jueves, 6 de abril de 2017

Folclore

Hay un folclore no reconocido en el norte argentino, en realidad no puedo generalizar hasta el punto de decir que es en todo el norte puesto que nunca salí de Tucumán, casi no salí de la capital para ser más justos, pero a razones de utilidad e importancia voy a suponer que en las capitales y ciudades grandes de las provincias del norte se dan casos parecidos. Existe este folclore decía, aunque solo voy a usar esa palabra para generar la controversia de comparar el folclore con lo que quiero exponer aquí, existe ese folclore de personas criadas en la capital y su periferia que, a pesar de los grandes esfuerzos de los profesores, de primaria o secundaria, de inculcarnos el culto a los grandes próceres fundadores de estas tierras y sus leyendas, a pesar de presentarnos a la tradición como el más fuerte rasgo de identidad que tenemos como argentinos y como norteños, a pesar de recomendarnos talleres de danza, museos históricos y demás formas de reconocimiento con nuestra identidad, nos sentimos, como quien diría, no tan de acá. El sentimiento no está relacionado con el creer pertenecer a una cultura ajena a la argentina o latinoamericana, que dicho sea de paso es tan múltiple que puede llegar a agobiar a quien pretenda encontrar sus raíces en semejante paleta de colores, tampoco me refiero a sentirse parte de la homogénea cultura que nos transmiten desde más al norte los vecinos de habla inglesa, aunque mucho de lo que somos en la actualidad está fuertemente configurado por ellos. Tiene mayores relaciones con no poder integrarse a los colectivos que se presentan como identitarios de nuestro propio pueblo, está relacionado con estar varados en la marquesina de ofertas culturales tradicionales del norte sin poder sentirse identificado con ninguna de ellas, sin conocerlas demasiado, lo admito. Los que padecen esta situación de desintegración cultural por lo general tampoco lo piensan demasiado, y en la era de la incomunicación y las dificultades para entablar una relación real, suelen arraigarse como garrapatas al primer colectivo donde encuentren un mediano espacio de coincidencia y allí se quedan. Como experimento de ciencias sociales andamos vagando por el espacio que nos permite nuestra situación económica, porque obviamente si pudiéramos llevaríamos nuestro campo de acción a lugares como Francia, donde creo firmemente hay un lugar en el que encajo, sin tener mínimas certezas de eso, y en este corto pero multicolor espacio vamos probando en distintos colectivos y tendencias que nos pueden agradar más o menos, o motivar más o menos. Resulta que en el fondo las personas no son tan hijas de puta, engreídas o estúpidas, como nos parecen en sus estados de Facebook o publicaciones de Instagram y, tarde o temprano, terminamos conociendo alguien que en algún nivel o sub nivel resulta interesante, o lindo o linda a la vista, o paga las cervezas lo cual suele convertirlo en la mejor persona del mundo. Así terminamos dando vueltas tras vueltas con los salseros, en la previa un domingo con los futboleros, en marchas y repudiando con los de izquierda, en lugares súper tops con los chetos, haciendo lo que se puede con los hippies, intentando hacer la diferencia con los artistas, movilizándonos. Una vez ahí, integrados en ese cacho de realidad subjetiva y acotada, nos desenvolvemos como mejor nos sale o nos permite ese carácter de mierda que tarde o temprano termina cagando cualquier relación, sea personal o colectiva, en el momento justo en que esa individualidad que nos hace tan únicos a nuestros propios ojos, no se banca ni un minuto más ese mismo carácter de mierda de ese otro que, posiblemente, pasó por la misma situación y decidió que no le importa el otro sobre su propia persona. Pasado ese momento, si no te convertiste en un huérfano de espacio, o si no decidiste que no hay como el yo individual en mi mundo y todos los demás me chupan un huevo, tal vez solo entonces, si aún formas partes de ese folclore, tal vez encuentres lo que andabas buscando desde un comienzo, no un folclore identitario, solo gente que te banque. Así ese otro folclore del norte argentino, al igual que el folclore de las tradiciones a las que suele hacerse mención con la palabra folclore, terminan siendo solo un espacio más con un montón de gente que aprendió a bancarse entre ellos o que todavía no se conocen lo suficiente para no bancarse más. En este punto es que descubrimos que ese otro folclore del norte argentino, con su rasgo identitario y particular, es igual que cualquier otro folclore en cualquier otro lugar de argentina, de nuevo solo supongo esto, puesto que no conozco mucho este país, e igual al de cualquier otra parte del mundo, seguramente.

Lo que quiero decirles con todo esto es que me disculpen, que fui un boludo que habló de más, que nunca fue mi intención herir a nadie, que extraño las juntadas que hacíamos, que esta vez me voy a saber comportar, que me sumen de nuevo al grupo de WhatsApp, también, conseguí unos videos que están buenísimos y se los quiero compartir.

miércoles, 18 de enero de 2017

Rodolfo

En la pantalla un documental, los testimonios de como una familia común se adaptaba a la convivencia diaria con Rodolfo R. 35294.

