martes, 30 de marzo de 2021

Realidad disminuida

Esa mañana despertó como cualquier otra, planchó la camisa, tomo la ducha, hirvió el agua para el café. La soledad del departamento a las 6 de la mañana no era tal en los tiempos que corrían. Pantallas lo acompañaban en cada ambiente y nunca dejaba de ver o escuchar a alguien. Algunas chucherías chinas fáciles de conectar le permitían ver el mismo video en la tele del cuarto, en la notebook de la cocina o en el celular estando en el baño, mientras se enjuagaba el shampoo. “Las 9 teorías conspirativas con más posibilidad de que sean verdad por El Ojo Oculto”, “hoy en el podcast: libros que desquiciaron a sus escritores”, “maratón de online de Los Simpsons”, “un blog más: ¿qué tan solos estamos? La imposibilidad moderna de mirarnos a los ojos”, “¿ya chequeaste la última lista de reproducción de Tito Libio?”, “informe especial, alguien nos observa todo el tiempo ¿sabes quién es?”. Comenzaba el día consumiendo tracaladas de información constante, videos, artículos online, podcast, recopilaciones de noticias, resúmenes de series, todo al alcance de la mano todo el tiempo. Ya en el colectivo, auriculares bluetooth encendidos, la radiación de las pantallas hacia más blanco el rostro a todos los pasajeros, mas ausentes, y no es que él lo notase, quería terminar de ver el capítulo antes de llegar a la oficina, quedaban solo un par más para el final de la temporada. En su escritorio, más tarde, la pantalla era tan obligatoria como temprano ese mismo día. Por momentos creía escuchar algún chiste entre los compañeros de trabajo, sonreía, puteaba tal vez, apenas si miraba, las planillas se llenaban de números que contaban su propia historia y él era el artesano de esas hojas virtuales. Entretejía, entre flashes del diario local, respuestas a correos urgentes, cambio de playlist, actualizaciones de última hora que modificaban las formulas, un café rápido, 30 minutos para comer, entretejía aquella telaraña de números que enviaba al instante de terminarla, solo para empezar otra y otra, fijo en la pantalla. La tarde era gimnasio, auriculares todo el rato hasta el momento de la cinta, la literalidad perfecta de correr para llegar a ningún lugar. Era su turno, había descargado en HD y guardado en la memoria del teléfono las últimas 3 temporadas de la serie de moda, ya no tenía excusas para no entender los memes, solo era cuestión de darle play, de comenzar a correr, de comenzar a ser parte. No hay planes para la noche, “es muy lunes” muestra una leyenda acompañada de una imagen de Garfield. Like a la imagen, los comentarios de siempre hasta que alguno da la nota “no entiendo por qué no les gusta el lunes”, dislike, “ni intiendi pir qui ni lis gisti il linis”, comentar. “Definitivamente hay gente que no sabe bien donde vive”, no “como hay gente que no sabe dónde está parada”, no, “hay gente que no entiende nada, mejor ni hablar”, si, publicar. Esperaba los likes, los comentarios, las preguntas, “lo decís por mi gor, te extraño, ¿cuándo una juntada?”, “de esos sobran macho, cuídate bro”, “que changuito este, siempre haciéndose el misterioso”, el último era de ella, podía darse por satisfecho. Ya en la cama, con la oscuridad solo interrumpida por el resplandor de la última pantalla encendida en el departamento, con dos ojos casi por cerrarse, con la sensación de haber realizado todo lo propuesto para el día, con un suspiro de plenitud, una notificación lo convocaba, como todas durante todo el día, un nuevo comentario en la publicación “un blog más: ¿qué tan solos estamos? La imposibilidad moderna de mirarnos a los ojos”, señorMilaConPapa87 publicó: “me está pasando, me está pasando ahora mismo, que puedo hacer????, no puedo ver a nadie, alguien, el que escribió esta publicación, necesito que alguien me ayude, por favor”… alarma encendida, celular off.

