sábado, 26 de febrero de 2011

sobre Inspiración

Es la primera vez que me animé a hacer un texto escrito en este formato. No sé nada de poesía, creo que por que no soy un lector recurrente de la misma. Muchas veces no entiendo lo que trata de decirme, o entiendo pero creo que hay algo que me estoy perdiendo. La poesía inspira de esa manera. En fin de cuentas anoto "aprender sobre poesía" en mi cuaderno de pendientes. Mi humilde intento de inspirar con palabras.

Inspiración

Inspiración,
las musas se fueron.

No está en la calle
no está en las casas, ni en los autos
ni en este colectivo ruidoso de jueves.

Analizo los detalles de elementos efímeros
busco objetos peculiares
las caras de la gente no inspiran ni confianza.

Nublo mi mente de ideas absurdas y me duermo
me aburro muy fácil con el día a día.

Nada sale donde nada hay
pero hubo y habrá.

Necesito ese algo que te vuela la cabeza
no es una droga barata
o un buen libro quizás
no es lo cotidiano, es algo más.

Las musas se fueron
vuelvan.

Padrino platónico

Resulta que iba a ser padrino. No por primera vez porque soy padrino de mi hermano Matute. Alguna vez en alguna de esas conversaciones que tenés con tu mejor amiga de toda la vida nos dijimos "vos vas a ser la madrina del primero" "bueno entonces vos vas a ser padrino del primero". Me ganó de mano la loca y se mandó a tener un bebé hermoso como es Felipe. Por cosas de la vida (ella está viviendo muy lejos y tuvo dificultades con el bebé y dificultades para venir) hicieron una especie de bautismo de emergencia allá por sus pagos. Obvio que quede fuera de esta jugada por la distancia y demás. Está bien, esta vez no se pudo. Yo igual planeo cumplir con mi parte del trato, o sea que, Pao vas a ser la madrina del primero. Desde mi madriguera te mando un beso enorme negra, para vos y para ese bebé hermoso que presumís por el Facebook con fotos como la que sigue. Sabé que te quiero un montón y que siempre pienso en vos.

jueves, 24 de febrero de 2011

Mucho por saber

Me pasó el otro día de estar reunido con amigos. Estábamos buscando boludeses en internet y matando el tiempo, uno de ellos quería saber sobre la carrera de cine que dicta la UNT aquí en Tucumán. Entramos a la página de la carrera y consultamos su currícula de materias. Leímos acerca del alcance del título y los objetivos que se desean alcanzar con esta carrera. Todo el tema me pareció muy interesante y hasta me dieron ganas de profundizarlo. Quienes me conocen saben que actualmente estoy anotado en dos carreras además de estar trabajando. Está de más decir que ni el tiempo ni las fuerzas me alcanzarían para, además, anotarme en esta tercera carrera. Quienes me conocen además sabrán que es común en mí interesarme por cosas como estas y buscar aprender sobre ellas desde el punto de vista más formal posible. Reflexionando al respecto choco con la pared de saber que "no se puede saber (estudiar) todo en la vida", al menos no de golpe como estoy pretendiendo hacer. Creo que con el tiempo me daré el gusto de aprender sobre cine (en la facultad que es mi ideal o como autodidacta). Me gusta leer y aprender cosas nuevas. Me gusta el saber porque es poder, no poder que se impone como la fuerza sino el poder capaz de generar un cambio. Hoy el cambio es en mi persona. El día de mañana cuando sea profesor ese cambio será visto en mis alumnos siendo su formación mi manera de retribuir al mundo todo aquello que me ha dado. Hay mucho por saber pero soy joven y tengo mucho tiempo para aprender.

domingo, 20 de febrero de 2011

sobre Carta a una desconocida

Un texto de esos a los que te gusta decirles lindo. Aunque dice carta a una desconocida en su momento tenía una musa inspiradora (de la que no voy a contar nada), que tiene que ser mencionada porque fue escrito por y para ella. Hoy es solo otro texto de los muchos que desparrame por Facebook o en el café, pero no deja de ser importante para mí.

Carta a una desconocida

Me pregunto si sos de esas chicas, esas que disfrutan la simpleza de las cosas. Una carta tonta llena de sentimientos puede ser tan simple como una charla de mates una tarde. Se dice más o menos lo mismo. Solo que esta vez lo escribo para vos y difícilmente pueda ver tu rostro al leerlo. De tu parte esta fingir que estoy frente tuyo e imaginar mi vos recitando estas líneas. Es un juego tonto nomás, solo para no romper la ilusión.