– Las cosas son diferentes… incluso la casa no parece la misma, nos ha cambiado para siempre, para mejor.

– No podemos evitar pensar, con Andrés, que a veces llegamos a extrañar las viejas costumbres. Una se hace a los hábitos, buenos o malos, aunque Rodolfo los considere malos la mayoría de las veces. Pero sí, las cosas son distintas.

Era evidente la desesperación en las caras de la pareja. Casi hasta podía entender lo que detrás de sus comentarios se escondía.

– Luisito debe estar en el segundo piso, después pueden pasar a verlo, pregúntenle cómo le va, no creo que Rodolfo tenga problemas con eso, él los invitó a venir ¿no?

– Yo manejo bien lo de no verlo, no soy de esas madres sobreprotectoras que no pueden pasar ni dos semanas sin ver a sus hijos, Rodolfo dice que esto me hace una madre pro. Además sé que es por su propio bien, que hasta ahora solo éramos, con Andrés, una mala influencia para el pobre.

La toma de Romina, la madre, mirando la fotografía del hijo, mirando a la cámara y mandando un beso al pequeño, era sumamente triste, aunque intentase lo contrario.

– Debes en cuando escucho silbar a un vecino, el de al lado, él es inofensivo. Con el tiempo me acostumbré a no verlo, a solo estar en la casa con Romina mirando el noticiero o viejos videos de Luisito.

– Estar en la casa es más seguro, aquí tenemos todo y Rodolfo se encarga de que las cosas funcionen a la perfección. Coincidimos con Andrés en que no es necesario seguir viendo a los vecinos, ni salir a la calle siquiera, con qué sentido lo haríamos.

Escuche alguna vez sobre la rebelión de los silbadores, tal vez el vecino de Andrés, tal vez Andrés. La imagen los mostraba ahora comiendo, luego enfrente de la televisión, más tarde preparándose para dormir.

Al final de todo, al final de los créditos y de una larga pantalla negra, aparecía una leyenda “Te seguimos esperando Luisito”. El video vino de la planta baja, seguramente Rodolfo no se percató de mirarlo hasta el final antes de enviarlo.

Constitución

Me construyeron sarcástico, será la junta, será la literatura, pero no mucho, lo justo. Lo suficiente para resaltar de inmediato que, por mucho que pretendas que todo está bien y que seguro vamos a salir de esta deprimente existencia, no vamos a llegar a ningún lado, el barco se hunde, pero con el tacto afinado para decírtelo en una expresión como “si aquí estamos así, imagínate en Alemania”.

Me armaron elocuente, casi jocoso, extrovertido dirán. Lo necesario para llamar tu atención en una cena, en una reunión casual, en el momento justo en que están bajas tus defensas, pero sin dar los suficientes detalles como para que descubras el grado de inmadurez y falta de compromiso que tengo para encarar una relación, esa es mi ruta de escape.

Me ensamblaron contrera, esto definitivamente está relacionado con el grado de error en que, por lo general, se mueve la gente. Lo suficiente como para no estar de acuerdo con tu opinión respecto a este texto, o a casi cualquier cosa que digas, justo en este momento, pero con la paciencia necesaria para no mandarte a la mierda por la opinión respecto a este texto, o a casi cualquier cosa que digas, justo en este momento.

Me amasaron testarudo, ciego ante la crítica, defensor de mis propias quimeras. Lo necesario para no ceder al ataque de todos esos genios de cafés y lecturas de Internet, pero con la cordura suficiente para saber que en algo pueden tener razón, hasta cierto punto, en cierto momento, cosa que jamás me escucharan decir.

También me dieron una AK-47 y muy mal carácter cuando me enojo.

martes, 17 de enero de 2017

Propiedad intelectual

Estoy aquí, frente a la pantalla, mirando la hoja en blanco, pensando en la incapacidad de poder comenzar a escribir. Y no es por falta de gana, claro está, sino no estaría frente a la pantalla, mirando la hoja en blanco. Tampoco creo que sea por falta de inspiración, porque las ideas, como las metáforas, vuelan como dientes de león recién soplados, ven a lo que me refiero. Y es que estoy aquí, frente a la pantalla, mirando la hoja en blanco, pensando en la incapacidad de poder comenzar a escribir. Pensando en que no tengo un pie que me ayude a avanzar, a dar ese primer paso. Pensando en que no tengo una guía, alguien que empuje la silla de ruedas de mi lento viaje en este texto. Pensando en que no tengo una cuerda que me sirva para escalar las montañas de la creación. Pensando en que solo necesito eso, una frase que dé inicio a todo, el famoso disparador. Pensando en que es una pena que el “había una vez” sea propiedad intelectual de Disney.

jueves, 12 de enero de 2017

Gran hermano 2.0

No me pareció extraño aparecer número 7 en el video “Las 10 personas más adictas a los videos top ten sobre cosas inútiles”.