martes, 13 de abril de 2021

12 horas para el final

Son las nueve de la noche en punto, la aguja del horario lo corta a la mitad dividendo en dos su persona, una mitad dice basta de toda esa tortura, la otra de a poco empieza a coincidir con la primera. Enciende la tele, cualquier cosa tiene que ser mejor que estar en su cabeza, la ventana en la pantalla sopla un viento en HD que escapa de las 32 pulgadas, que inunda la habitación volteando latas vacías, ropa desparramada y los papeles en la mesa de luz, hojas tamaño oficio arremolinadas empapelan toda la pieza del hotel, donde sea que mire tiene que rubricar la firma. El horario marca la una y la aguja filosa tiene forma de lapicera, el corte cruza la cara a la altura del ojo derecho, del ojo bueno, y los sesos de la cavidad craneal seccionada luchan por permanecer unidos al cuerpo, chispas eléctricas iluminan la habitación sin gravedad como flashes en el espacio, las ultimas ideas de una batalla perdida. Devienen las cuatro, los chispazos son esporádicos, el horario caprichoso se ensaña con los brazos y las manos, queda invalido de un poder hacer, cualquier cosa, lo que sea que lo salve de llegar al final de esas doce horas. No hay dedos para marcar, no hay manos que golpeen puertas, no hay brazos que le ayuden a levantarse del frio suelo de la habitación, tampoco hay forma de que pueda servirse otra copa. El minutero de las seis en punto se suma a la carnicería, corta a las seis y cinco, corta a las seis y veinticinco, a las seis y cuarenta, a las y cincuenta y cinco. El montón de carne que es su cuerpo ahora se resiste a comenzar con los rituales, el alcohol requiere una ducha, el desvelo un café amargo, la tristeza es algo que no podrá solucionar. El remís lo deja en la entrada, la aguja del horario es una espada marcando las nueve, una espada que ella arrastra mientras caminan en dirección al funcionario. Siente la tentación de hablarle, pero no cree poder volver a coser todas las partes del cuerpo, no quiere otra noche como la anterior. Ambos firman, el divorcio es definitivo, las agujas del reloj dejan de tener filo, el tiempo deja de importarle.