lunes, 31 de enero de 2011

De modas y cosas por el estilo

Me pase un buen par de horas la otra vez hablando con una amiga sobre modas. Tema del que desconozco mucho así que fue más bien un monologo por parte de ella y un... ¿¡EH!? ... (Con la cara de no entiendo un carajo y rascándome la cabeza). Encontré su charla muy entretenida como me pasa cuando converso con alguien que sabe de lo que habla y demuestra seguridad en lo que dice. Además esta mina tiene facilidad para explicarme las cosas con ejemplos simples (cosa que necesito a veces).
Me di cuenta en esta conversación la complejidad de estar a la moda. Cuantos detalles y accesorios hay (con nombres raros a veces) para poder combinar. Los contrastes con los colores a la hora de vestir. Los estilos de ropa que se pueden usar para una u otra ocasión. Me explico sobre texturas de telas y cosas así aunque no quedo tan en claro porque no teníamos ejemplos de esas telas como para tocar.
Comprendí la importancia de vestir bien y acorde a la situación-lugar en que se encuentra uno. No es que sea un atentado a la moda (que a veces lo soy), visto normal (creo) y no voy de payaso a un funeral, les aseguro. Pero hablar del tema me dio una nueva perspectiva sobre moda y vestimenta, que lo acercan un poco a mi versión romántica de lo que es el arte, algo que tiene que disfrutarse de ver, oír o sentir, y lo alejaron un poco de ese mundillo tan superficial en donde tenía encasillado todo lo que respecta a moda. Siempre se aprenden cosas nuevas creo. Amiga me abriste la mente y la vista a el arte que significa para muchos estar a la moda (bue solo un poquito, siempre voy a ser un desastre para estas cosas).

lunes, 24 de enero de 2011

La necesidad de compartir

A todos (me parece que a todos) nos invade la necesidad de compartir. Aquello que disfrutamos, y creemos que otros pueden disfrutar, es lo que promocionamos ante el mundo (al menos así me sucede, no sé al humilde lector de este blog). Invito a todo el mundo al café literario, a las clases de salsa, a leer esto o escuchar aquel disco, a tomar mates con amigos (cosa que me encanta hacer), a escribir (ojalá todos escribieran, para poder entender que es lo que piensan y sienten). Además me gusta mucho cuando la invitación viene del otro, tratando de hacerme parte de su mundillo de placeres aun a sabiendas de que a mí “esa onda no me va”. Es compartir, siempre compartir. Me siento frente a una computadora ausente de redes sociales, de vídeos graciosos y de chat (me quede sin Internet indefinidamente), frente a un block de notas en blanco, escuchando un recopilado de temas que me gustan, solo a escribir entradas para el blog. Cuando tenga manera de llevar el archivo iré a un cyber o a un amigo a subirlas. Es la necesidad de compartir la que mueve mis dedos y los presiona contra cada tecla. Aunque no sea inmediato, aunque nunca tenga respuestas.

domingo, 23 de enero de 2011

sobre Recordando a Mariana

Una vez leí, en un libro de cuentos de ciencia ficción mexicano, un cuento sobre una computadora capaz de escribir poesía. En realidad el cuento trataba de otra cosa y solo se mencionaba a esta computadora. La idea me pareció genial y quise hacer algo sobre eso, pero que esta computadora no solo ejecute el programa para escribir, sino que también pueda hacer una interpretación al respecto. Mariana está presente en la vida de Gastón y de los narradores de la historia como la musa inspiradora del fragmento de texto interminable, mientras tengan papel para imprimir.

Recordando a Mariana

– Cada vez que recuerdo a Mariana lo hago con menor detalle, creo que son pequeñas cosas las que voy perdiendo, nada más, no es que me olvidé de ella, ¿serán los años?

– Es probable, después de todo, los componentes se desgastan, los módulos de memoria se estropean, además tenemos esa tendencia de borrar registros para almacenar nuevos datos que…

– Está bien, ya basta, todo eso lo sé, de haber necesitado un técnico no habría recurrido a vos. Es obvio que no podemos recordar todo detallado siempre, nadie puede, pero ¿conoces esa sensación de perder algo importante?, como tener una foto cortada o en partes, que sólo muestra una imagen pero no un contexto, algo así como…

– No digas más, me doy cuenta al instante que necesitas consultar los backup's, ¿conoces la fecha o la ocasión?, ¿algún parámetro de búsqueda particular?, puedo consultar en los registros de a uno pero tardaría varios minutos.