Me pregunto cuál será la expresión de tu rostro al leer estas líneas. Acaso diviso una sonrisa en mi idealización, acaso tus ojos se disparan de un lado a otro mientras lees apurada, muy interesada por el siguiente párrafo. ¿Es esa mueca de asombro la sorpresa de conocerme por primera vez en letras? Creo verte emocionada, por qué no, si es mi ideal de situación que invade mis pensamientos y se vuelca en este texto. Y así podría decirte que recibiste mi carta por medio de una amiga, así podría creer que estás en tu cama a la luz de la lámpara de tu mesita de noche. Que ese camisón blanco te sienta bien y realza tus facciones más femeninas. Que tu cama tiene el tamaño perfecto para una vida semi acompañada. Que los osos de felpa que adornan tu cuarto son pocos para los que yo te hubiera regalado. Que el viento en tu ventana desliza la brisa perfecta para flamear tu cabello mientras lees esta carta. Podría suponer, al menos, que alguna vez leerás esto. Y que los sentimientos que escapan de este texto provocaran ese suspiro anhelado por mi inconsciente. Un beso no dado, una caricia no recibida, un alago no escuchado una noche como la que imagino. Eso es un suspiro para mí. Y si acaso pudiera provocar esto en vos, como lo idealizo ahora, bastaría para complacer este deseo ferviente de ser parte de tu vida.

Crearía ese vínculo tan necesario entre dos corazones símiles, dos personas que acaso buscan lo mismo, el otro ideal. ¿Acaso podrás ser esa otra ideal que me espera en algún lugar? La que busco sin buscar, porque la idealizo como el momento en que estás, leyendo esta carta a no ser entregada nunca. Puedo creer que eres aquella que imagino tantas veces. Puedes creer que soy aquel que alguna vez quisiste encontrar en otros. Podemos imaginar un momento ideal juntos los dos. Si acaso existiera el nosotros, no en mi imaginación escapando de la realidad de las cosas, fugándose entre fantasías y anhelos, sino en la vida real.

Calamareando

Entró como un recuerdo, una bella canción de repente invade mis parlantes. Casi maldigo el aleatorio de mi reproductor de música, pero no, ya fue de asociar temas con gente. Un tema es un tema, va a estar siempre que lo quieras escuchar. La gente es gente, van y vienen. Me reconcilié con vos Andrés, y con este tema.

sábado, 19 de febrero de 2011

Distracciones

Creo que a todos nos pasa a veces que un mal recuerdo, o un pensamiento de mierda, nos tumba el ánimo. Al punto en que ni siquiera la lluvia de buenas nuevas, que puedan inundar tu vida, logran levantarte. Son esos días de profundo bajón, irrecuperable, insoportable. Es uno de esos estados anímicos de los que solo se vuelvo con el tiempo, no con la reflexión ni la indiferencia, hay heridas que solo las cura el tiempo. Creo que todos a veces necesitamos de esas distracciones que nos ayuden a olvidar, un rato al menos, eso que nos presiona el pecho. Salidas, chat, juntadas, todo se vale si lo que quieres es abandonar un estado de ánimo de mierda, depresivo e insoluble, y, por lo menos algunas horas, olvidar los problemas, zafar. Ojalá siempre tenga una distracción que me rescate en días pesimistas, ojalá no tenga más días como este.

sobre Historieta

Otra producción para el taller de escritura del profe Gonzales. Recuerdo que el pedido era escribir algo "que sea corto y que tenga un buen remate". Aquella vez me remarcó el uso de los puntos aparte y de los tiempos. Creo haber cumplido con el objetivo. Si el tiempo me lo permite espero este año poder inscribirme de nuevo a ese curso que me hizo mucho bien.

Historieta

Tengo esa sensación hace mucho, no sé si la conoces, es al tacto. Las cosas no son lo que aparentan, apenas estando cerca las reconozco. Cómo siluetas dibujadas, sin colores o formas. El mundo se convierte en una hoja rayoneada con lapicera, y las cosas son garabatos de azul manchados en un fondo de papel cuadriculado. Descubro escenas simples que se muestran en cuadros. Los diálogos son esferas partiendo de mi cabeza o de la tuya. Tus expresiones se fijan en tu cara estática. Quiero salir de esto pero no puedo, aunque lo intento. Es porque estoy en un trance de dos dimensiones. Enmarcado para siempre en la carilla de una hoja cualquiera. Pero me siento bien aquí, tranquilo y quieto, en absoluto silencio, solo temo a la siguiente página.