Esa mañana despertó como cualquier otra, planchó la camisa, tomo la ducha, hirvió el agua para el café. Era una mañana tranquila, a pesar de su urgencia usual por consultar las notificaciones del día anterior comenzó con música suave, de jazz, inundando todo el departamento, acompañándolo en la ducha “me está pasando, no puedo ver a nadie”, no recordaba la última vez que había soñado, mucho menos haber tenido una pesadilla, pero algo en ese último mensaje que leyó la noche anterior lo había dejado intranquilo, no había dormido bien, “¿no puedo ver a nadie?, ¿se puede no ver a nadie?”, el agua parecía no mojarlo, la música sonaba distante, hoy estaba desconectado. “Todo lo siguiente ese día podría ser explicado por una simple cadena de coincidencias, por lo que se diría un mal día”, pensó esa noche antes de dormirse, pero era extraño y forzoso, todo podía explicarse a excepción de lo del barrendero. El colectivo esa mañana estaba extrañamente vacío, cuando quiso darse cuenta ya estaba sentado en un asiento de a uno cerca del medio, dejó el capítulo del ebook para mirar a su alrededor, sentía extrañar a gente que no conocía, a completos extraños a los que no miraba a la cara nunca, pero hoy era distinto, hoy quería hacerlo. Al frente el chofer, dos personas sentadas juntas, con canguro y gorra, tapados por el frio, de espaldas, apenas si distinguía su género, una pareja tal vez, atrás un nene, dormido, hundido en su asiento solo dejaba notar la frente, no había rostro. Buscaba espiar la cara del chofer por el retrovisor, verlo, conocerlo, pero cada vez que el ángulo lo permitía, cambiaba de posición el cuerpo siguiendo el giro del volante, esquivando la mirada, haciéndose anónimo. “¿Dónde estaba la gente?” había perdido tiempo durante la mañana, pensando que no podía ver a la gente a la cara, se había retrasado tanto que viajaba ahora solo con los que estaban llegando tarde, una coincidencia. Al bajar del colectivo hizo un último intento, el niño ya no estaba, fue hacia la entrada de adelante pero una frenada brusca lo impulso fuerte hacia la puerta, el chofer sacaba la cabeza para putear a un automovilista de vidrios polarizados, la pareja miraba en dirección a esto, otra coincidencia. La oficina podría haber sido la oportunidad perfecta para reencontrarse con los rostros de sus compañeros de trabajo, el lugar que obligadamente visitaba 5 días a la semana era el lugar en el cual obligadamente debía ver el rostro de ciertas personas, esos mismos 5 días a la semana. No había nadie en la oficina, “¿otra vez?, ¿podía no haber nadie?”, tras iniciar los sistemas pudo saber sobre la importante reunión convocada a primera hora, todos estaban ahí, todos parados de espaldas frente a un orador que no podía ver, que cada vez que buscaba visibilizar era tapado por una cabeza, por una mano que se levantaba, por alguien caminando que se cruzaba y era igual de anónimo, más coincidencias. Al finalizar la reunión, un llamado de la gerencia lo apresuro a su puesto, había llegado tarde a trabajar, había planillas que presentar de forma urgente, correos que contestar y operaciones que autorizar para que continúe la gestión del día, la pantalla del monitor pedía su atención constante, ausente de todo a su alrededor, con la mirada fija. Cuando quiso darse cuenta estaba comenzando a anochecer, los compañeros de la oficina ya se habían retirado, tal vez lo saludaron, tal vez los vio a la cara cuando lo hicieron, no podía recordarlo, solo le quedaba este agotamiento mental, los ojos ardidos de mirar a la pantalla casi sin pestañear y una sensación de vacío que le era extraña, se desconocía a sí mismo, tal vez ni siquiera él podía verse a la cara. Decidió volver a casa caminando para reponerse del mareo, eran 15 cuadras en las que podría hacer un último intento, tratar de reencontrarse con la gente, poder verlos a la cara de nuevo. Caminaba como un zombi, con pasos lentos e inconexos, con una dirección fija y mirando casi todo el tiempo al frente. No había auriculares esta vez, el celular estaba apagado, trataba de estar lo más desconectado posible para poder volver a la realidad, para poder conseguir ese reencuentro. Tal vez el mareo, tal vez otra vez esas coincidencias que evitaban el contacto directo con el rostro de la gente, tal vez la visión ardida de estar conectado a las pantallas durante todo el día, que hacia borrosa la imagen, tal vez ya no sabía cómo mirar a la gente, muchos eran los factores por los cuales esa larga caminata a casa no sirvió de nada, porque a cruzó gente, a algunos, pero a ellos tampoco pudo verlos, todo parecía perdido. Ya estando en la puerta de su edificio, casi resignado a no establecer ningún contacto humano directo, con nadie, es que se acercó al barrendero, lo toco en el hombro para hablarle y al darse vuelta él finalmente pudo ver una cara, pero estaba censurada. El rostro del barrendero estaba censurado, pixelado, como cuando en televisión tratan de evitar mostrar el rostro de un testigo, como cuando en las fotografías se busca proteger la identidad de personas no implicadas con algún hecho, de esa manera lo veía, aunque en realidad, seguía sin poder verlo. Le hablaba, reconocía que la boca del barrendero se movía y sonidos salían de ella, pero no eran palabras, era como un ruido blanco muy fuerte, como el sonido de lluvia de una televisión sin señal, de las de antes, que tapaba cada palabra que pronunciaba el barrendero, que las hacía inentendibles. Sobrecogido por esta situación sentía enloquecer, no podía estar pasando por algo así, no lo entendía, “¿esto es lo que le pasó a señorMilaConPapa87?, el que puso el comentario en el blog, ¿alguien ahí le habrá dado una respuesta?”, necesitaba pruebas, encendió el celular y la cámara, apuntó al barrendero para tomar una foto de lo que estaba viendo y entonces lo entendió. En la pantalla que apuntaba al barrendero podía ver su rostro, sin censuras, al activar el micrófono en los auriculares podía escuchar lo que decía, sin ruido blanco, mediado por un dispositivo ahora podía verlo, entenderlo. Prometió al barrendero dejar la basura en el canasto y subió a su departamento, decidió no cenar esa noche por lo que fue directo a la ducha y después a la cama, estaba entre contento y desconcertado, contento por haber descubierto la forma en que esta nueva realidad se configura, desconcertado justamente por eso, “todo lo sucedido ese día podría ser explicado por una simple cadena de coincidencias”, pensó, “por lo que se diría un mal día, pero era extraño y forzoso, y nada podía explicar lo del barrendero”.

