sábado, 25 de junio de 2022

Videollamada

– …la mamá está haciendo los tramites de la jubilación, esta mañana la acompañé al banco y después al Anses a presentar unos papeles, yo me volví para poder llamarte, es más o menos el mismo lio que tuvimos que hacer con vos.

– Nah, yo fui con la mamá cuando le dimos de alta, ahí dan un montón de vueltas para entregarte una constancia y no te dicen a donde tenés que ir después. ¿y cómo se porta Gutiérrez?

– Ese gato de mierda, la semana que te llevamos no paraba de maullar, toda la noche meau meau, hasta se quejaron los vecinos. Me tuve que pasar a tu pieza a dormir ahí para que se calle, no lo podía traer a la mía porque es más chica y no entramos.

– Pobrecito el Señor Gutiérrez, lo extraño una banda sabés, bah a vos también, a la mamá y a Ramiro, quiero volver a la casa, estoy cansada de estar aquí, nos dejan salir solo un rato a la tarde, no conozco a nadie para conversar y por las pastillas que me dan quedo medio boba.

– Que embole hermana, pero vos concentrate en ponerte bien así te dejen volver, aquí todos te esperamos. Es más, el otro día vino Ramiro a pasar la tarde, me confundió con vos y casi me saluda con un beso en la boca, es que estaba usando la polera rosa esa que era tuya, es más, me probé varias camperitas y jeans que tenés en el armario, ¿podes creer que me quedan? Debo haber bajado unos tres kilos.

– ¿Y qué te dijo Ramiro?

– Nada, lo de siempre, te manda saludos y espera que te mejores, era que iba a pasar un rato a la tarde, pero al final se quedó a comer, la mamá abrió uno de esos vinos caros que tenía el papá en la vinoteca, esos que no abre ni cuando cumplimos años, yo cociné unos fideos con salsa y estuvimos hasta las doce más o menos en la mesa, ese Ramiro cuando empieza a hablar cagadas no lo podés parar, la mamá lloraba de la risa, después ella se fue a dormir, Ramiro se debe haber quedado hasta las cuatro de la mañana, no sé cómo habrá hecho levantarse a trabajar ese día.

– Que bueno que no estén tristes.

– Si estamos, cada uno se va adaptando como puede ahora que no estás en la casa. La mamá el otro día… – la videollamada comienza a entrecortarse, la imagen se queda estática por momentos, después se pone todo en negro – … y yo le decía que no se ponga así, que vos sos fuerte y vas a salir porque…

– ¿Quién sos vos?

– ¿Qué?, uh vos con tus bromas, se me corto recién un poquito a mí, pero pensaba que vos me seguías escuchando.

– ¿Quién mierda sos vos?

– Julieta soy tu hermana, Laura, no hagas esas bromas que después no te van a dejar salir de ahí.

– Vos no sos mi hermana.

– Julieta soy tu hermana.

– No, mi hermana tiene el pelo negro, tiene otro color de ojos, es parecida a mí, somos mellizas, vos tenés puesta la misma ropa que ella, pero no sos mi hermana.

– Julieta soy tu hermana, dejá de boludear.

– No, no sos mi hermana.

– Julieta soy tu hermana, a ver, preguntame algo.

– ¿Cuándo es nuestro cum…?

– El 5 de octubre.

– ¿Cuál es el segundo nombre de la mamá?

– Raquel, pero no le gusta así que no le cuentes al doctor.

– No no, no puede ser… ¿Cuándo lo compramos a Gutiérrez?

– No lo compramos, vos lo encontraste en la vereda un día cuando volvíamos del colegio, ¿Julieta estas bien?

– No no no, no, no, vos no sos mi hermana.

– Julieta basta, soy tu hermana.

– No, vos no sos mi hermana – se golpea la cabeza con una mano – vos no sos mi hermana, ¿porque estás haciendo esto?, vos no sos mi hermana – de espaldas a la pantalla comienza a golpear la puerta de entrada al salón audiovisual – ¡doctor, doctor! – el doctor y dos enfermeros entran.

– ¿Julieta estas bien?, Julieta.

– ¿Laura? – vuelve a mirar la pantalla – Laura sos vos, ¿Quién era la otra chica?, recién no estabas vos, estaba una de pelo rojo, tenía puesta tu ropa, pero no eras vos, ¿quién era la otra chica? – comienza a sacudir la pantalla con ambas manos – Laura ¿quién era la otra chica?

– Doctor, doctor ¿qué le pasa?