viernes, 18 de febrero de 2011

Escape

Volcar emociones y sentimientos en palabras en mi pequeño lugarcito en la red. Nada de lo que aquí queda es confidencial o secreto. Y es que nada oculto a casi nadie. Mis miedos los conocen, mis afectos también. Mis planes e ideas también los pueden saber. Solo se necesitan 10 minutos de su tiempo y saber escuchar. Creo que sé escuchar y también callar, porque a veces noto que mis amigos acuden a mi cuando necesitan a esa persona que te devuelve a la tierra, pero no pinchando el globito sino bajándote paso a paso, para no golpearse tanto al aterrizar. Yo aprovecho de ellos como ellos de mí, y como dije no oculto casi nada a casi nadie, pero como todos tenemos nuestros oscuros secretos, nuestros más profundos dolores, ese mal trago que no podes confiar con nadie, yo también tengo los míos. Esta es mi forma de canalizar esas cosas que en otros no puedo, que a mí mismo me superan, escribir, de lo que sea y aunque nadie lo lea, solo escribir y exteriorizar así la bronca, las dudas, los lamentos. No voy a contar aquí qué es lo que me acongoja, qué me motiva a redactar estas líneas, porque este es un lugar demasiado público y mi problema es demasiado privado. Solo me senté a escribir porque sabía que al final de estas líneas me iba a sentir un poco mejor.

Feliz cumple Gii

Muchas cosas (buenas y malas) pasaron en mi vida estos últimos tiempos. Creo que una de las mejores fue comenzar salsa. Me gusta mucho bailar y además me dio la posibilidad de conocer a muchas personas buenas que hoy ocupan un espacio especial en mi vida que además cuentan con todo mi afecto. Esta entrada en particular es para saludar a una de las chicas más buenas, simpáticas, inteligentes y divertidas que tuve la suerte de conocer en este tiempo y que aún estoy conociendo, porque esta niña aún se hace la misteriosa conmigo (chiste personal). Te saludo Gii desde mi lugarcito casi privado de internet (mi madriguera jeje). Y te deseo lo mejor del mundo. Sabés que te quiero no mucho sino un montón y que conocerte y poder ser tu amigo es de lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Feliz cumpleaños y mil besos de parte mi parte.

jueves, 17 de febrero de 2011

sobre Casi Perfecto

Un cuento particular. La idea era hacer una serie de cuentos sobre espías (al día de hoy es el único que hice), que sean cortos y precisos, y tratar de esta manera de tocar los factores humanos que afectarían a un espía (ocultar su identidad, cargar con la muerte de gente, no poder tener una vida normal). El tema de la trata de personas, que roza el cuento, salió sin que yo lo quiera (siempre trato de evitar tocar temas tan delicados por miedo a herir sentimientos), busqué centrar la atención en el personaje y su enemigo, apenas mencionando el tráfico de personas como un modus operandi del villano y solo nombrando este. Después de mucho tiempo volví a leer el cuento y me pareció que está bastante completo y hasta me erizó un poco la piel las palabras finales del personaje. Me gusta que algo propio me emocione de esta manera. Los lectores con relación al tráfico de personas espero no se ofendan con la mención que se hace. No es mi intención molestar a nadie con lo que hago.

Casi perfecto

Siempre me pregunte como será ese día, cuando la fuerza o la astucia, o ese algo especial y único, no alcancen. La idea no me perturba, tampoco me detiene, solo me hace más fuerte, más valiente. Nunca me rendiré sin luchar.

La sangre fría y seca que yace no oscurece mi vista, mis ojos lagrimean de sudor pero no de pena, mi espíritu manchado de muertes resiste una o cien más, muchas heridas. La vida es más larga para mí de lo que algunos piensan y a veces no tan grata. Sé que no perder el aliento es mi mejor arma y la aprovecho cuanto puedo.

Parado frente a él anticipo cada movimiento. Lo conozco, como a mí, como al resultado ideal de un misterioso proyecto. Es la máquina hecha carne y sentidos, es la máquina en funcionamiento. Y arremete, furibundo golpea preciso, ruge y acierta, exhala con violencia y saliva. Titubeo, creo, él lo cree y se confía, confunde mis pasos hacia atrás con mi derrota. Lo conozco sin saber su nombre, no me importa saberlo, se interpone en mi camino y eso basta para mí. Entiendo sus motivos, como él los míos, los dos somos sirvientes de la muerte y nos tocó hacer su trabajo sucio. Solo conozco mi historia como verdadera, aunque no me creo un justiciero, soy solo un profesional a buen precio que se informa antes de aceptar el trabajo.