Esa mañana despertó como cualquier otra, planchó la camisa, tomo la ducha, hirvió el agua para el café. Esta vez no había pantallas, no había música de fondo acompañando la rutina, no había noticias ni actualizaciones ni comentarios, era solo él y el silencio. La calle de miércoles, así como el trabajo más tarde y después el gimnasio, se presentaban de la misma manera en que las dejó la noche anterior, con los rostros de las personas censurados, pixelados, con sus voces tapadas por un sonido blanco, fuerte, con su incapacidad para mirarles la cara, para entenderlos, ahora solo podía hacerlo mediante alguna pantalla. Había perdido la capacidad de entender la realidad sin la intervención de un dispositivo, “pero ¿eso era nuevo?, ¿hacia cuanto tiempo no miraba, no oía o sentía a otros?, ¿hacía cuanto no se miraba a sí mismo siquiera?”, que no sea por un posteo o un comentario en el posteo de alguien más, que no sea por sus propias fotografías subidas en sus redes, “¿se conocía a sí mismo?” Esa noche después de comer decidió buscar el viejo espejo, el del baño, que había guardado en algún momento, no recordaba el por qué, y que nunca volvió a colocar. Lo llevó hasta la pieza, y cuando estaba a punto de ubicarlo para verse, noto como la camarita web de la notebook se movía apuntando en su dirección, entonces recordó la publicación que había leído días atrás “informe especial, alguien nos observa todo el tiempo ¿sabes quién es?

