lunes, 17 de septiembre de 2018

No lo leas, no le suma nada a nada

Te pongo en contexto, baño de gimnasio, hace calor, está lleno el lugar. Hay tres duchas individuales con puerta, dos inodoros, también con puerta, y dos orinales al aire libre, frente al espejo, sin separador, con la inevitable facilidad de verte orinar, de cuerpo completo, y a los demás también, cero intimidad para orinar, está lleno el lugar. Abro la canilla caliente, la apunto hacia un costado un momento, salía fría al comienzo y está lleno el lugar, pero la puerta está cerrada y nadie puede ver mí cobardía, la intimidad justa en la ducha del baño del gimnasio. Ya está caliente, ya estoy desnudo, las otras dos duchas en iguales condiciones, con iguales hombres haciendo tal vez lo mismo, afuera la espera, el lugar está lleno. La necesidad, que ya es costumbre, que ahora quiero contarles, que es básica, que ya no me da vergüenza, que vuelve a suceder y que cómo siempre sucede, sucede. Orino en la ducha. La orina cae caliente, como el agua de la ducha, los dos líquidos calientes impactan el suelo de la ducha, al mismo tiempo, casi del mismo color, y hacen lo mismo, o eso creo, después del impacto no distingo entre orina y agua, ambos corren libres, como uno solo, giran concéntricamente alrededor de la rendija, se pierden en ese hoyo negro que conduce al desagüe, se hacen uno y se pierden, las otras dos duchas suenan a líquido que cae, que impacta el suelo, la gente espera, el lugar sigue lleno. Creo distinguir, no estoy seguro de si esto es posible en verdad, pero creo poder reconocer el sonido de la orina caliente al impactar el suelo, al golpear el azulejo del piso de la ducha, junto al resto de agua que cae, de mi cuerpo, de la ducha misma, y además de distinguirlo, creo poder diferenciarlo del resto de sonidos de agua, de líquido que cae e impacta el suelo, creo poder diferenciarlo y aislarlo, y hasta por momentos, concentrándome lo suficiente, solo escuchar orina que cae, orina caliente que impacta el azulejo, está lleno el lugar, de a poco dejo de escucharlos a ellos también. No puedo distinguir si esta particular distinción entre el sonido del agua que impacta el suelo y el sonido de la orina que impacta el suelo, son una ilusión, son un juego de la mente, son la idea que surge de ver impactar la orina y creer que alguno de esos sonidos que escucho pueda ser el sonido propio de ese choque, de ese golpe líquido y ácido de la orina en el suelo de la ducha, que por definición, por ser la orina distinta del agua, en su composición química y demás, debería de sonar distinto. Y ese sonido, que creo es el sonido de la orina, me parece distinto, me parece particular, de a poco voy aislándolo del resto de los sonidos, el de la ducha, el de las demás duchas, el de la gente en el baño del gimnasio esperando, voy aislando cada uno, los voy separando y suprimiendo hasta escuchar solo la orina que impacta el suelo. Voy a tratar de reproducírtelo:

– Shiufsssssssssssssssssssssssssssssssssssss – este es el sonido de la ducha.

– Chirufssssss – este el sonido de la orina, es el que tengo que aislar.

– Che flaco, ¿vos te estabas bañando recién? – Alguien le habla al que salió de la ducha contigua – ¿por qué pingo meas en el el piso de la ducha?, que no ves que... – sigue hablando, otro sonido que tengo que aislar.

– Shiufssssssss – de a poco voy aislando el sonido de la ducha.

– ¿A quién empujas culiáo?

– Plafsssss – alguien se cae afuera, se está armando un alboroto pero ya casi logro no oírlos.

– Shiufs... – el sonido de la ducha se apaga también.

– Chirufssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss...