jueves, 16 de mayo de 2019

…dos días a la semana

La inevitable certeza de la incualificabilidad, cinco días a la semana, la no pertenencia a cuánto espacio que al hacerse próximo se convierte en ajeno, tangente a la curva descendente con final predicho, las letras, la música, el teatro, el cine, las distopías de la mente, de cuerpo presente en ausencia de significado, los lugares y el mismo tiempo curvo, en picada, acaban por dejarte solo, aislado de amor, de lujuria, de deseo, de contacto incomprensible y pasional.

Y la confiable capacidad de adaptabilidad, de poder surcar aguas turbias apenas salpicado por groseras gotas de conciencia, de realidad manifiesta, que te ubican en el espacio y tiempo justo en el que estás, sobrepasado por estímulos incomprensibles para una mente adormecida de alucinógenos colores, movimientos en cámara lenta, flash incandescente, música, una voz, un golpe, el sabor del suelo mojado del boliche, el frio liquido en la cara, flash de conciencia y el entendimiento de una situación cíclica, dos días a la semana.

La inevitable certeza de…

Todo el mundo recuerda lo que amó en secundaria

Todo el mundo recuerda lo que amó en secundaria, de lo que estaba enamorado, del dónde, del cuándo y del cómo.

De la pibita esa, esa pibita de cuando yo era un pibe, queda poco en esta foto de Facebook. Loca porque dejaste que el grillete del mandato opaque esos sueños de… estoy seguro de que la pibita tenía sueños, tenía anhelos, era quien de verdad se iba a llevar el mundo por delante. Estoy seguro de que nos pasamos horas hablando de viajar, de estudiar en la universidad, de amar sin medir las consecuencias.

Lo encontré al profe el otro día, no en la calle, no en la escuela, ni siquiera lo vi esperando el colectivo, lo encontré en Twitter. Miralo vos al viejo, animándose a más, conociendo nuevos espacios, integrándose en el mundo globalizado. Lo encontré al profe cruzando opiniones con otros dinosaurios sobre que la juventud está herrada, que en sus tiempos era mejor, que debería volver la colimba, que el que roba en cana, que no fueron treinta mil. ¿Qué te hicieron viejo?, si yo me hice profesor por vos, si vos siempre quisiste que seamos algo más, la mejor versión de lo que podemos ser.

Hoy vi el estado de uno de mis compañeros. Se había reunido con el grupo a tomar un porrón y recordar viejos tiempos. Seguramente se les pasó invitarme, no importa. Estaban muy divertidos los del grupo, impunes, parecía que hablaban de lo gorda que estaba Vanesa, de lo pelotudo que era Hernández, de cuánto tiempo le desearon lo peor a Romina, a la que murió. ¿Esas no eran las charlas en mi tiempo? Me imaginé estos encuentros incluso entonces, carrera profesional, familia, proyectos artísticos ¿Por qué no estaban hablando de todo eso?

Todo el mundo recuerda que amó en secundaria, que estaba enamorado, no del donde, no del cuándo ni del cómo.

lunes, 6 de mayo de 2019

Sobre la polémica por el uso de la letra x o la letra e como forma de hacer inclusivo el lenguaje español y una posible solución

Tarde, como siempre que decido aportar al respecto de una polémica vigente en el espacio social virtual y en el espacio social físico que me rodea o envuelve, tarde como siempre, decido opinar ahora sobre el uso de la letra x o la letra e, en reemplazo de la letra correspondiente al género de cada palabra, la letra a o la letra o, como alguna vez aprendimos en la clase de lengua cuando cursábamos la escuela primaria. Que ese uso es una manera de hacer al lenguaje más inclusivo, de la mano de muchas otras políticas y formas de acción que se aplican en la actualidad para lograr esa necesaria inclusión que, no por nada, es tan requerida en este momento y lugar en el mundo, no, no es de lo que quiero hablarles. Que es la escritura una forma de comunicación pautada y normada, y que no puede cargarse de un mensaje político a la forma en que se escribe, como si puede cargarse a las pretensiones comunicativas de los textos en cuestión, no, tampoco es el motivo de este ensayo. De políticas inclusivas o de normas de la RAE, citando a sus filósofos, analistas y creadores, analizado sus propuestas, cuestionando a sus impulsores y detractores, no, de eso no se nada. De lo que puedo y quiero hablarles es de la grieta invisible que existe entre los que usan la letra x a la hora de escribir palabras con género de forma inclusiva y los que, al hablar, teniendo que utilizar esa x para decir estás palabras, pronuncian las mismas como una letra e, es decir, la grieta entre la letra x y la letra e inclusivas.