– Espera, no hagas nada todavía, ¿podrías dejar de pensar en ceros y unos por un momento? Estoy tratando de resolver algo importante… ya sé, esto es lo que vamos a hacer, voy a planteártelo en tercera persona.

“Mariana despierta esa tarde calurosa de primavera, se levanta de la cama y camina hasta el gran ventanal, repliega las cortinas y un sol naranja ilumina el cuarto hasta el techo. Gastón entra en la habitación totalmente mojado, la fuerte tormenta proveniente del este lo empapó en su caminata matutina, abraza a Mariana que se queja aun enojada, reprocha lo transpirado que está él y se aleja hacia la ventana soltando el elástico de su bombacha marrón, aprisionado entre ambos cachetes de sus nalgas, a Gastón le gusta mucho esa imagen.”

– Eso estuvo muy bien, ¿de donde lo sacaste?, es decir, no te creía capaz de procesar algo como eso.

– No te precipites, si apenas estoy empezando...

– Aunque es una salida muy bien diagramada, y reconozco que sobrepasaste tu código, hay al menos una incongruencia en el fragmento, es decir, Mariana nunca usó una bombacha marrón.

– Tal vez nunca la usó con vos, ahora déjame continuar por favor, creo que estoy logrando algo.

“Esa noche cenaron temprano en la tarde, a la luz de las velas bajo un cielo oscuro y tenue. Mariana vestía de un rojo radiante pero opacado por su rostro, un rostro fino en curvas enmarcadas por sombras de luz lunar y estrellas, que iluminaban de par en par el balcón de la casa. Gastón la admiraba sin excusas y ella se lo permitía ansiosa de ser notada, pero él reconocía esa mirada esquiva e indiferente, sabía que él también estaba equivocado, pero no cedería ante las ideas ridículas de una niña caprichosa, no quería verla. La cena transcurrió en forma normal y serena, rieron por momentos al recordar viejos días y viejas ideas, rieron al verse viejos siendo jóvenes. Decidieron bailar e incluso salir de la casa, irse a una fiesta, algún pub de moda, ver amigos, tomar algunos tragos y bailar, donde sea bailar. Y bailaron dando giros y saltos, rápidos movimientos de un lado a otro, era un vals lento y magníficamente ejecutado por los dos. Mariana se detuvo un instante, corrió presurosa por el pasillo hasta llegar a la puerta y entró a la casa, mientras que una lluvia torrencial bañaba casi por completo a Gastón que sólo tardó un poco más en entrar pero esto bastó para terminar empapado. La demora, como siempre, la ocasionó el auto, ese maldito cacharro se trababa antes de cerrar por completo la puerta. Ella podría haber sugerido de nuevo sacar los viejos equipos del garaje, pero no quería iniciar otra pelea. Ya en la casa los dos encendieron las luces aunque todavía estaba claro, la luz se filtraba por los grandes ventanales y la tarde moría lenta, el paisaje desde el balcón era magnifico, era de un cielo abierto y despejado que mostraba un sol naranja, inmenso en el horizonte y a medio poner. Decidieron continuar el baile que se postergaría más adelante esa noche, pero él estaba traspirado y ella prefirió alejarse.”

– La discusión por los equipos fue tan innecesaria, para mí Mariana tenía razón, somos chatarra inservible, pero también somos el esfuerzo y sacrificio de años de estudio de Gastón, y creo que eso ella nunca lo entendió.

– Yo creo que Gastón hubiese preferido tirarnos, ¿no te parece?, sino de qué le sirvió guardar un ordenador obsoleto corriendo un programa inútil. Estoy un poco enojado, sigo tratando de recordar a Mariana, pero en los fragmentos hay falencias, creo que las peleas fueron en otro lugar y tiempo, los encuentros casuales, los bailes, algo falta, ¿vos te acordás del último día?

