doquier. No entiendes su mortalidad, qué los hace tan vulnerables. No entiendes por qué en su paso por la vida son capaces de dañina destrucción, contaminación y sufrimiento, del lugar que los vio nacer, que los alimentó, que los protegió de la oscuridad y frío del espacio infinito. Eres la guardiana de estos mundos, a tu cargo está la extinción de millones de razas predadoras de su propio hogar, tus manos cargaron ya el destino de millones más.

Ya no te temo, Nova, hace mucho dejé de ser aquel niño. Parado en la estación espero y cuando es mi turno de mi traje luces se disparan como rayos ondulantes en todas direcciones. Un chirrido metálico emerge y se hace más fuerte. Los brazos mecánicos acercan las partes de mi armadura y una a una se acoplan perfectamente. Algunas partes se atornillan, cables se cruzan, leds se encienden. Vapor blanco sale de todas direcciones del golem que está listo para partir. Dentro me siento flotar entre los rayos de luz, mi cuerpo es liviano y flexible, ¿acaso así sientes al viajar por el espacio, Nova? El interior del robot también es frío, todos lo sentimos en la fábrica. Cientos de golems esperan ser transportados al claro, a la vera de la montaña, a tu encuentro.

Aterrizamos en un descampado que es el lugar perfecto. Nos agrupamos en número pequeño, mientras nuestra líder de escuadrón da instrucciones precisas, comenzar con artillería pesada, rodear a la bruja sin dejar de moverse, refugiarnos en las fallas del terreno y seguir, no activar el detonador atómico sin autorización. Su voz se entrecorta haciendo a la comunicación sombría y fatídica, no es el transmisor que falla, está asustada, teme a la que vendrá. Te teme a ti, Nova, que desciendes desde el sol siendo aún más brillante que éste. Como un meteoro atraviesas nubes a gran velocidad, una estela brillante dibuja tu trayectoria hasta el momento en que te detienes frente a nosotros.

Eres hermosa, Nova, más de lo que imaginé jamás, de lo que podría imaginar cualquiera. Parada ahí nos ves como a niños en un inmenso patio, corriendo en círculos y disparando nuestras armas de juguete, jugando a salvar al mundo, tal vez sólo seamos eso. Balas te rozan, misiles se aproximan a ti. Tu pecho se parte a la mitad y una fuerte luz cobre de inmenso calor escapa quemando todo cuanto que toca, así detienes nuestra artillería. Ahora diriges la luz hacia nosotros, hacia el planeta entero, incinerando soldados descubiertos, tanques y golems, calcinando la tierra, los árboles, las plantas, todo lo que está a tu alcance, el rocío en gotas de esta mañana de invierno se evapora como bruma humeante. Activo mi escudo de energía, la refrigeración del golem casi congela las partes flexibles del robot, ¿puede haber algo más frío que el espacio, Nova? Escapo del foco de tu ataque mientras disparo los misiles que aún tengo, es un golpe certero. Caes de cabeza y en picada golpeando con violencia el suelo. No eres invencible, Nova, la imagen es esperanzadora, el silencio se apodera del momento y del lugar.

Algunos se tientan a festejar, los comunicadores ahora estallan en risas, en insultos y gritos de felicidad, ellos no entienden, aún es demasiado pronto. La tierra se mueve a nuestros pies simulando un temblor, una réplica de la batalla anterior, pero hay algo más, hay alguien más. De la montaña se desprenden enormes rocas que en avalancha caen, y en todas direcciones el suelo se abre en erupción de magma incandescente, mientras, donde quiera que estemos, la tierra se traga a los humanos sobrevivientes en el claro, abriendo y cerrando cráteres de sedimento blando en un momento, bloques de piedra partidos o fallas colapsadas por el temblor que ahora es un terremoto.