sábado, 20 de marzo de 2021

Medias amarillas

Ella estaba contenta esa mañana. El Ramón, jornaleando con mucho esfuerzo había podido comprarle un conjuntito nuevo. Pollera blanca cortita, remerita cuello en v, unas John Foos como las de la tele y unas lindas medias amarrillas que subían hasta los tobillos. La ropa le ajustaba donde tenía que ajustarle, le marcaba los senos y la cola, le quedaba bien. Salió a hacer las compras con una sonrisa en la cara, salió a estrenar su nuevo look por el barrio. El verdulero, ese viejo verde que siempre le miraba el culo cuando se iba, le pregunto angustiado mientras pesaba las papas – mija, ¿está usted bien? – a lo que ella contestó sin perder la sonrisa – y sí, usté que opina, si tengo remerita nueva, y mire de lindas mis medias amarillas – después en el súper su amiga de la infancia, la María, que trabajaba ahí por la mañana y por la tarde en el mercado del norte, le dijo medio en secreto – Amiga mandame mensajes, te buscamos con el Lucas en el auto, no seas boluda – a lo que ella solo atinó a levantar el queso cuartirolo y caminar en dirección a la caja, no tuvo tiempo de presumirle su conjunto nuevo, quería hacer una tortilla de papa para el Ramón. En la pensión la vieja de la planta baja esperaba que vuelva – doñita, le gusta mi pollera nueva, y mire estas medias amarillas de lindas – le dijo al verla, pero la vieja comenzó a increparla – anoche ya llamaba a la policía, te juro, nena no pueden seguir así – le dijo mientras ella subía las escaleras rápidamente hasta azotar la puerta del primer piso – vieja chismosa – alcanzó a oírse antes del golpe. Era temprano para empezar a preparar la comida. Ella miraba en el espejo como le quedaba su nuevo conjuntito mientras pensaba en la calle y los vecinos. No tardó mucho en entender, estuvo tan concentrada en su nuevo look que olvidó ponerse base en los moretones de la cara antes de salir a hacer las compras.

martes, 16 de marzo de 2021

Selección de ratas

La elección comienza

Lo quiero a Cacho, vos quedás Cacho
dámelo a Mauro
a ver... José
Oso vení, para defender
entonces dejámelo a Oscar
uno alto para cabecear... el Pato
¡Rolo!
Chila para mí
¿quién queda?... bueno vení Parche
para mí Daniel entonces.

Otra vez el gordito dueño de la pelota
queda mirando los dos equipos armados
y parece que otra vez, el gordito
jugará de suplente.