– Está teniendo un episodio, le vamos a poner un calmante para que se tranquilice.

– ¿Quién era la otra chica?, ¡Laura!... ¡Laura, ¿quién era la otra chica?!

– Ay no, ¿cómo es eso de un episodio, va a estar bien?

– Si, ahí los enfermeros la llevan a su pieza, ya nos hacemos cargo nosotros, lamento que haya tenido que ver todo esto.

– No, no se preocupe doctor, yo solo quiero que mi hermana se mejore.

viernes, 17 de junio de 2022

Lo desconocido

– Mirá cuantos autos hay ahí parados, me parece que está cortada la calle, por eso debe ser el humo que se veía…

Roque dobla a la derecha en Avenida Mate de Luna y Sargento Cabral. El león en el tablero aprueba con la cabeza el desvió. La luz baja de otros autos lo siguen en el espejo retrovisor. Laura sigue hablando.

– … cierto, no te conté, no sabés lo que gastó Mariela cuando se divorció de su marido. Me contó que es un montón de plata, entre el abogado de ella, el de él, los papeles que tienen que presentar en el registro, ni te imaginás, en plata de ahora es un montón. No conviene, para nada conviene que lo hagamos primero…

Roque no ve el lomo de burro a tiempo, frena de golpe pero igual lo sobrepasa fuerte. El león en el tablero salta hacia la derecha. Roque trata de ubicarse en la zona, si estaba en Villa Luján, entonces la plaza que acaba de pasar es la Primero de Mayo. Acomoda el león de nuevo en medio del tablero, que agradece bajando la cabeza como los japoneses. Uno de los cuatro autos en el retrovisor dobla a la izquierda y se pierde.

– mejor sigamos así unos dos meses más, vos quedate en la pieza de la empleada, total ya cama adentro no se contrata a nadie. Yo te voy ayudando a armar las cajas con tus cosas, dejamos la plata de las vacaciones para que puedas pagar el depósito y vamos buscando un departamento cerca de tu trabajo, uno con dos piezas para que puedas llevarte todo…

Una kermes ocupa la calle de la Parroquia San Martín de Porres. Roque cree que es esa parroquia, aunque estaba seguro de que quedaba en el cruce de San Martín y Castro Barro. Tiene que dar marcha atrás igual que los dos autos que tiene en el espejo retrovisor, muerde el cordón de la vereda y el tigre en el tablero queda de cabeza frente al volante. La calle ahora es de tierra, Roque acomoda el tigre en medio de tablero que festeja agitando la cabeza. Todo el auto tiembla un poco.

– igual, si te quedan cosas, yo las puedo guardar en el armario del quincho, lo que sea para que hagamos esto bien. Con la Camilita arreglamos. Mi vieja va a venir a quedarse conmigo, cuando vos te vayas, para cuidarla. Yo ya hablé con ella y le dije que cuando vos la quieras sacar a pasear, o que se quede en tu departamento, si tenés espacio, ella no tiene que decir ni pío. ¿Escuchame? Tu departamento, ya te estoy haciendo mudado. Yo, la verdad, no veo la hora de que nos separemos. ¿A vos te pasa así también?...

Llegan a un cruce que está inundado por una cloaca rota, la calle es de tierra y todo el camino está hecho barro. La intersección no tiene carteles con el nombre y Roque no sabe bien donde está. En el retrovisor no se ve ningún auto, hacen marcha atrás y pisan un bache camuflado por el agua, el tigre en el tablero salta hacia adelante chocando el vidrio del parabrisas. Roque vuelve hasta un pasaje a media cuadra y gira a la izquierda. Un cartel pegado en la pared de una casa dice Pasaje sin Nombre. Roque acomoda el tigre en medio del tablero que asiente preocupado.

– … che, que feo que está por acá… Roque ¿vos tenés idea de donde estamos?

Roque avanza por el pasaje, no hay luces de calle, solo la luz de la vereda de las casas ilumina el camino. En el retrovisor no hay nada. El tigre en el tablero ya no mueve la cabeza. El final del pasaje está oscuro, Roque sigue hacia adelante, en silencio, aunque el camino lo conduzca a lo desconocido.

martes, 14 de junio de 2022

Tereso

Gutiérrez se ensució de nuevo la cola haciendo la caca. Ya está viejito, sus maullidos son roncos y de noche tira los libros y el vaso de agua de la mesa de luz cuando apago todo. No puedo dejarlo andar así, con ese pedazo de caca sin cortar agarrado del ano, se va a sentar en el escritorio de la computadora o va a subirse a la cama y va a dejar todo sucio.