“Mariana está furiosa, o es que simplemente no resiste más, siente por dentro que Gastón está cada vez más distante, más dedicado a sus experimentos sobre conducta e inteligencia que a su propia vida, que a su vida juntos. Ha tratado durante meses captar su atención, recuperar su cariño, volver a ser parte de su vida, pero todo es inútil, ambos explotan en conversaciones a gritos fervientes. Mariana lo escucha pero no entiende la obsesión de Gastón, ¿crear el código de ese programa era tan importante para él?, eso de líneas de un lenguaje ensamblado capaz de interactuar, de aprender y crear, capaz de concebir arte en palabras, en prosa, capaz de sentir y expresar lo que siente, era la obsesión de un lunático”

– ¿Estas imprimiendo eso?

– Estoy imprimiendo todo.

“El último día de Mariana y Gastón juntos fue igual a cualquier otro, desayunaron en la cama, aunque la sala estaba toda sucia no les importó, el café con medialunas estaba servido en la mesa y ellos en los sillones. Vieron tele un largo rato, Mariana se quejaba de los programas nocturnos por ser siempre tan repetitivos. Gastón la dejó sola un momento para alistarse, ya casi era hora de su caminata matutina y Mariana tenía que empezar a preparar la cena, entonces ambos coincidieron en la necesidad de verse al menos una hora a la tarde, pasaron los días y esa tarde al fin llegó. Mariana soltó su largo cabello lacio, vestía una musculosa blanca escotada y esa bombacha marrón que a Gastón tanto le gustaba, era el último regalo que la mujer le daría al hombre, no hay como el sexo matutino, no hay como la luna ahí arriba adornada por las estrellas, no hay como Mariana vestida toda de blanco, no hay como su flequillo enrulado. Pronto Gastón recordó algo que nunca dijo, y una vez más esperó oírlo primero de ella, pero las horas pasaron y siguieron viendo tele en silencio, Gastón la dejó sola un momento para alistarse, y lo último que escuchó de ella fue un seco hasta luego, nunca más recordó cómo decir te amo, eso sólo lo decía Mariana.”

– Creo que quedó muy bien.

– Si, está bastante bien, pero tenemos que ser cuidadosos con lo que imprimimos, ya no nos queda mucho papel.

– ¿Crees que Gastón tarde todavía mucho en volver?

– No debería, espero que no, ya pasaron 77 años, igual no podemos parar. Gastón nos dejó la tarea de inventar e inventar y eso es lo que vamos a hacer. ¿Qué te parece si dejamos de lado a Mariana por un rato? El otro día tuve una idea sobre el…

* del libro Ernesto Pérez Pascualino y sus cuentos de ciencia-ficción popular

Envidia

A veces un poco de sana envidia no viene mal. Me pasa en aspectos que me interesan mucho y que no tuve la suerte (dícese tiempo, recursos o ganas) de comprender o de formarme completamente (o al menos hasta el punto en que me gustaría). En particular esta vez es un libro que compre hace casi 4 meses, Témpera Mental de Horacio Fontova. Dicho en pocas palabras es fantástico (o al menos a mí así me parece). Apenas empiezo a leerlo y ya me genera este sentimiento tan ruin. Tiene en su mayoría cuentos muy cortos, con mensajes precisos bien entendibles. En algunas líneas dice tanto que te deja queriendo un poco más de esa historia o de esa reflexión, y de inmediato ataca con otro tema totalmente diferente. En particular leo cuentos y pienso “por qué no se me ocurrió a mí, es un genio”, leo fragmentos que describen cosas y siento que logró algo en esa descripción que intenté sin resultado en muchas oportunidades por mi propia cuenta. Me paso leyendo estos textos y diciendo, como un loco en voz alta, "fantástico" en el mejor de los casos, porque siempre escapa un “es un hijo de puta” (en el mejor sentido, claro), porque lo es, un genio. Te envidio Negro Fontova y no paro de leer tu libro porque sé que algo bueno de esa envidia puede salir.

viernes, 21 de enero de 2011

Menos siesta para mí

No me gusta dormir siesta, critico a la gente que lo hace. El argumento es simple, hay tanto que podemos hacer es ese espacio entre la comida y la cena, además de tomar la merienda claro, visitar a un amigo, ver una película, leer un libro (un capitulo o dos o todo el libro), escribir para el blog, llamar por teléfono para despertar a los que duermen siesta, jugar un juego de mesa, hacer algún deporte (aunque las temperaturas tucumanas no dan muchas opciones), ordenar o desordenar la casa, estudiar (si estudiar), etc… en fin de cuentas, tanto por hacer en esas dulces horas de la siesta (creo que soy un ser más diurno que nocturno) que dormir queda como última opción en mi lista y tachado. A los amigos que no visito hace mucho les advierto, me voy a dar una vueltita a la siesta.