Creo que toda revolución en el lenguaje, o toda evolución en la conciencia sobre el otro, requiere de la unión de todas las huestes que estén en oposición al yugo opresor que enfrentan, requiere de la comunión entre los opuestos más dispares, de la fusión del yin con el yang, que quiero decir con esto, que no pueden existir diferencias entre el uso de una u otra letra, si lo que se quiere es impulsar una nueva forma de comunicarnos que salve las desigualdades a las que estamos expuestos día a día y de las que hoy somos más conscientes. Es decir, no puede haber diferencias entre el team x y el team e.

Haciendo un análisis exhaustivo del abecedario, desde la A hasta la Z, inclusive tomando en cuenta conjunciones que antaño eran enseñadas en las escuelas primarias como ser la ch (ce - hache o che), y considerando, como hasta ahora no se hizo, las letras definitorias del género de las palabras, la letra a para el femenino y la letra o para el masculino, llegué a la conclusión de que la mejor opción para reemplazar estas formas de escritura es tomar la letra intermedia entre ambas vocales en el abecedario. En la siguiente línea están estas letras y con mayúsculas su letra Intermedia:

a b c ch d e f g H i j k l m n ñ o.

La letra Intermedia es la H, la H muda. Antes de tomar este hallazgo como la solución definitiva al problema tenemos que considerar que si reemplazamos por h las vocales de las palabras con género, entonces estas bocales serían reemplazadas por una letra que en general no se lee cuando leemos mentalmente esas mismas palabras, palabras que van a tener un sonido ausente a la hora de pronunciarlas en voz alta, como perdido. A modo de juego invito al lector a tratar de reemplazar por h la letra que define el género de las palabras en la siguiente frase y leerlo en voz alta:

Amighs, compañerhs, todhs...

Podrán notar la ausencia y confusión que implica este cambio.

Luego pensé en tomar solo a las vocales, que son las letras cuestionadas en definitiva, y dejar de lado las otras letras del abecedario. Si seguimos con las vocales la misma regla, vemos que entre la a y la o tenemos el número de letras par e-i, si utilizamos la e estamos dando ponderación a la letra que define el género femenino, la letra a, y si utilizamos la i estamos dando ponderación a la letra que define el género masculino, la letra o. Pero existe una solución, existe la posibilidad de utilizar la conjunción de ambas letras, ei, para reemplazar las letras que definen el género en las palabras. A modo de juego invito al lector a reemplazar por la conjunción ei la letra que define el género de las palabras de la siguiente frase y leerlas en voz alta:

Amigeis, compañereis, todeis, por qué motivo pierden el tiempo…

Suena poco natural, suena algo extraño, suena como palabras en español pronunciadas por un inglés que poco entiende la fuerza que tienen esas palabras que nos reúnen, que nos convocan.

Pensando durante largas noches el problema, dándole vueltas y vueltas a la cuestión, entendí que la solución era justamente así de circular y que el final era un nuevo comienzo. Imaginé a las vocales, impresas en orden, una a la par de la otra en una cinta de moebius, que leídas de corrido quedaban como: 

a e i o U a e i o U a e i…

Y así hasta el infinito. Fue entonces que divisé la solución. Le letra que terminaría con la grieta era la letra que estaba justamente en medio de la a femenina y la o masculina, la letra que anunciaba un error grave a la vez que denunciaba un problema en forma de queja, la letra que expresa ese enojo rabioso que significa el descontento con lo establecido, la lucha por el cambio profundo y duradero, la letra olvidada, la última vocal del abecedario, la letra perdida, la letra u. A modo de juego invito al lector a cambiar la letra u por la letra que define el género en la siguiente frase:

amigus,compañerus, todus, por qué motivo pierden el tiempo, leyendo o escuchando, las estupideces que tiene para decir estu BOLUDU / CONCHUDU.