Yo tengo a mano papel higiénico para estos casos, lo llamo como cuando estoy por aumentarle al plato de alimento y ahí lo agarro, lo subo a mis rodillas y lo detengo con el antebrazo, con esa misma mano le levanto la cola y con la otra lo limpio, siempre da problemas.

Así debe haber pasado mi viejo internado, después del segundo infarto cerebral, meando y cagando en un pañal, teniendo que ser lavado y cambiado por un enfermero, el que tan orgulloso estaba de su independencia, de no tener que darle las gracias a nadie.

– Usted también es muy independiente ¿verdad Gutiérrez?, sale de la casa cuando quiere, vuelve cuando le da la gana, no me tiene que pedir permiso ni explicarme nada, a ver, venga venga, quietito.

Le limpio la cola, le doy forma de cono al papel higiénico con los dedos, agarro el pedacito de caca, lo aprieto y lo tiro hacia afuera. Gutiérrez hace un maullido repentino, da vuelta la cabeza y me muerde el antebrazo. Del susto lo suelto, salta al piso, después a la cama y a la ventana. Se queda parado en el marco mirándome y cuando lo llamo para acariciarle la nuca, para explicarle lo que había hecho y que no tenía que tener miedo, salta al patio de afuera.

Los enfermeros me decían, las últimas semanas, que cada día se hacía más difícil tratar con el viejo. Que tenía mucha fuerza y lo agarraban entre dos para poder limpiarlo, que lo ataban cuando estaba muy inquieto y entonces él los escupía y los puteaba, que le aumentaban el goteo del suero con los calmantes para que se duerma, pero a veces se confiaban y a alguno se le escapa un brazo y el otro terminaba recibiendo una piña en estómago. Era bravo el viejo, estando sano, no se andaba con vueltas y a la primera de cambio te clavaba una bomba en la cara.

Busco a Gutiérrez en el patio. Encontró una bolsita de helado de palito en el suelo y le tira arañazos como si fuera una ratita color vainilla. Me escucha que lo llamo, que muevo como sonajero el plato de alimento pero lo ignora. Por momentos Gutiérrez se me hace muy parecido a mi viejo, será porque últimamente lo veo más desconectado de la realidad, no viene cuando lo llamo, maúlla mirando a ningún parte o se pone en alerta y corre por toda la casa.

En el hospital me contaron que el viejo tenía el horario cambiado, creía que estaba en el aserradero escuchando el Boca - River en la radio, y gritaba “eh Juan, Juan, ahí metió el primero el colorado Mac Allister, ves, te dije que les íbamos a romper el orto”, y despertaba a todos en la sala, la María le pedía que se calle, que se duerma, pero el viejo no hacía caso, o no escuchaba, o no entendía. Tuvo suerte en no saber cómo fueron sus últimos días, el viejo Raúl Tereso Paz, el carpintero del barrio, el hincha de Boca, el padre de una.

Me siento en el escritorio, el mensaje de María es bien puntual “el viernes es la misa del papá ¿vas a venir?”. Gutiérrez se sube a la mesa, me ve mirando en celular y me dice “no alcanzó con que te hayas hecho maricón, y todos los años que no le hablaste, además, ¿ni siquiera vas a ir a despedirlo?”, después se lame una pata y se la pasa por la cara un par de veces, salta sobre una zapatilla en el piso, la muerde y sale corriendo hacia la ventana. Solo entonces me doy cuenta de que tengo razón, con eso de que Gutiérrez es muy parecido a mi papá.

miércoles, 8 de junio de 2022

A Marcos le gusta coger escuchando Rock and Roll

– Jodeme Adriana.

– Te juro, está así, no sé qué le pasa.

– ¿Pero desde cuando hace eso?

– Desde el año pasado cuando volvimos de Qatar está así, antes ponía música y bajaba las luces cuando me buscaba, pero ahora es distinto.

– Ah, no es la gran cosa entonces, ya era así antes.

– Pero es distinto, no sé cómo explicarte, pone la música al palo y, ponele que está sonando Highway to Hell, me da vuelta y… te juro que me coge al ritmo de la canción.

– ¿Cuál es esa?

– Esa que el vago canta y se escucha una guitarra que viene y va… en las películas se la usa mucho… la que la letra dice “I'm on the highway to hell, On the highway to hell”.