jueves, 20 de enero de 2011

sobre A mis amigos Al, Beto y Fa

Este texto comenzó como muchos otros que escribí, una linda idea al comienzo (hasta el primer punto y aparte) y después nada. No se me ocurría como seguirla así que quedo en pendiente durante algunos meses. Otra vez releyendo viejos escritos encuentro esta pequeña oración y se me ocurre casi todo el resto, excepto el final. Un día me decidí (como sea que salgan) a terminar todos los textos a medio completar que tenía, entre ellos este. El final un poco triste y oscuro, creo que se debe a mi estado de ánimo el día en que lo terminé. La idea esta buena y daba para escribir más aun, pero me gusta como quedo, cortito y sencillo.

A mis amigos Al, Beto y Fa

Compañeros de palabras, amigos de estrofas en tiempos de trovas, letras de este alfabeto de años de hombres, de cinceles, de plumas y teclados, les doy la bienvenida a mi humilde morada. Esta es su casa también, está aquí para ustedes, está aquí por ustedes. Y es que ustedes la construyeron, desde los cimientos, cada ladrillo, cada viga, todos son ideas o sueños concretados en mi vida imaginaria, por palabras y frases, párrafos completos de hojas y hojas, que ustedes me permitieron escribir. Este es mi homenaje, es humilde y es sincero. Solo algunas palabras al aire recitadas sin mayor importancia, en una sala repleta de personajes, de héroes y villanos, de dioses y mortales, provenientes de galaxias y tiempos distantes, que esta noche me acompañan en un brindis como lo han hecho antes, cómo lo harán siempre que me encuentre en este estado de felicidad plena, mientras permanezca en este interminable estado de coma.

* del libro Ernesto Pérez Pascualino y sus cuentos de ciencia-ficción popular

Hacer la diferencia

¿Por qué todo el tiempo tenemos que hacer la diferencia?, qué tiene de malo sentarse a ver una película una tarde, perder el tiempo viendo capítulos archirrepetidos de los Simpson. En esas tardes del más puro ocio me parece que estoy dejando de lado ese suceso inesperado que puede cambiar mi vida para siempre. Ideas como salir a la calle y conocer el amor de mi vida, idear el cuento perfecto, el mejor fragmento de mi novela interminable, aprender eso que voy a necesitar siempre. Siento que dejo de producir al mundo, de cultivarme, de conocer grandes posibles amistades. Me cuesta, a veces, darme ese rato de ocio, aunque no tenga nada de malo, aunque a veces el cuerpo y la mente lo piden a gritos. Quiero escapar de mi persona y disfrutar de esos momentos en standby, sin pensar en la próxima tarea a realizar, algo tan fácil como dejar de escribir ahora…

domingo, 16 de enero de 2011

Para mi negra querida

Boludeando en mi computadora encontré las fotos de mi cumple de 25 años (2010), entre ellas estaba la foto de mi negra querida, mi hermana Myriam. Me pasa, como creo que les pasa a muchos, que a veces siento que no le digo a esta mujer cuanto la quiero. Como todos los hermanos tenemos altas y bajas (ratos de estar bien y otros de no tan bien), y es que somos tan distintos negra que... no sé, los dos somos raros. Solo quiero que sepas morocha que te quiero un montón y que este espacio chiquito en mi blog es solo para vos.

sobre El callejón de los vivos

Cuando comencé a escribir El callejón de los vivos tenía la idea de hacer un cuento sobre zombies (me gustan los zombies). Hice los primeros dos párrafos (los más ambiguos creo) y después no se me ocurría como seguir el cuento. Quedo en pendiente como un mes hasta que un día leyendo lo que había escrito últimamente encontré ese bosquejo de cuento y me decidí a terminarlo. Este escrito fue el primero en el cual me animé hacer una crítica social en un cuento de ficción. Tiene varias formas de entenderse, como descubrí en una conversación con una amiga que encontró un sentido muy distinto al propuesto por mí, y creo que deja un mensaje importante a quien quiera entenderlo.