viernes, 12 de marzo de 2021

divisiónDeBienes

No entiende por lo que estoy pasando, no puede hacerlo, no es como yo, no se formó con los mismos valores ni sabe distinguir cuando una pelea es un poco más que una simple diferencia de opiniones. Y es por una cosita muy chiquitita para alguien tan inteligente, como se considera, un reclamo tan pequeño, como que no haya pagado la boleta del gas, es suficiente para que se saque, para que empiece a darme esas excusas estúpidas y a decirme que no tiene la culpa por distraerse muy fácil y que siempre fue así, que no es cosa del otro mundo y que mañana se va a encargar de todo, pero no, mañana no debía estar haciendo esto, alguien con tanta lucidez debería notarlo, era para hoy, era para ahora. Un pequeño reclamo y debo soportar toda esa sarta de estupideces, así, violentamente en mi contra pensando que no me doy cuenta lo poco que le importa, siempre tan efusivo, siempre temperamental, exasperándome con esa pretensión de querer hablar todo, de insistirme cuando lo que menos quiero es tenerlo cerca. No puedo aceptar que alguien así siga en mi vida, no después de que todo el tiempo estoy velando para que las cosas funcionen, y como siempre tengo todo listo cuando debemos salir o a la hora de hacer los quehaceres. Soy tan cociente de las cosas en la casa, estoy a disposición de lo que haga falta y a mí no se me pasa pagar una factura de mierda, a mí no se me pasa. Es la una, a esta hora debe estar por salir del trabajo, en un par de horas nos vamos a ver otra vez y va a ser todo como antes, y como siempre voy ser yo la que aguante todo esto, debo ser yo la que entiende, hasta esa suerte tiene, de que sea capaz razonar las cosas y de que sepa controlarme, no se merece a alguien como yo. Sé que no puede hablarme sobre separarnos, sé que no va a decirme algo como “necesito que sepas lo que me está pasando, hace rato que siento que no es lo mismo, que estamos distanciados, que ya no deseo pasar el tiempo con vos como antes, queALoMejorLosAños y la costumbre hicieron que nos alejemos, que busquemos otras actividades, otros lugares, estar con alguien más, la mejor idea va a ser esa, separarnos”, pero no creo que algo así pueda pasar, no creo que quiera, no debe entender por lo que estoy pasando, no creo que valore el esfuerzo que vengo haciendo todo este tiempo para estar bien, para aparentar que estamos bien los dos, pero algo surge, y terminamos en una pelea. Como todo el asunto ese de la boleta del gas, tampoco era para tanto. A esta hora suele ir a nadar después de dejar a los chicos en la escuela. Más tarde, cuando nos veamos, seguramente vamos a terminar peleando de nuevo, como todos los días, por cualquier cosa. Y quienes realmente sufren todo esto son los chicos. Ellos no tienen la culpa. Ellos solo están ahí mirando como día a día la familia feliz de la que alguna vez formaron parte se va derrumbando. Tal vez pueda entenderme, que lo que ellos están pasando es mucho mayor que cualquier diferencia que podamos tener entre nosotros dos. Me gustaría escuchar que me dijera “yo los quiero tanto como sé que vos los querés, también sufro como vos al saber lo que ellos están pasando, también me gustaría que las cosas fueran diferentes entre nosotros, para no dañarlos a ellos. Pero podemos llegarAUnAcuerdo, yoQuieroEstarConEllos tanto como vos, podemos pactar los días, ayudarnos para buscarlos en la escuela o llevarlos al centro, navidad en mi casa y año nuevo con vos, podemos hacer que funcione, que ellos sean felices de nuevo, con nosotros” pero no me va a contestar algo así, por su orgullo, por sus caprichos, por cómo es desde el día en que nos presentaron. Y qué hacer con los amigos, con toda la gente que nos acompañó hasta el día de hoy, tan comunes a los dos. Seguramente está con alguno de ellos ahora, en el gimnasio o en algún bar, sé que retrasa lo más que puede la llegada a casa, no quiere vernos ni a mí ni a los chicos. Vamos a tener que elegir con quien compartir, vamos a tener que dudar si pasar el rato con el grupo de amigos de siempre, si alguno de los dos ya está con ellos y qué puede pasar al encontrarnos ahí, va a ser la vuelta a las peleas, va a ser la aparición de esos rencores que hoy nos tienen como estamos, eso no sería justo para nuestros amigos. No puede pensar como yo, no puede explicarme que “los amigos del grupo, todos, son tanto amigos tuyos como míos, no me parece justo para vos o para mí que tengamos que elegir con quien estar o no, no importa si tenemos mayor o menor afinidad con alguno de ellos. Tenemos que asegurarnos de que vamos a comportarnos como adultos cuando nos veamosConEllos, queLoQueEstéSucediendo entre nosotros o con los chicos no nos va a impedir poder pasar un buen rato con los amigos, tomar algo en el bar, salir a bailar o a comer, tenemos que poder seguir compartiendo esos ratos con ellos, mantener la normalidad nos puede ayudar a superar esta separación” sería mucho más fácil si pensara de esa manera. Si no fuese tan egoísta y pudiera tomar en cuenta a otra persona solo una vez. Si pudiera sugerirme un acuerdo como ese y pudiéramos hacer también una división de bienes como esa. Que podamos decidir en forma pacífica quien se va a encargar de la custodia de los chicos. Debo ser yo, aunque los dos podamos hacerlo. Y no dudo de cuanta dedicación les ha puesto en estos años, pero son mis hijos. Temprano me dijo que después de natación haría las compras de la semana, no habría querido aceptar mi ayuda. Seguramente va a hacer tiempo comprando por ahí, creo que demora el regreso a casa. El que vea por los chicos debería quedarse con la casa, es lo justo. Tenemos que dividir los gastos de la custodia. El hecho de que alguno ya no viva ahí no significa que no pueda ir, pasar tiempo con los chicos y ayudar con los problemas que se presentan, pero después irse nuevamente. Me gustaría que me dijera “el hecho de que nos separemos no significa que la familia se disuelva, las cosas van a cambiar pero creo que podemos seguir estando para los chicos, y encargarnos de las cosas que vayan surgiendo con respecto a gastos y a la casa. Prefiero que vos decidas quiénDebeQuedarse, deTodasManeras, aunque uno de los dos ya no pueda estar todo el tiempo aquí, cualquiera debería poder venir cuando quiera o cuando haga falta, esta casa es tan tuya como mía y ninguno de los dos deberíamos vernos obligados a abandonarla.”