– Si, ya sé cuál es, pero no me parece la gran cosa, ¿antes no escuchaba esa banda?

– No sé, nunca me fijé si escuchaba eso, capaz que cuando entrena con los amigos del club escucha, pero desde que volvimos de las vacaciones que está así.

– Hablando de eso, ¿cuándo se van?, a ver, mostrame qué compraste.

– La semana que viene, ya tenemos confirmada la reserva y todo. Mirá, me compré este top para la playa, mi hermana fue con el marido el año pasado, dice que ahí se usa un montón.

– ¿Y ese? No te sonrojés tonta.

– Es para Marcos, ¿te gusta? Lo voy a sorprender con esto la primera noche…


Adriana entra en la oficina de Marcos que le hace una seña para que haga silencio.

– Listo Raúl, lo charlamos con la gente de VialTech la semana que viene, justo vino alguien a la oficina, te mando un abrazo.

– La secretaria de Marcos termina de anotar algo en un cuaderno y se dirige hacia la puerta.

– Adriana, ¿cómo te va? – saluda al pasar.

– Hola – responde Adriana sin mirarla.

– Hola amor, ¿íbamos a comer juntos hoy?, te juro que no sé dónde tengo la cabeza.

– ¿Por qué estaban con la puerta cerrada?

– ¿Qué?, estaba en una call Adriana, con gente de Buenos Aires, no se escucha nada con el quilombo que es la oficina, no empecés por favor, ¿a qué viniste?

– Te quería avisar que ya nos confirmaron las reservas del hotel…

– Obvio, si les pagamos hace como dos meses – Marcos comienza a ver algo en la pantalla de la computadora.

– Si, pero, ya sé cuál es la habitación que vamos a tener, es una que tiene vista, me dijeron…

– Adriana, me podías mandar todo eso por mensaje, ¿para qué viniste? – contesta sin dejar de mirar la pantalla.

– Nada, andaba por el centro y te compré un pantalón, te lo tenés que probar ahora porque solo tengo hasta mañana para cambiarlo.

– A ver – Marcos recibe la bolsa de cartón – conozco esta casa, me lo pruebo en un rato y cualquier cosa mando a Gabriela a cambiarlo.

– Mejor ahora, para estar seguros – Adriana camina hacia la puerta de la oficina y la cierra, ve a Gabriela de reojo mirando en su dirección.

– ¿Qué haces, por qué cerraste?, no tengo tiempo de probármelo ahora, lo veo más tarde – Adriana se queda mirando a Marcos, que sigue metido en la computadora, hasta que nota el silencio – ¿Qué pasa Adriana?

– Nada, que no me das bola Marcos, eso pasa, que me vine para acá para darte un regalo y vos estas con eso y no tenés ni dos minutos… – Adriana solloza al final y baja la cabeza.

Marcos se acerca, la toma de las manos y busca verla a los ojos, esboza una pequeña sonrisa y después la abraza.

– Disculpame amor, es que estoy a full con la gente está de VialTech y quiero dejar todo listo antes de que viajemos. Disculpame sí, yo estoy todo con la cabeza en el laburo y bueno, vos te apareciste sin avisarme y no me diste tiempo de cambiar el chip, no te quise ignorar pero…

– Esta bien, no importa, soy una tonta.

– No, sí importa, nosotros dos somos un equipo – vuelva a mirarla a los ojos – vos y yo, juntos, mirá todo lo que logramos, nos vamos de viaje fuera del país, Ramiro es abanderado, vos estás hermosa, todo eso lo pudimos hacer porque estamos juntos amor. Sabes qué, me pruebo el pantalón ahora así te quedás tranquila – busca la bolsa en el escritorio y comienza a cambiarse – y esta noche salgamos a comer, donde vos quieras, vuelvo a la casa, me pego un duchazo rápido y nos vamos.

– ¿Te gusta el color?, no podemos salir, no vamos a dejar solo a Ramiro.

– Esta bueno el color, y me anda justo, está lindo el regalo amor. A Ramiro le di permiso de que vaya a la casa de uno de los chicos del club, no le sé bien el nombre, creo que se llama Martín.

– ¿Cuándo te pidió permiso? Yo ya le había dicho que no vaya a esa joda, son chicos más grandes, no me gusta que se junte con ellos.

– No son tan grandes, yo también era el más chico en las juntadas del club, así se va a hacer hombre – vuelve a ponerse los pantalanes que tenía primero.

– No Marcos, no está bien que vaya, encima va a estar la hermana más chica de Iván, no sé qué hace esa pendeja metida entre todos los varones.