El callejón de los vivos

La lucha de los muertos comenzó una tarde de verano, de un verano muy caluroso.

Algunos dirán que la carne de los muertos, en constante descomposición, emana un hedor rancio, obsceno en cierta medida, yo lo siento acorde a su decadente existencia, sucios y maltrechos. Los días de los muertos no son eternos como se cree popularmente, y estos hombres, como raza no como género, morían, lento pero inevitablemente morían.

El callejón de los vivos estaba rebosante de vida esa tarde. Los muertos son vivos un lunes aquí, un jueves allá o un sábado en otro lugar. Ellos son mayoría, pero representan fiel los sobrantes de una sociedad y un mundo de dioses auto impuestos.

Los muertos, como vivos dioses, sobreviven a pan y agua que ellos mismos consiguen sin mendigar. Reciclan sustento de la basura, cultivan alimento en la tierra árida, soportan frío y calor intenso en noches de escaso sueño. Son tentados y heridos por los flagelos del mundo, como los dioses, vivos o no, y aunque parece que la escala o el grado es menor, la carne es la misma en la ciudad y en los suburbios. Creo que se sufre siempre que se deja de ser vivo.

Los dioses caminaban por “el callejón de los vivos”, una peatonal de lunes y miércoles. Ellos impusieron el nombre en un acuerdo tácito, sólo de dioses, que responde a una frase simple “éstos son unos vivos, mira lo que quieren venderme”. Porque los dioses, amparados en el poder de su moneda, menosprecian ofrendas simples de muertos que creen vivos. Son dioses arrogantes, avaros y codiciosos, no sé muy bien por qué van a la feria de todas maneras, pero ahí están, consultando puesto por puesto, regateando monedas del vuelto, provocando la disputa de esa tarde.

Dos muertos se enfrentan en una lucha campal, más puesteros, amigos o clientes, se suman a la trifulca en ambos bandos. El motivo se ha olvidado, sólo queda la bronca y el orgullo. ¿Por qué muertos semejantes se enfrentan? Semejantes en el día a día, en historias de vida y en origen. ¿Por qué pelean entre sí? Los que antaño fueran amigos de años, compañeros de puestos en distintas ferias. No hay que ser un vivo para entender la importancia del sustento. Las trabas que la sociedad le pone al pan, en su largo viaje hasta la boca, es motivo suficiente para romperse la mandíbula. Y aunque después no puedas comer, siempre habrá una boca más pequeña que alimentar. Es lo que los dioses vivos no entienden, quitarle a un muerto un pedazo de comida genera muerte. Pero el mundo gira, llega la policía y las noticias, todo se calma. Entonces los vivos y los muertos comienzan a preguntarse ¿por qué? No hay culpables, o los culpables somos todos.

* del libro Ernesto Pérez Pascualino y sus cuentos de ciencia-ficción popular

jueves, 13 de enero de 2011

Firme en mis decisiones

Qué difícil es mantener a veces una decisión, aunque la alternativa te dañe y sepas que lo mejor es olvidar, dejar o irte. Como cuesta mentirle al corazón que eso que querés ya no lo querés. Es más bien una idea en tu cabeza que te dice "basta que te hace daño". Son dos mundos tan distanciados. Por un lado, el sentir que cuando estas en aquel lugar o con esa persona todo está bien, por otro lado, el saber que nada está bien y que solo estas alargando lo inevitable. Y en el medio nos quedamos los que sentimos con el corazón y pensamos con la mente, nos quedamos en medio de la nada desilusionados pensando y pensando cual fue el error. La difícil decisión se mantiene. Renuncio en adelante a todo lo que me hace mal, es la decisión más lógica que puedo tener, y está cargada de fuertes sentimientos. Tal vez uniendo ambos caballitos de batalla pueda conseguir mantenerme firme.

miércoles, 12 de enero de 2011

sobre Nova

Nova es el primer cuento de ciencia ficción (creo que lo puedo considerar así) del cual sentí orgullo por hacer y compartir. Criticado un poco por la complejidad en su lectura (por entonces casi no usaba signos de puntuación) fue bien recibido por los chicos del café literario y hasta mencionado un par de veces en conversaciones sobre nuestros escritos. Del contenido me gusta esa idea de que la tecnología se enfrente en una contienda con fuerzas de la naturaleza por el derecho de habitar la tierra. Tiene un mensaje ecologista que, creo, está bien disimulado con esas escenas de acción que me encanto relatar. El primer escrito en el blog tenía que ser Nova y esta entrada tenía que comenzar con la palabra Nova y terminar con la palabra Nova.