Mis manos están sucias, pero no tanto como las de mi objetivo. Un digno mandatario, un servidor público. Pero se dice mucho menos de él de lo que se conoce. Un bachiller, doble apellido y adinerado, que solo llegó hasta segundo año de la facultad y luego la política. Dos veces intendente y diputado, esposa y dos hijos, muchos amigos en cargos altos, jueces y comisarios. Pero la política no enriquece de esa manera, no a ese ritmo. Algo había al escarbar más profundo, algo más que sus fincas y sus campos, más que sus inversiones y fábricas. Él era un tratante. Un negociante de vidas sin rastro, pero no olvidadas, un saqueador de tumbas vacías que cercena personas sin cortarlas y las vende, la peor escoria de una sociedad sin escrúpulos.

Ahora lo tengo frente a mí. Ninguno de sus guardias, ninguno, nadie pudo detenerme. Corrí con suerte otra vez, esa maldita suerte. Él no la tuvo. Cree que no anticipo su mano al costado y el arma, que no sé de la alarma bajo el escritorio. Es tan estúpidamente predecible. Sus últimas frases heroicas son súplicas, cree poder pagar el precio de verlo sangrar, esta corre por mi cuenta.

Adiós señor muerte, al menos uno como tu dejará de robar vidas inocentes. No soy un héroe, sólo soy un empleado pero a veces, solo a veces, disfruto al hacer bien mi trabajo.

lunes, 14 de febrero de 2011

San Valentín

Esto va más que nada para los que hoy (14 de febrero, San Valentín) o este año o todo el año pasado o el tiempo que sea, están solos. Gente, es el día de los enamorados. Enamorados de una mujer, de una profesión, de un hijo. No se trata de estar de novio o estar con alguien para poder festejar esta fecha. Si alguna vez sentiste amor, sentiste que dabas amor y sabes que fue así, porque así lo admitís, entonces es tu día. Y es mi día también, porque una vez me animé a amar, a entregar todo de mí a esa única persona, a confiar mi bienestar solo a ella. Fui un enamorado alguna vez, alguna vez volveré a serlo. Y aunque no lo festeje, aunque para mi sea otro día más del año, sé que también es mi día. Feliz día de los enamorados para mí.

Bloggear hace bien

Qué bueno esta eso de mostrar cuales son los blogs que seguís (creo que voy a dejar un lugarcito en el mío para mostrar cuales son los que sigo yo). Boludeando en el blog de un amigo del café literario empecé a mirar los blogs que él sigue. La mayoría son blogs personales pero con entradas con cuentos o poesías, algunos con fotos muy colgadas que hacen pensar "¿de dónde mierda saco eso?". Me doy con la grata sorpresa de que los textos publicados en estos blogs son de gran calidad, muy imaginativos y prolijos (leí un par de cuentos que me dejaron con la boca abierta). Hay mucho talento en la comunidad bloguera y creo que blogger es una buena herramienta de difusión para estos artistas (me animo a decirles así aunque no se bien que es el arte). Te divertís, conoces otros estilos de escrituras, aprendes sobre una variedad de temáticas y como cada uno las trata. Muy recomendado leer (al menos una entrada de vez en cuando) el blog de cualquiera que se anime, no a difamar con esta herramienta, sino a crear. Afirmo de nuevo como en el título BLOGGEAR HACE BIEN.

sábado, 12 de febrero de 2011

sobre Camino Solo

Terminé este relato hoy mismo. Esta cargado de melancolía y buenos recuerdos. Una forma de jugar con mi propio ánimo. Lo bueno de escribir sobre uno mismo es la liberación que se siente poder expresar algo latente que al mismo tiempo entretenga, que genere reflexión o sentimentalismos. Los lectores que me conocen sepan que estoy más que bien y me permito jugar con mi propio pasado en un texto de ficción.

Camino Solo

Entonces salgo de casa para hacer el camino de siempre, camino que hacía mucho tiempo no transitaba. Salgo de casa para buscarte donde siempre, donde me acostumbre a encontrarte. Son algunas cuadras de recuerdos que debo caminar una vez más después de tanto tiempo, sabiendo que será la última, ¿por qué?