– Y… por algo va Adriana, vos que esperás, dejalo que disfrute a Ramiro, que se divierta con los amigos, ya va a sentar cabeza y va a trabajar aquí con el padre.

– No, esos chicos no me gustan, lo voy a llamar para decirle que venga derecho del colegio a la casa.

– Pero, la puta madre – Marcos le quita el celular y corta la llamada – me rompo el orto todos los días trabajando aquí y no puedo decidir a donde voy a salir de vacaciones, a donde mandar a mi hijo, ni los putos pantalones que puedo usar – le dice mientras golpea contra la pared los pantalones que le regaló Adriana.

– Disculpá Marcos, no quise hacer eso, es que a mi… – la voz de Adriana se corta, Marcos le devuelve el teléfono.

– Andate Adriana, lo hablamos a la noche en la casa, déjame seguir trabajando – Marcos camina en dirección a un mueble con un equipo de música, no se voltea a verla.

Adriana sale de la oficina y se queda parada en la puerta, escucha música adentro pero no reconoce cual es el tema. Suena el teléfono en el escritorio de Gabriela, ella atiende y después se acerca a Adriana.

– ¿Estás bien? – Adriana no contesta, solo afirma con la cabeza mientras se aprieta la frente y después la nuca con una mano – ¿me dejás pasar?, justo Marcos me está llamando. 

Adriana avanza hacia la salida, ve el teléfono descolgado en el escritorio de Gabriela y ahora sí reconoce el tema que suena en la oficina de Marcos. Adriana canta el estribillo “I'm on the highway to hell, On the highway to hell” todo el camino de regreso a su casa.

miércoles, 1 de junio de 2022

La nota más baja

– ¿Juliana qué hiciste, por qué lo desaprobaste?

– Hizo trampa Marta, el pendejo hizo trampa.

– Callate, no le digas así, a ver si te escuchan afuera, pobre pibe – contesta Marta apuntando la voz hacia la puerta – ¿Cómo que hizo trampa, como sabés?

– Lo vi, justo cuando me di vuelta para preguntarle algo a Roque, al profesor integrador que tiene, él bajó un poco la cabeza, miró en la Tablet las respuestas que tenía marcadas en verde, después, cuando le pedimos que indique las correctas, eran justo esas.

– Vos estás loca, no se te ocurrió que él podría haber estudiado ese tema, que por eso sabía qué responder.

– No, no, no es así, él las sabía, pero por que las vio en mi Tablet.

– Ay Juliana, pero, a ver, ¿y qué si es verdad?, ¿y que si pispeó un par de preguntas?, ¿cuántas le hicieron? Como veinte. No podés desaprobar a alguien por copiarse dos preguntas, no sé, ponele la nota más baja y listo, si tan moralista sos ahora.

– No, no es justo para él, no es justo para los demás compañeros que se la pasaron estudiando para terminar la carrera, que vuelva a rendir, pero que no haga trampa.

– Escuchame, ¿no podés compadecerte, solo esta vez? ¿dejarlo pasar?, digo, por lo que él está…

– ¿Por qué, por la parálisis?, ¿Por qué después del accidente solo puede mover un poco la cabeza?, ¿Por qué no puede hablar?

– Si, por todo eso, y porque vino gente de Canal 13 a cubrir la rendida, porque la madre es una ex alumna de la facultad y está forrada en guita, y si quiere te clava un juicio y te deja sin cátedra, porque hay como trescientas personas afuera, porque esto es noticia nacional, ¿Qué más querés que te diga?, no lo podés desaprobar, te vas a mamar un semejante quilombo.

– No me importa.

– Te tiene que importar Juliana, es tu futuro, y el de tu familia.

Juliana baja la cabeza, mira al suelo unos segundos, después ciñe las manos con fuerza.

– Ya no me importa nada.

Golpean la puerta de la oficina de la cátedra. Juliana sale. Los corresponsales preguntan qué va a pasar con Pablito, si se va a recibir de ingeniero, cual es la nota final. Juliana apunta la voz a los micrófonos, exhala aire por la nariz y habla seria.

– Buenas tardes. Hoy rindió examen en mi mesa el señor Pablo Francisco Sandoval, hijo de una ex alumna de esta facultad, la señora Beatriz Antonia Gutiérrez de Sandoval, mujer que actualmente tiene una relación extramatrimonial con el rector de la universidad, el ingeniero Juan Carlos Lizárraga, mi marido.