Seria pedir mucho, pero ya ha pasado tanto tiempo de esta situación, y nunca ha demostrado poder decir algo como eso. Ya estoy en casa, resta abrir la puerta para encontrarme con lo mismo de siempre. Eso no va a pasar, no sabe cómo expresarse, no puede decirme lo que piensa, lo que siente, lo que le gustaría que hagamos, juntos o separados. Llegue antes, solo unos minutos, pronto entrará por esa puerta y todo comenzará de nuevo.

– holaAmor ¿todoBien, tePasaAlgo?

– noNada, noMePasaNada.

martes, 9 de marzo de 2021

sobre Lo que en verdad pasó

La idea del cuento la tenía archivada desde hacía mucho tiempo, surgió al ver la foto por primera vez en un portal de noticias local, simplemente no podía creer que un colectivo, medio de transporte que uso a diario, pueda incendiarse de esa manera, la imagen era sobrecogedora. Escribo esta entrada para contar que, al empezar a escribir el cuento, buscando la imagen en el inmenso archivo que es internet, encontré un montón de fotos de colectivos incendiados de todas las provincias del país, convirtiendo mi hecho inverosímil en algo mucho más común de lo que pensaba. Tal vez la suerte de los personajes del relato también sea más común de lo que pienso.

Lo que en verdad pasó

El loco Aputú subió al colectivo en la parada de Francisco de Aguirre y Balcarce, le dicen así porque, si te conoce y te ve pasar, comienza a gritarte aputú aputú donde quiera que estés. Los de la línea 5 saben cómo es y lo dejan subir gratis, por lo general se baja en la parada de plaza Urquiza y no jode a nadie. Varias cuadras más tardes subieron un par de amigos cuarentones cancheros que habían tratado antes con el loco Aputú y se divertían diciéndole cosas. Le preguntaban de que equipo era y si era es verdad que era hincha del puto, el loco respondía de la única forma que sabía hacerlo, repitiéndoles aputú aputú mientras se reía. Pasamos por frente de la cancha de Atlético y los cuarentones cancheros comenzaron a incitarlo para que mire, que esa era su cancha, que ahí estaban sus amigos. Le preguntaron a Aputú que iba a hacer si subía un hincha de atlético, que si él de verdad no era hincha del puto lo tenía que fajar, que tenía que prenderle fuego igual que a su cancha. El colectivero era la única autoridad a bordo del coche esa mañana pero no decía nada, no se reía con los cuarentones y el loco, tampoco parecía molestarle lo que pasaba, estaba concentrado en llegar a la siguiente parada. El pobre flaco hincha del deca subió en la esquina de 25 de mayo y España. Al momento de marcar la tarjeta fue fichado por los cuarentones cancheros y el loco Aputú sentados adelante. Ahí está, ahí tenés tu oportunidad, le decían los cuarentones al loco, ahora vas a poder demostrar que no sos hincha del puto. El loco sin perder tiempo tacleo por la espalda al flaco hincha del deca que iba caminando por la mitad del colectivo. Los cancheros miraron al chofer que observaba lo que sucedía desde el espejo retrovisor sin objetar nada. Él era la única autoridad a borde del coche esa mañana y si permitía que algo así suceda no había razón para detenerse. El loco daba golpes rabiosos en la espalda del hincha del deca que no entendía lo que pasaba, a esto se sumaron los cuarentones cancheros que empezaron a patearlo por los