Me encuentro atrapado hundiéndome junto a mi golem, antes mi armadura, ahora una prisión que asegura mi muerte. ¿Eres tú, Nova? La tierra bajo mis pies, el planeta entero es tu alimento y te hace más fuerte. Golpeo esa tierra con violencia y en todas direcciones, mi tierra. Los brazos hidráulicos del golem son alimentados directamente por la batería del núcleo principal, así la fuerza generada por cada descarga es inmensa. Golpeo la roca agrietándola, desmoronándola, desarmándola, y a cada golpe el infierno de piedra y lava se calma, el temblor se apacigua, la tierra no sangra fuego de sus cicatrices. ¿Acaso te hiere, Nova?, ¿es dolor lo que sientes? Continúo golpeando el suelo con violencia, aunque ya no esté atrapado. Me agito rápidamente, respiro con dificultad. La ira desencadenada se apodera de mi ser y me ciega. Furibundo azoto una y otra vez sin piedad, ¡sufre, sufre bruja, sufre y muere!

La situación había cambiado. No percibo la velocidad del viento a tiempo, los monitores me lo anuncian pero estoy enceguecido, apenas veo el enorme tronco calcinado al golpear el golem, que me empuja lejos, muy lejos del tornado. Despierto del trance y encuentro el inmenso remolino de aire que todo lo mueve, todo lo arranca de sus cimientos, y todo lo eleva a alturas impensadas. Viene por mí, pero ¿por qué?, ¿acaso soy el único sobreviviente?, ¿nadie más resistió el rugir de tu ira, Nova? No hay respuestas. En mi comunicador sólo un chirrido metálico, un ruido blanco que me aturde, me atemoriza. Cargo el detonador atómico, lo incrusto en la piedra más dura y pesada de todo el claro, una porción maciza de la cordillera misma que debería resistir lo suficiente. En los brazos de mi golem sólo quedaron unas garras como anclas pensadas para escalar, que se disparan unidas a mí por un cable de gran tensión. Activo los propulsores en mi espalda y formando un cuarto de círculo escapo tan alto como me es posible, esquivando escombros y restos humanos, sobrepasando el inmenso remolino. Los cables se cortan pero la fuerza devenida de la tormenta me mantiene un momento más en el aire. A mis pies el ojo del huracán se acerca al punto exacto, ya no me importa dónde está el explosivo o si fue tumbado por tu fuerza, ya no me queda otra alternativa, detono la bomba nuclear.

Desde aquí arriba veo la explosión de luz y humo expandirse. Las ráfagas de tóxico viento se irradian en todas direcciones a miles de kilómetros. Siento el calor incandescente derritiendo todo alrededor de la esfera que es fuego, que arde y quema. ¿Acaso así ves el sol al acercarte, Nova?, ¿cuántos soles visitaste antes de llegar hasta aquí? Mi armadura se derrite, es sólo el esqueleto en carne viva de aquel guerrero armado e imponente. La magnitud de la explosión se deja sentir manteniéndome un momento más en el aire, para luego dejarme caer atravesando nubes de humo oscuro y espeso. Del golem se rompen o desprenden partes que van cayendo conmigo. Logro ver el claro, pero ahora está inundado por aguas limpias y cristalinas cubriéndolo todo, reflejando los ases de luz que escapan al humo. Es un paisaje hermoso, pero triste y lúgubre.

El impacto es violento, de nuevo me hundo rápidamente con el golem como ancla. Con dificultad logro abrir la compuerta, el sistema corta la conexión eléctrica entre las partes del robot que se desarma y dispersa. Con tristeza lo veo descender y perderse en la oscuridad del abismo, con él se marchita el héroe que yo nunca seré. Contengo la respiración. La superficie está muy arriba y sé que intentar subir es en vano. Diviso algo a lo lejos ¿Eres tú, Nova?, ¿ésta es tu sangre, la esencia misma de tu ser, tu estado más puro? Algo me impulsa a seguir hacia el frente, como una voz que me convoca. Lucho contra la marea que me arrastra, contra la respiración que se agota y contra la muerte misma. Pronto veo un cuerpo iluminado en la profundidad. Una mujer desnuda en medio del agua, en medio de la nada. Pareces dormida, Nova, y dormida te ves hermosa. Es tan fácil salvar al mundo ahora. Ya no serás la guardiana de los planetas y las galaxias, es el final para ambos… adiós Nova. El Dios que te depara es cruel y tu destino es horrible. Me odio por estar aquí ahora, me odio por estar frente a ti. Mi destino también es horrible.

* del libro Ernesto Pérez Pascualino y sus cuentos de ciencia-ficción popular

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