lunes, 28 de marzo de 2011

Mañana cobro

¡En hora buena! Hacía rato que me dolía el bolsillo y el pantalón de jean apretaba en la pierna, me cortaba la circulación y apenas si podía caminar. Por suerte el dinero bien habido viene a curar los males de la miseria, de no tener pal bondi diría si quisiera explicar por qué vuelvo caminando a casa a las 2 de la tarde en enero. De llegar con lo justo o no llegar.

Quien toca el timbre me busca, seguro me vienen a cortar un dedo, son acreedores de algún negocio sucio que hice con desesperación, digo y todos se ríen, a carcajadas se ríen, debería cobrar el show.

Últimamente me consideré un busca, un busca y no encuentra. Los que antes eran favores de amigos pasaron a ser negocios, los que antes eran regalos pasaron a ser prestamos, los que antes fueron amigos pasaron a ser víctimas para sangrar. Pero la colorada que tengo al lado ya no me da a cuenta, no tengo para pagar sus servicios y hasta pienso en pedirle prestado, hasta donde nos hace llegar la desesperación, que hasta envidia me das mujer de oficio.

La calle esta dura para el que tiene ganas de trabajar y superarse, entonces para mí debe estar peor. ¿Quién quiere pagarme por ser como soy? por decir lo que pienso y escribir lo que siento. No se amontonen, no tengo nada que hacer, puedo atenderlos a todos.

Tengo el plan de conseguirme un plan, de esos que dicen que fomentan la vagancia de estos y aquellos, si pueden fomentar su vagancia por que no la mía. Gracias gobernador querido por excluirme de su círculo de desocupados mal pagados emplaneados, por otro lado morderé, no se preocupe, nací perro y siempre voy a ser un perro.

Que rápido que pasó el tiempo, ya un mes de trabajo, primer sueldo al fin. Para que vean todos aquellos que no creyeron en mí, que pensaban que no lo lograría, aprendan y sepan, porque siempre puede haber un ñoqui más en la administración pública.

Primer día

¡Que emoción, es mi primer día! no sé cuántas veces, cuantos amigos o familiares, me escucharon decir esas palabras, y es que en particular me emocionan los primeros días. Empezar con algo nuevo, con la aventura que eso implica, las complicaciones, los encuentros y desencuentros y hasta las decepciones, lo quiero todo. Alguna vez escribí aquí y lo afirmo de nuevo, no me gustan los cambios. Pero a esto no hay que interpretarlo como un cambio, aunque cosas cambian en mi vida diaria, sino como la renovación de mi tiempo, de mis ocupaciones. Con el pasar de los años adquirí sanas costumbres y divertidos pasatiempos que no he abandonado aunque ahora los haga menos. Cuando algo nuevo llega a mi vida y me llena, cumple mis expectativas, me hace crecer, me da alegría, es algo que no se quiere dejar de hacer nunca más. Y el primer día de ese algo es emocionante. El primer encuentro con algo que tal vez me acompañará el resto de mi vida es emocionante, sea trabajo, sea carrera, sea pasatiempo, sea una persona. Le doy la bienvenida a mi vida a esta nueva etapa que espero me gratifique tanto como quiero o más. Con todas las pilas el primer día, como espero estar todo el resto que vendrá.

viernes, 25 de marzo de 2011

XXII - a

Domingo 12 de septiembre
4:30 de la tarde.
The XX sonando en el equipo,
nublado.
Viento fresco entra por la puerta,
por la ventana atrás de mí y el ventiluz al costado.
La avenida y su bullicio,
la casa y su desorden.
No fui a trabajar,
corrijo un capítulo de mi novela interminable.
Puta que lo parió, no puedo evitar escribirlo,
qué lindo día para extrañar.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Esas conversaciones colgadas sobre zombie's

Estaba hablando un día con una querida amiga, días atrás habíamos visto una película muy buena sobre zombie's, y a ella se le dio por teorizar al respecto. Salió con una idea que me pareció fantástica para compartir. Por supuesto como todo hombre respetuoso de la propiedad intelectual (al menos de lo que a las ideas de mis amigos respecta) le pedí permiso para compartirla aquí.

Me dijo algo así como (esto no es transcripción literal, solo quería usar la cursiva):

... y los hombres son como zombie's viste. Están siempre buscando tu carne, morderte, comerte. Y cuando finalmente lo consiguen se van a buscar a otra. Entonces vos queres seguir pero ya no podes porque estas contaminada, ya estas infectada y sos igual que ellos. Ustedes son de lo peor... jajajaja...

Y por qué no, bien podría tener razón. No es importante. Me encanta cuando hacen analogías con zombie's. Amiga sos de lo mejor.

martes, 22 de marzo de 2011

Afianzando buenas relaciones

Qué bueno es cuando conoces a esas personas ideales. Dejando de lado lo malo de idealizar, solo tomemos la palabra ideal como una palabra que define a la persona que tiene los defectos y virtudes justos, para concordar con tus propios defectos y virtudes. Es que somos bichos de costumbres, nos acostumbramos a la gente y sus boludeses, pero eso no quiere decir que las queramos o que sean esa persona ideal. Este caso es distinto, y hasta tengo la suerte de poder dar más de un ejemplo. No se ofendan mis amigos varones porque esta entrada no valla dirigida a ustedes, me detengo a hablar de dos grandes minas en mi vida esta vez. Mis queridas amigas que tanto me conocen, que tanto me han bancado. Vuelco todo el cariño que les tengo de la forma más personal que conozco, con un texto. Es que en poco tiempo lograron en mi ese cariño particular que alguna vez supe dar a otra mujer, pero maximizado, agigantado, distinto, especial, tan especial como es su amistad para mí. Las banco a muerte, les creo todo, las defiendo con cualquiera. Son de otro planeta, son las mejores. La relación que tenemos, distinta entre ambas pero igual de confiada y afectiva, es algo que no había tenido con ninguna amiga nunca y espero dure lo que dura una vida larga y bella. Que si están ustedes en esa vida, no sé si larga, pero seguro va a ser bella.

