jueves, 18 de julio de 2013

A qué le canta Cerati

Caminaba ayer por el centro de la ciudad, pasé por una librería y como todo adepto masoquista a mirar lo que no puedo comprar o no tendría tiempo de leer, entré a saciar esa curiosidad mórbida. Me fui a "de bolsillo, primero, y me di cuenta que mis bolsillos no son aptos al tamaño o al precio de estos libros (aunque no parezca no reniego del precio de los libros, me parece genial que un libro cueste lo que varias cervezas o la entrada de un domingo a la cancha, y que gente aun compre libros, aunque yo ande sin mandarines para hacerlo), caminé entonces por las estanterías, mirando nombre y tapas, y muy a mi pesar, a sabiendas de que no se juzga un libro por su tapa, siempre me detuve por aquellos en los que esa foto o dibujo, o colores en el frente, llamaban mi atención (si, lo admito, soy un simple mortal que se hipnotiza con las luces de colores, con las formas extrañas y los títulos y tapas de libros que no dicen nada) y encontré varios títulos interesantes que de momento no vienen al caso. Para no alargar la entrada y la historia les diré que, momentos antes de irme, y para mi suerte o mala suerte, di con un libro, bastante grande, intuyo caro porque no decía el precio, y con una tapa muy simple, sin título o al menos no lo vi, con la foto de este personaje tan querido ahí, visible e inmortal. Era un libro de Cerati, sin título y en la contratapa solo halagos de distintos diarios o críticos. Lo abrí para ojearlo, la curiosidad no cuenta aquí, era un libro de Cerati y eso bastaba, recorrí algunas páginas que recorrían la etapa Soda Stereo, y rápidamente empezaban con los discos solistas, de lecturas recortadas entendí que era el propio Cerati el que hablaba en las páginas, lo que me emocionó, al parecer era una recopilación de entrevistas y charlas con Gustavo. Así saltando rápido de hoja en hoja como quien ve fotografías (¿mencioné que estaba a punto de irme?) di con un capitulo que no tenía más de dos carillas, después descubrí que había varios de este tipo, el capítulo tenía de nombre "hoy ya no soy yo" título de uno de los temas del disco que realizo Gustavo junto con Merelo, leí algo de lo que decía, empezaba parecido a "nos gustó mucho a hacer este tema porque... ", y después creí leer "lo que dice la letra es..." (hoy no estoy tan seguro de esto último), entonces cerré el libro (ya mismo tenía que irme). Caminaba por el microcentro pensando en el libro, tal vez no todos saben la profunda admiración que siento por el trabajo que hacía y espero algún día vuelva a hacer Gustavo, me gusta su música, me gustan sus letras, en más de una oportunidad un tema de él inspiró una entrada en este blog, y hay un cuento en mi primer libro inspirado en el último tema del último disco que hizo hasta hoy (hablo de Fuerza Natural), y ahora estaba ahí, contando como hizo y que dicen esas letras, ¿cuál sería el problema?, hasta me causa gracia pensar que esta idea provoque una entrada en el blog (al que tengo descuidado, admito). Lo cierto es que, como todo aquel que se precie de escuchar música debería, suelo tomar muchos temas de Gustavo, su fuerza, su ritmo, sus letras, el total de la obra, y darle un significado propio, tal vez único, que de alguna manera representa mi ánimo, mi realidad, mis pensamientos, y ahora estaba ante la oportunidad de saber qué es lo que el artista, en sus propias palabras, quiso contar o transmitir. Esto no se trata de probar si acerté o no, si la percepción del mensaje que tengo es la correcta, se trata de perder, tal vez, esa idea tan cálida y tan fiel que tenés de ese tema que escuchaste, parece que siempre. Que te cuenten como se hace el truco no quita lo mágico me dirán, pero yo creo que es mentira, dejar de creer es un común del crecer, y cada vez que me toco crecer sentí esa pérdida. Perder la magia que estas canciones producen es peor que dejar de creer, es un golpazo de realidad innecesario, ¿quiero entonces saber a qué le canta Cerati?, ahí entendí un poco ese último apuro al salir, por qué cerré de golpe el libro, con el capítulo a medio leer, por qué ni siquiera pregunté el precio y tampoco sé el nombre, por qué estoy escribiendo ahora, cansado de tanta realidad, por mórbida curiosidad, prefiero quedarme con la magia. Tal vez vuelva a la librería, esta vez con mandarines cuidando mis bolsillos, tal vez hasta compre el libro, y tal vez, quien sabe, nunca lo lea.