Salgo de casa y ando por la vereda de mi barrio, de mi querida avenida que tantos años me voy ir y venir. Llego hasta la parada donde solía esperar el 7 para ir a la escuela primaria, de eso hace ya tanto tiempo, donde una amiga partía hacia su casa cuando venía a verme los domingos, después de acompañarla a ella iba a verte a vos. La parada es la misma pero el colectivo ahora hace un recorrido distinto, las cosas cambian y nos adaptamos a eso siempre que podemos. Desde el cambio puedo tomar el mismo colectivo en otra esquina, más cerca de mi casa, así que no tengo que recordarte cuando decido viajar en el 7. Es un alivio.

Doblo en la esquina de la parada, aquí a la vuelta vive un buen amigo, ese que saludábamos siempre que veníamos de tu casa. Podría pasar por ahí, ver que está haciendo y quedarme a charlar un rato. Vos no vas a ir a ninguna parte, lo sé, aunque no con certeza. Pero no… mejor no, me da vergüenza. Él me vio en los peores momentos de nuestra separación y no se explica por qué volví a buscarte, como es que tarde tanto en superar lo que pasamos. Mi respuesta siempre es “tiempo al tiempo”. Eso me sobra ahora, camino solo así que puedo ir tan rápido o tan lento como quiera.

Sigue el viaje. Es inevitable recordar algo nuestro cuando transito estas cuadras, que podría decir que detesto, pero estaría mintiendo. No puedo odiarte por que te quise tanto como vos creo que me quisiste a mí. Las cosas se terminan y ya. Es un punto aparte que cuesta escribir a veces pero que debe hacerse. ¿Y por qué detestar estas calles?, que hoy camino para ir a verte, que caminé tantas veces en el pasado y lo seguiré haciendo. Compartimos este barrio y sus calles, eso no podemos evitarlo.

Estoy llegando a la esquina del pool, ese al que nunca fuimos y al que nunca iré. Siempre salude al dueño del lugar, que al parecer siempre está parado en la vereda, y lo saludo no solo por respeto sino por conveniencia también. No son tan lejanas las noches en que volvía caminando de tu casa a las 3 de la mañana. Si he de andar solo a esa hora es bueno hacerse conocer por las personas que habitan las calles tan tarde. Saludo al señor, no paso tanto tiempo, estoy seguro que me recuerda. Él también me saluda.

Siento un aire nostálgico en las dos cuadras que faltan hasta tu casa, el de andar por lugares tan comunes antes, que ahora solo son recuerdos acumulados en mi memoria y disparados por el paisaje. Así al ver el cartel aquel, que dice “trabajos por computadora”, recuerdo venir caminando con vos mientras lo colocaban ahí mismo. Eso no ha cambiado. Recuerdo hacer uno de esos chistes boludos que me salen a veces, y vos reírte y acotar algo gracioso también. Nos divertíamos con tan poco. Yo todavía soy capaz de hacerlo.

Ya estoy en la esquina, solo falta media cuadra. Miro de reojo en dirección a tu casa, por alguna razón quiero verte esperando mi llegada afuera. Es obvio que no vas a estar. Tenés una vida ahora y yo dejé de ser parte de ella hace mucho. Tenés cosas más importantes que hacer que esperar la llegada de un viejo amor, que solo viene por un par de cosas que quedaron en tu casa. Toco el timbre y alguien me atiende, no importa quien, me reconoce y te llama. No vengo a verte, que no se mal entienda. Solo vengo a buscar un papel escrito que te di, unas fotos mías viejas y tal vez otro lindo recuerdo que quedó guardado en mi memoria. Un recuerdo que necesita dispararse con tu presencia, con ver tu rostro de nuevo. O tal vez sea esta casa en este barrio. Olvide muchas cosas que no quería olvidar. Puede que extrañé recorrer este camino hasta tu casa como lo hacía antes, casi todos los días. Puede que extrañé verte salir desde lo lejos y recorrer ese pasillo hasta la puerta. Puede que extrañé verte. Las viejas costumbres son difíciles de olvidar, como las malas mañas. Es solo melancolía.