costados y en la cabeza, uno de los cuarentones invitó a un par de chicas sentadas en el fondo y a otros pasajeros a ayudar con el linchamiento, en total sumaron 7 los que castigaban al flaco hincha del deca que yacía casi inconsciente. Hay que quemarlo dijo alguien sentado en uno de los asientos de adelante, varios pasajeros alcanzaron algunas botellitas de alcohol en gel que los linchadores volcaron sobre el flaco hincha del deca simulando estar orinando sobre él. Yo les alcancé un encendedor que de pedo tenía en el bolsillo, seguramente mi vieja no iba a poder prender la cocina más tarde en la casa. Finalmente habló el chofer, al ver al flaco ardiendo en llamas, pero solo para pedir que tengan cuidado con los asientos de cuero, que el seguro no cubría esos daños por lo que iba a tener que hacerse cargo la empresa. El calor se hizo agobiante, abrimos algunas ventanas para disipar el humo pero no alcanzaba, las llamas se volvieron incontrolables no solo quemando los asientos de cuero sino dividiendo en dos al vehículo, los de adelante perdimos contacto con la gente que estaba atrás, que trataba de pedir auxilio golpeando las paredes y ventanas del coche. Le pedimos al chofer que paré, pero nos contestó que en esa cuadra no tenía parada y que no iba a cumplir con el horario si empezaba a detenerse a cada rato. Mientras completo estas líneas seguimos varados en un embotellamiento por la Córdoba, entre Virgen de la Merced y Laprida, los autos a los costados nos tocan bocina, la gente en la vereda nos dice que saltemos, les contestamos que no podemos, que la parada es en la siguiente cuadra y que si salimos por la ventana no nos cubre el seguro. Voy a arrojar este cuaderno para que se sepa lo que en verdad pasó, termino de escribir ahora, este es el final.

– Mentira, no dice eso, no puede ser.

– Te juro, es tal cual lo que encontré escrito, sino ¿cómo explicás vos todos los muertos... y la foto?



viernes, 5 de marzo de 2021

Luchón

– Eh negro, ¿qué te pasa que tení esa cara? 

– Uh cierto, no tei contao, no sabe lo que me escribió la Patriqui.

– Que, que no era que ya no salía con ella.

– Si ya no, pero quiere que le cuide a la Yamila. Mirá, yo estaba en lo del gordo Esteban, y me empezaron a llegá lo mensaje, una banda mirá.

Escuchame hijo de mil puta, cuando me va atende el teléfono, que pensa que yo como boluda te voy a ta llamando toda la tarde para que venga a vela a tu hija.

– Uh, uh, taba empingada en serio.

– Pará boludo, seguí leyendo.

Toda la tarde ayer, toda la tarde te estao llamando para que venga a vela a la chiquita, que mierda estabas haciendo, que pensa que yo puedo ir a trabaja para mantenela a ella y paga una niñera, que pensa que la chiquita come grati o la voa vesti con que?, tengo que i a trabaja para que no le falte nada a ella y vo ni te aparece por la casa.

Y no me venga con que mi mama la cuida y que si lo mismo no hace nada por que no e asi, vo bien sabe que no e asi. Mi mama esta enferma pelotudo, mi mama tiene artrosi y apena puede camina pa i al baño o sentace a toma mate en la cocina, no puede esta viendo a la chiquita, y si se cae, y si se lastima???????, que pensa que voa pode pagale los remedio a mi mama y i a cuidala al hospital si la internan, no chango, no e asi la cosa.