Nova

A veces me pregunto, Nova, ¿eres capaz de curar?, ¿devolver la vida?, ¿crear una nueva vida? ¿qué Dios cruel te creo, Nova? El destino que te depara es horrible. Odio estar aquí ahora, odio estar frente a ti. Mi Dios también es cruel.

Nova eres hermosa. Una esfera de luz, un punto brillante en medio del sol que es tu aura, un ser de energía infinita confinado en un cuerpo de mujer, la más bella de todas. Tus rasgos son finos, tu silueta exquisita, se confunde tu cabello con la estela que marcas al surcar el cielo. ¡Eres una diosa!

En tu andar errante por el cosmos infinito visitas mundos de dura roca, agua congelada o gaseosos y brillantes. Visitas sus múltiples lunas al saltar de una a otra. El nuboso cielo que los rodea te es cálido. Los paisajes que encuentras son únicos a cada planeta, de gran belleza y misterio. Como tú misma, Nova, que observas con más detención y descubres vida en formas y colores impensados. Erguidos y estáticos inmensos seres, criaturas sencillas deambulando por doquier. No entiendes su mortalidad, qué los hace tan vulnerables. No entiendes por qué en su paso por la vida son capaces de dañina destrucción, contaminación y sufrimiento, del lugar que los vio nacer, que los alimentó, que los protegió de la oscuridad y frío del espacio infinito. Eres la guardiana de estos mundos, a tu cargo está la extinción de millones de razas predadoras de su propio hogar, tus manos cargaron ya el destino de millones más.

Ya no te temo, Nova, hace mucho dejé de ser aquel niño. Parado en la estación espero y cuando es mi turno de mi traje luces se disparan como rayos ondulantes en todas direcciones. Un chirrido metálico emerge y se hace más fuerte. Los brazos mecánicos acercan las partes de mi armadura y una a una se acoplan perfectamente. Algunas partes se atornillan, cables se cruzan, leds se encienden. Vapor blanco sale de todas direcciones del golem que está listo para partir. Dentro me siento flotar entre los rayos de luz, mi cuerpo es liviano y flexible, ¿acaso así sientes al viajar por el espacio, Nova? El interior del robot también es frío, todos lo sentimos en la fábrica. Cientos de golems esperan ser transportados al claro, a la vera de la montaña, a tu encuentro.

Aterrizamos en un descampado que es el lugar perfecto. Nos agrupamos en número pequeño, mientras nuestra líder de escuadrón da instrucciones precisas, comenzar con artillería pesada, rodear a la bruja sin dejar de moverse, refugiarnos en las fallas del terreno y seguir, no activar el detonador atómico sin autorización. Su voz se entrecorta haciendo a la comunicación sombría y fatídica, no es el transmisor que falla, está asustada, teme a la que vendrá. Te teme a ti, Nova, que desciendes desde el sol siendo aún más brillante que éste. Como un meteoro atraviesas nubes a gran velocidad, una estela brillante dibuja tu trayectoria hasta el momento en que te detienes frente a nosotros.

Eres hermosa, Nova, más de lo que imaginé jamás, de lo que podría imaginar cualquiera. Parada ahí nos ves como a niños en un inmenso patio, corriendo en círculos y disparando nuestras armas de juguete, jugando a salvar al mundo, tal vez sólo seamos eso. Balas te rozan, misiles se aproximan a ti. Tu pecho se parte a la mitad y una fuerte luz cobre de inmenso calor escapa quemando todo cuanto que toca, así detienes nuestra artillería. Ahora diriges la luz hacia nosotros, hacia el planeta entero, incinerando soldados descubiertos, tanques y golems, calcinando la tierra, los árboles, las plantas, todo lo que está a tu alcance, el rocío en gotas de esta mañana de invierno se evapora como bruma humeante. Activo mi escudo de energía, la refrigeración del golem casi congela las partes flexibles del robot, ¿puede haber algo más frío que el espacio, Nova? Escapo del foco de tu ataque mientras disparo los misiles que aún tengo, es un golpe certero. Caes de cabeza y en picada golpeando con violencia el suelo. No eres invencible, Nova, la imagen es esperanzadora, el silencio se apodera del momento y del lugar.