Está hecho, no hay nada más que hablar. Vuelvo a mi casa pero esta vez tomo una dirección distinta. Un nuevo camino que va a llenarme de nuevos recuerdos felices. Solo miro hacia adelante ahora. No conozco este sendero, puede estar cargado de piedras con qué tropezar.

viernes, 11 de febrero de 2011

sobre La casa de mis padres

Este es un texto hecho a pedido. En mi búsqueda de aprendizaje, respecto a este pasatiempo que tanto disfruto (escribir), alguna vez me anote en un taller de escritura dictado por un profe de la tecnológica (el profe Gonzales de Ingeniería y Sociedad). Tenía que hacer un texto por semana para llevar y así marcar la evolución de lo que escribía. Aunque muchos no lo crean escribir a pedido es muy difícil (aun cuando sea libre tema). Hacia lo mejor que podía pero siempre tenía algunos errores que corregir (cosa que me parecía excelente, de los errores se aprende). Este cuento en particular me gusta porque es sencillo y fácil de leer, y porque le saco un "ah estaba... " (se sorprendió con el remate) a mi profe rígido y muy exigente.

La casa de mis padres

Llego temprano esa tarde a la casa de mis padres. El sol no calienta lo suficiente a esa hora como para que la respiración no se convierta en vapor tibio saliendo de la boca de mis vecinos. Solo sus rostros están al descubierto, como los rostros de los conocidos en la avenida, todos bien abrigados por el frío clima.

Decido caminar por el cordón de la calle como cuando era un niño. Hacer equilibrio así solía divertirme mucho. Quienes me recuerdan sabrán que siempre fui muy solitario en mí andar por el barrio. Sin amigos ni compañeros de la escuela cerca, sin hermanos o primos que me visiten. Solo éramos yo y el cordón alto de la vereda que llegaba hasta el final de la calle. Era un verdadero desafío.

También estaba la plaza a la vuelta de la esquina, frente al taller de autos. Recuerdo que solía caminar, o a veces correr, por el cordón hasta la esquina. Cruzaba la calle sin mirar y en el kiosco de enfrente compraba chicles de menta. Los saboreaba de a tres o cuatro a la vez. Hacía globos del tamaño de mi mano, pequeña como la de cualquier niño, que explotaban pegándose en toda mi cara. No recomiendo hacer esto en invierno.

Siempre me quedaba algunas horas sentado bajo la palmera que estaba junto al kiosco. Me divertía viendo llegar e irse autos del taller. Los sonidos y explosiones que escuchaba a veces me causaban mucha gracia. Conocía por entonces de modelos y de marcas. El que dice “esas cosas no se olvidan” no me conoció bien.

Cuando me animaba cruzaba a conversar con el mecánico. Era un viejo y gordo señor sin mucha paciencia, que no demoraba mucho en mandarme a mi casa o a ver a mis padres. Tanto él como la mayoría en el barrio nunca supo bien lo que paso. Si la falta de tacto del mecánico me disgustaba, antes de cantarle sus verdades de viejo y de gordo, tomaba rumbo hacia los videos.

No es mi costumbre alabarme, siempre me consideré un niño humilde, pero en esto era bueno, jugando a los videos en verdad era muy bueno. Tengo que confesar que no estaba solo siempre, aquí compartía, al menos una hora o un poco más, con otros niños de mi edad, con los que hacíamos combates para ver quien se ganaba quedarse jugando en la maquinita. Todo estaba bien hasta que no tenías más fichas ni plata, podías quedarte solo a mirar pero era un poco aburrido si no se podía jugar también. Lo mejor eran los combates, cada uno elegía el personaje que mejor manejaba y se enfrentaban. No era solo una pelea en el juego, el honor de esos niños se medía en cada contienda. Aquí me divertía mucho. Conocía el nombre de varios de estos chicos aunque no creo que ellos el mío.

Finalmente la tarde se completaba con la renombrada plaza, justo al frente de los videos. Cuando me cansaba de ganar, humildad aparte, o de perder también, cruzaba a jugar en la hamaca o el tobogán, me colgaba como un mono de los pasamanos o solo corría en línea recta tratando de batir mi propio récord. Aquí también tenía compañía ocasional, pero era menos frecuente que en los videos. Era casi de noche cuando volvía a casa, por entonces el barrio era más seguro que ahora.