Yo a vo te dicho, cuando me a dao positivo el coso ese y que vo a toda costa queria tenela, yo te dicho, estamo a tiempo, no son ni do meses, no tenemo casa, vo no tene trabajo, somo chicos para se padre, yo no queria trae una criaturita al mundo sin sabe si iba a tene un plato de comida pa dale todo lo dia. Pero vo no, que la tengamo, que eso no se hace, que e un relago que diosito no a dao, que vo iba a consegui trabajo, que entre lo do la ibamo a cuida. Y ahora que hace, nada de lo que me a dicho que iba a hace tas haciendo, hace una semana que no te aparece por la casa, no esta trabajando, y le mando msj a tu vieja y me dice que la chiquita no e tuya.

– Chango, ¿que en verdá la chiquita no e tuya?

– Si, no, bah no sé, callate y seguí leyendo.

Eso me a contestao, que se cree la gorda hija de mil puta esa tambien, si a alguien tenia que sali vo. Ahora me viene con que no e tuya, como cuando nos quedabamo en tu casa le hacia la leche y le hablaba????, y ahora me sale con eso. E igual que vo de mentirosa. Que paso con todo eso que decia, que si que la vamo a cuida, que estaba contenta de se abuela de nuevo, que iba a ayudano a progresa, que le pida cualquier cosa que necesite. Y ahora, vo no atende el telefono, no responde lo mensaje y cuando le pregunto por vo me dice que la Yamila no e tuya, que busque al macho con el que i cogio y que a ustede no lo moleste mas. Que se cree la gorda puta esa, que me va a trata a mi de puta, si con cuantos habra andao ella ante de sali con tu papa, que no creo que ni sea tu papa. Explicame vo por que tengo que aguanta yo cosas como esa cuando estoy pidiendo que te ubique para que venga a vela a tu hija.

Y ya se lo que estas pensando, por que te conozco, ai noma te va a agarra de lo del aborto para decime que no quiero a mi hija. Yo a la Yamilita la amo, todo lo que hago, trabaja planchando para esa vieja de mierda, despue en el otro trabajo de la tarde, dormi poco, come sobrita para que ella tenga lo que necesita para la escuala, hasta tene que esta buscandote a vo, todo lo hago por ella. No pasa un dia en que no piense en como sali de esta situacion de mierda, en como hace plata, en donde no podemo i para que este mejor, pero sola no puedo ramiro, no puedo con mi mama, no puedo con la chiquita, no puedo, necesito que me ayude, que me pase la plata, que me ayude a cuidala, necesito que te haga cargo, ella e tu hija, tu hija.

– Uh negro, parece que se puso mal.

– Si, parece.

– ¿Y qué le va a contestá?

– No sé, eso taba pensado, no sé qué meme o que gif mandale, mirá, estos son los que tengo en la memoria del wasap.

martes, 2 de marzo de 2021

Extrañas reacciones después de…

La cabeza inclinada entre 19 y 17 grados hacia la izquierda. Los ojos divididos por esa mitad de nariz que es más de lo mismo para ambos lados, pero mirando en direcciones distintas. La cara roja revela la ebullición de un sobresalto o varios, que se suceden en el cuerpo, golpeado por mucha hambre. Los puños cerrados son una revolución para ese mismo cuerpo dormido, con los brazos en alto, simulando sostener el martillo, simulando cruzar la hoz.

El cuerpo duro, como atónito por el fulgor de un final inesperado. La cara tan blanca, tan inundada de matices claros se revela como un sol de media tarde, explotando en medio de la ciudad vecina. Las manos sueltas como resignando un porvenir de vientos huracanados, soltando las riendas de una carga demasiado pesada para una sola vida. Una desazón de suspiro en la postura, que proyecta la mirada sobre el suelo infértil, lagrimea los ojos y recuerda los pendientes del día, había que alimentar a los chanchos, a las 19:45.

Los pies temblorosos como réplicas de derrumbes, escombros golpeando el suelo prohibido. La piel de gallina acompaña el latir de martillo de un corazón libertario. Todo el cuerpo detenido ahí, como admirado en el reflejo de un otro, que es y no es él mismo. Los brazos estirados, abiertos, aparecen llamando al encuentro, al abrazo hermano, en un semblante que podría ser de pibe de 19 o de abuelo de 89, que a pesar de los años y las luchas, puede mantenerse firme como muro, ante la caída de cualquier barrera.