sábado, 25 de octubre de 2014

Ya no soy un mutante

Yo no soy un héroe, ya no soy un mutante, ya no soy diferente. Lo sé porque perdí mi factor curativo, así lo siento, porque las heridas en mi cuerpo ahora tardan mucho más que antes en sanar, porque me duele el doble o el triple que antes cada vez que me tropiezo y torpe me golpeo. Ya no tengo la velocidad con que antes me recorría pasillos enteros de la escuela o media cancha para reclamar al árbitro los golpes de mis compañeros, ni me creo capaz de batirme a los puños a los 11 del equipo contrario, ya no soy un ninja, ni un experto en combate. Ya no tengo la fuerza necesaria para levantar cosas muy pesadas y dar una mano, a quien se la pueda dar, por obvias razones ahora elijo a quien dar esa mano y hasta qué medida darla, porque el cuerpo no resiste y se resiente y va a doler mañana, ya no doy muchas manos. Y ya no tengo la astucia, no tengo la inteligencia de entender todo en un momento, de leerme las 10 copias un día antes del examen y aprobar con 10, ya no soy el mutante de intelecto superior, el súper desarrollado, ahora solo me siento superado. Y ya no tengo la facilidad de escribir mil páginas en una semana, de una novela de un millón, de sostener una teoría citando al autor, a quien ya no recuerdo, ya no sorprenden mis ideas, ya no me inspiro al pensar, solo leo y repito, leo y repito, y escribo, para no morir. Ya no soy un mutante, ni un héroe, ni diferente, solo soy uno más del montón, que después de mucho tiempo se da cuenta que siempre lo fui.