En casa siempre estaban mamá y papá esperando, no sé muy bien a quien, pero ahí estaban. Justo como ahora. No se confunda lector, ellos no murieron cuando yo era un niño, tampoco estaban enfermos o postrados a sus camas por algún problema extraño. Simplemente estaban ahí pero no para mí. Esto no es un misterio para nadie, y casi creo que los entiendo. Ocupados en sus trabajos, con sus amigos o entre ellos mismos. Solo soy un recuerdo triste en sus complicadas vidas, que no vale la pena traer más que en ocasiones especiales. No los culpo por esto. Pero lo que ellos no saben es que, en todos estos años sin vida, no he podido dejar de volver a la casa de mis padres.

lunes, 7 de febrero de 2011

Cuentos a leer

Me gustan los libros de cuentos (dicho así suena que es algo para niños. Los adultos también leemos cuentos), y me gustan porque sus historias breves, según cuanto le interesen a cada lector, son capaces de emocionarnos fácilmente. Pensando en que la vida es única y el tiempo lo más valioso (se entiende por qué no me gusta dormir siesta), que una lectura de 15 minutos de un cuento pueda despertarnos deliciosas sensaciones y emociones es algo para valorar. Todos conocemos esa sensación de que algo falta cuando nos encontramos con un final abierto. Y pasa que justo ese párrafo me describe a mí o a algo que me paso una vez. Todos nos metemos en la piel del héroe y queremos que salga airoso, o al revés, que el villano gane. Amo ese poema archiconocido, nunca leí un cuento igual a este, no puedo creer que alguien escriba algo así y más, mucho más. Son solo 15 minutos, de una vida llena de cuartos de hora, y te llenas de emociones y sensaciones, te llenas de vida ¿Cuánto tiempo te llevo leer esto? Hay tantos cuentos por leer.

viernes, 4 de febrero de 2011

sobre El carnicero

El cuento comenzó con la idea de un personaje que hacia cualquier cosa por dañar a las mujeres con las que estaba. Pensé en darle a su problema un grado de adicción y que además sea un jugador, un galante estratega que se entrena para seducir y conquistar futuras víctimas. Creo que la parte de la adicción esta solo para librarlo un poco de culpa. En el fondo no creo que haya gente mala, solo están enfermos o confundidos. Sacando un poco todo lo malo del personaje me hace acordar a un amigo, por todo eso de aprender como seducir y adaptarse a lo que las mujeres quieren para poder conquistarlas. Me hace pensar, por detalles y similitudes ínfimas entre el personaje y mi amigo, que la realidad y la ficción no están tan separadas.

El carnicero

La creación más preciada de Eduardo fue su mujer Ana. Estamos hablando de una verdadera obra de arte, un homenaje a la belleza y sensualidad del sexo femenino. Creada a partir de mujeres inteligentes y hermosas mutiladas y cercenadas por el propio Eduardo, víctimas por casualidad o causalidad, víctimas por haber cruzado el camino del hombre alguna vez.

La historia de estas mujeres es tan triste como su destino, aisladas de alegrías y esperanzas, carentes de un futuro próspero y feliz. Son víctimas de un enfermo, de un adicto confeso e incurable, que se las ingeniaba para lograr esa conexión mágica de un primer encuentro, de una conversación casual, para luego avanzar sobre ellas.

Eduardo las cautivaba, las desafiaba, las idolatraba, gastaba cada minuto de su día en imaginar y concretar una nueva manera de enamorarlas. Era un hombre inteligente, respetuoso, humilde, amable, un fotógrafo, un artista, era un buen partido para cualquier mujer en cualquier lugar que se encuentre. Pero era un adicto.

Eduardo vivía para sus conquistas, en su papel de semental jugaba sus cartas de a una y con estrategia. Cada nueva amante era un desafío diferente, entender cuáles son las costumbres que tiene, sus ideas y sus metas, adaptarse a su ritmo de vida, aprender a convivir junto a ella compartiendo sus tiempos con los propios. Cuando la relación prosperaba y la pareja pasaba del noviazgo a la convivencia, Eduardo centraba su atención en rellenar cada recoveco, cada lugar vacío o insatisfecho de su mujer actual. El hombre era un estratega y como tal sabía las palabras justas para cada momento, y podía ser un confidente, un amigo, un compañero en sus actividades, un buen amante. La debilidad innata que todos tenemos, ese talón de Aquiles, propio de cada una de ellas, era el punto de partida al declive de su existencia. Así Eduardo conseguía llegar al lugar exacto, al momento justo de la relación, en que su pareja sentía esa necesidad latente de complacerlo, de estar de acuerdo con él en todo lo que dijese, de aceptar cada pedido suyo como una orden, de no faltar a sus reglas y condiciones, de velar todo el tiempo por su bienestar.

Era entonces que Eduardo, ya en su lugar de placer, en su propio paraíso de sentimientos y sensaciones, consumía cada gota y cada fragmento de vida de su mujer actual. Y era un adicto. Provocaba disputas por el placer de tener la razón de lo que se discutía, incitaba a rompimientos sólo para escuchar suplicas y llantos, acusador celaba y desconfiaba para conseguir el placer de la entrega absoluta, de la sumisión total de su pareja. Sólo así conseguía llenar esa profunda necesidad, esa dañina adicción y oscuro deseo que lo desbordaba.