Algunos se tientan a festejar, los comunicadores ahora estallan en risas, en insultos y gritos de felicidad, ellos no entienden, aún es demasiado pronto. La tierra se mueve a nuestros pies simulando un temblor, una réplica de la batalla anterior, pero hay algo más, hay alguien más. De la montaña se desprenden enormes rocas que en avalancha caen, y en todas direcciones el suelo se abre en erupción de magma incandescente, mientras, donde quiera que estemos, la tierra se traga a los humanos sobrevivientes en el claro, abriendo y cerrando cráteres de sedimento blando en un momento, bloques de piedra partidos o fallas colapsadas por el temblor que ahora es un terremoto.

Me encuentro atrapado hundiéndome junto a mi golem, antes mi armadura, ahora una prisión que asegura mi muerte. ¿Eres tú, Nova? La tierra bajo mis pies, el planeta entero es tu alimento y te hace más fuerte. Golpeo esa tierra con violencia y en todas direcciones, mi tierra. Los brazos hidráulicos del golem son alimentados directamente por la batería del núcleo principal, así la fuerza generada por cada descarga es inmensa. Golpeo la roca agrietándola, desmoronándola, desarmándola, y a cada golpe el infierno de piedra y lava se calma, el temblor se apacigua, la tierra no sangra fuego de sus cicatrices. ¿Acaso te hiere, Nova?, ¿es dolor lo que sientes? Continúo golpeando el suelo con violencia, aunque ya no esté atrapado. Me agito rápidamente, respiro con dificultad. La ira desencadenada se apodera de mi ser y me ciega. Furibundo azoto una y otra vez sin piedad, ¡sufre, sufre bruja, sufre y muere!

La situación había cambiado. No percibo la velocidad del viento a tiempo, los monitores me lo anuncian pero estoy enceguecido, apenas veo el enorme tronco calcinado al golpear el golem, que me empuja lejos, muy lejos del tornado. Despierto del trance y encuentro el inmenso remolino de aire que todo lo mueve, todo lo arranca de sus cimientos, y todo lo eleva a alturas impensadas. Viene por mí, pero ¿por qué?, ¿acaso soy el único sobreviviente?, ¿nadie más resistió el rugir de tu ira, Nova? No hay respuestas. En mi comunicador sólo un chirrido metálico, un ruido blanco que me aturde, me atemoriza. Cargo el detonador atómico, lo incrusto en la piedra más dura y pesada de todo el claro, una porción maciza de la cordillera misma que debería resistir lo suficiente. En los brazos de mi golem sólo quedaron unas garras como anclas pensadas para escalar, que se disparan unidas a mí por un cable de gran tensión. Activo los propulsores en mi espalda y formando un cuarto de círculo escapo tan alto como me es posible, esquivando escombros y restos humanos, sobrepasando el inmenso remolino. Los cables se cortan pero la fuerza devenida de la tormenta me mantiene un momento más en el aire. A mis pies el ojo del huracán se acerca al punto exacto, ya no me importa dónde está el explosivo o si fue tumbado por tu fuerza, ya no me queda otra alternativa, detono la bomba nuclear.

Desde aquí arriba veo la explosión de luz y humo expandirse. Las ráfagas de tóxico viento se irradian en todas direcciones a miles de kilómetros. Siento el calor incandescente derritiendo todo alrededor de la esfera que es fuego, que arde y quema. ¿Acaso así ves el sol al acercarte, Nova?, ¿cuántos soles visitaste antes de llegar hasta aquí? Mi armadura se derrite, es sólo el esqueleto en carne viva de aquel guerrero armado e imponente. La magnitud de la explosión se deja sentir manteniéndome un momento más en el aire, para luego dejarme caer atravesando nubes de humo oscuro y espeso. Del golem se rompen o desprenden partes que van cayendo conmigo. Logro ver el claro, pero ahora está inundado por aguas limpias y cristalinas cubriéndolo todo, reflejando los ases de luz que escapan al humo. Es un paisaje hermoso, pero triste y lúgubre.