Y las parejas de Eduardo sucumbían con el tiempo, por el desgaste o la desesperación, por la desesperanza, en un abismo profundo y sin salida. En un deplorable estado su cuerpo y su mente se atrofiaban hasta caer en la paranoia y la agonía de un dolor físico punzante y sin motivos, la decadencia del ser en su máxima expresión, cuerpo, mente y alma, todo se perdía. Y ellas ya nada podían hacer, y Eduardo ya nada podía hacer con ellas, entonces se marchaba.

Pero pronto Eduardo se vio exhausto, lo años y los vicios lo convirtieron es un viejo moribundo y pobre, un ser grotesco. Todas las mujeres que pasaron por su lado alguna vez ya no estaban, todo el encanto juvenil que antes lo ayudaba a saciar su deseo, a calmar su adicción, se había desgastado con cada una de sus mujeres. Ahora estaba solo. Ahora era feo. Pasaba los últimos días de su vida enfermo, mirando al sol ponerse a la distancia sin saber si despertaría a la mañana siguiente. Muy orgulloso como para llorar, blasfemaba frases al viento maldiciendo a toda la existencia, era incoherente y senil. Detestaba pensar que la vida le devolvía el golpe, ese que por tantos años él le había propinado a cada una de sus mujeres, y entonces su sufrimiento no era casual. Cuando el pavor del silencio en la noche lo superaba se imaginaba asestando estocadas, con un viejo cuchillo de carnicero, a cada mujer que cruzó por su camino. Y las recordaba a todas.

Un día de invierno Ana apareció en la vida de Eduardo, y ella fue su más grande creación. Hecha de partes de mujeres del pasado bohemio de Eduardo, que había coleccionado cuidadosamente en una caja de madera, Ana era perfecta. Tenía la sensualidad de Belén en todas sus expresiones, tenía la comprensión y paciencia de Emilse, de Silvina tenia los pechos redondos y bien formados, de Natalia la cola firme y el pelo largo hasta la cintura, los ojos celestes de Romina, la tez blanca de Andrea y más, mucho más. Ana representaba todo lo que Eduardo quiso durante tantos años, y era sólo suya, porque él la creo.

Así pasó Eduardo los últimos tristes días de su vida, una vida que no siempre fue triste, pero sí muy vacía. Y así pasó Eduardo las últimas noches de su vida, desnudo frente a Ana, una mujer hecha de retazos de muchas otras, pegada en el espejo, con un cuchillo de carnicero en su mano derecha y la soledad en su mano izquierda calmando su adicción hasta acabar.

* del libro Ernesto Pérez Pascualino y sus cuentos de ciencia-ficción popular

Los buenos amigos odian

Los buenos amigos odian por vos. Es que a veces uno no puede hacerlo, por más que lo quiera, por más que esa persona malvada, vil y cruel, lo merezca. O podría no ser una persona malvada, vil y cruel, solo un desencuentro amoroso, un errado incorregible o un inocente equivocado. Su identidad no es importante, el crimen que cometió hacia vos tal vez tampoco lo sea. Pero a veces hace falta esa terapia del odio. El poder putear y reputear aunque sea al aire. Descargar la bronca con un TE ODIO POR QUE SOS UN/A HIJO/A DE PUTA Y TE PODÉS IR BIEN A LA MIERDA VOS Y TUS… y así lo que salga de más adentro. Odiar, detestar, aborrecer, sacarse su recuerdo y el mal trago que te hizo pasar con un sentimiento tan transparente como el odio. Que va dirigido, que no distingue sexo o edad, que no pregunta el por qué, solo odia. Y que pasa cuando no podes, cuando es más lo bueno que lo malo, cuando parece que no se lo merece como todos piensan, cuando simplemente no sos así. Ahí están los amigos, fieles compañeros de la vida, odiadores por naturaleza. Ellos son capaces de ver el error del otro, de maximizarlo al grado de un crimen mortal, de reflexionar cuanto se merecen padecer el doble o el triple que vos, de ignorar tus propios errores con un “pero vos al menos no hiciste esto” o cosas así. Son de lo peor, por eso son buenos amigos. Gracias amigos por su odio tan útil, siempre que me necesiten voy a estar ahí para odiar por ustedes también.