El impacto es violento, de nuevo me hundo rápidamente con el golem como ancla. Con dificultad logro abrir la compuerta, el sistema corta la conexión eléctrica entre las partes del robot que se desarma y dispersa. Con tristeza lo veo descender y perderse en la oscuridad del abismo, con él se marchita el héroe que yo nunca seré. Contengo la respiración. La superficie está muy arriba y sé que intentar subir es en vano. Diviso algo a lo lejos ¿Eres tú, Nova?, ¿ésta es tu sangre, la esencia misma de tu ser, tu estado más puro? Algo me impulsa a seguir hacia el frente, como una voz que me convoca. Lucho contra la marea que me arrastra, contra la respiración que se agota y contra la muerte misma. Pronto veo un cuerpo iluminado en la profundidad. Una mujer desnuda en medio del agua, en medio de la nada. Pareces dormida, Nova, y dormida te ves hermosa. Es tan fácil salvar al mundo ahora. Ya no serás la guardiana de los planetas y las galaxias, es el final para ambos… adiós Nova. El Dios que te depara es cruel y tu destino es horrible. Me odio por estar aquí ahora, me odio por estar frente a ti. Mi destino también es horrible.

* del libro Ernesto Pérez Pascualino y sus cuentos de ciencia-ficción popular

Gabriela

Me gustan los gatos. Creo que son las mascotas más sinceras del reino animal. En mi casa tenemos una gatita de mascota, se llama Gabriela pero todos le decimos Gaby. La mina te busca cuando quiere agua o comida o que le hagan cariño. Le chupa un huevo si estas o no estás en casa. Tiene de vos lo que necesita y cuando no te necesita ignora que existís, simple como eso. La verdad no sé por qué me gustan los gatos como mascotas. Cualquier analogía con el hombre es pura coincidencia.

Zzz

Seguro se preguntaron alguna vez porque se usa la z en las caricaturas para representar que una persona está durmiendo. Googleando encuentro, después de una búsqueda no muy exhaustiva, en Yahoo! Respuestas, que es por el sonido que algunos hacen al dormir, que es parecido al de una z. Me parece una respuesta más que lógica y quedo conforme, aunque no tenga antecedentes como el de la primera vez que se usó y quien lo hizo.

Lo cierto es que me hubiera gustado leer por ahí que se usa porque es la última letra del alfabeto y dormir es el último estado de la vida antes de la muerte. Que fue un capricho de un príncipe de Francia tal vez, que lo exigió en alguna de sus pinturas. Que data de tiempos remotos y puede verse en pinturas rupestres en África o Europa, o algo un poco más interesante. Parece que no todos los datos curiosos de cosas comunes pueden tener ese romanticismo que me gusta leer a veces.

martes, 11 de enero de 2011

Ideas sueltas

La primera entrada al blog tenía que ser una idea suelta. El blog está muy en construcción aun pero me urgió la necesidad estrenar este espacio para escribir pensamientos y reflexiones que quiero compartir con los lectores. En adelante se podrán consultar algunas fotos y videos, y sobre todo (para mí el motivo de armar el blog) mis escritos. Como toda persona que disfruta de un hobby, y quiere compartir esa alegría con todo el mundo, yo disfruto de escribir pensamientos, aflicciones, textos muy personales o ficticios, lo que me viene a la mente y tiene algún sentido lo expreso en el papel y ahora espero poder publicarlo aquí.

Como incitaba en un comienzo, la primera entrada tenía que ser una idea suelta, y esto se vino a mi mente mientras escribía-re-escribía un capítulo de mi novela interminable. Pensé “quien me creo yo para emprender un proyecto tan grande como escribir una novela. No tengo casi educación literaria (excepto por algunos pocos libros leídos en mis 25 años), desconozco el uso muchos de recursos que tiene la palabra escrita, muchas veces ni siquiera sé si lo que escribo pueden entenderlo los demás”. Estas ideas duran lo que demoro en ir al baño antes de volver a sentarme frente a mi computadora. La conclusión siempre es la misma, voy a escribir mientas hacerlo me divierta, después, siempre hay algo más para hacer.