sábado, 19 de marzo de 2011

sobre Hugos

Este es otro texto a encargo. Lo escribí en la época que hacia el taller de escritura con mi profe Gonzales. El pedido era algo corto, de un párrafo nomas. Hugo, el personaje del texto, es además el nombre de un personaje de un video juego que jugaba en mi infancia. Las características físicas del personaje se ajustan a las que se leen en el texto. Creo que la inspiración puede venir de cualquier parte.

Hugos

Los Hugos son experimentos genéticos sin precedentes. Son el resultado de una idea absurda, fomentada y desarrollada por auténticos idiotas. Idiotas que afirman ser hombres de ciencia y la predican sobre todas las cosas. Pero conspiran y en secreto desarrollan funestas armas. Ellos sonríen al ver los resultados de su ciencia, orgullosos de sus actos y sus consecuencias. Ellos sonríen al ver al primer Hugo salir de la cámara embriogénica. Creen haber creado al soldado perfecto. Un ser desarrollado y astuto, de fuerza sobrehumana, capaz de superar cualquier obstáculo, de vencer a cualquier rival. Los idiotas analizan y corrigen las características de Hugo: un metro ochenta de altura, de tez trigueña, de contextura delgado y rasgos anchos, además de una particular cabellera negra rizada. Los detalles deben ser perfectos, también las aptitudes. Siempre deben corregirse fallas en cada nuevo prototipo. Regresar a la hoja y el papel se hace necesario, es un trabajo arduo. Y al final del día los científicos predicen el futuro: ejércitos de Hugos marchando por calles y avenidas. Aplaudidos por miles de personas desde los edificios y casas. Liberando ciudades, o hasta países, de cruentos dictadores. Logrando la paz en el mundo. Pero la presión aumenta sobre los científicos, los plazos son cortos y el proyecto debe terminarse a tiempo. Se rumorea que Patrick: otro experimento genético sin precedentes, un hombre alto, rubio y de cabello lacio, se encuentra ya en etapa de producción.

lunes, 14 de marzo de 2011

sobre Un lugar en el tiempo

Se me ocurrió un día hace mucho, después de ver una fantástica película que recomiendo “La esposa del viajero en el tiempo” (es su traducción al español). Mi texto bien podría contar un encuentro en un lugar frecuentado por el personaje de esta película.

Un lugar en el tiempo

Él descubre en ese atardecer cálido de otoño, de hojas amarillas al viento y fugaces rayos de sol, de rica brisa húmeda del este, aquel personaje de un futuro distante. Es un viajero de estaciones como décadas, y años y años de trayecto. Él descubre cómo será quién es él, y se entiende visto como el reflejo de un pasado distante. Ambos miran al frente ahora, sentados en el banco a la sombra del árbol del parque del tiempo. Él pregunta entonces – ¿eres? – a lo que él mismo responde – quien alguna vez serás – todas las dudas se aclaran al instante.

Él es un niño ahora, que no ha recorrido los pasajes del tiempo, que sólo conoce el momento en el presente, en este lugar, su lugar ideal. Él está ahí parado a la espera de un anhelo que hace a todo perfecto, que genera en su mente un recuerdo futuro que arraigará siempre, y respira, y siente en el aire que ha llegado el momento, en que cada línea que parte y se curva cruce en su encuentro. De sencilla y delicada inocencia una accidental proeza ocurre como antes, como siempre ocurrirá, y él que es un niño ahora tropieza y golpea la tierra del destino, perdiendo la chance de impresionar, y extravía el regalo de una oportunidad al menos robarle a la suerte, era una flor, no más.

Ella, que antes ignoraba su presencia, le ayuda a levantarse e incita – ¿estás bien?, ¿te conozco de algún lugar? La charla dura lo que dura una vida larga. Ellos regresarán al mismo lugar cuantas veces el tiempo se los permita, él regresará muchas veces más.

Él viejo ve la escena repetida y repetidas veces sonríe, mientras él joven dice – es un tonto – y sonríe cuando escucha de su compañero – soy un tonto – entonces él joven replica – es verdad, seré un tonto – y ambos ríen. Él viejo dice – ya es la hora de irme – y él joven le pregunta – ¿volveré a verte? – él viejo responde al instante – volverás a verlos mucho, y algún día volverás a verte a vos también – entonces se levanta y empieza a caminar, lento al comienzo, como esperando algo más. Él joven pregunta entonces – ¿qué edad tienes? – él viejo sólo ríe sin contestar y esta vez sí se marcha para siempre.

Él niño y ella conversan, saben poco del futuro o del pasado, de cómo se mezclan con su presente, de la proximidad de uno con otro, ínfima, como la distancia que hay hasta los bancos bajo la sombra del árbol del parque del tiempo.

* del libro Ernesto Pérez Pascualino y sus cuentos de ciencia-ficción popular

sábado, 12 de marzo de 2011

Hoy me parece que todos están verborrágicos

Hoy entro a Facebook para distenderme un poco, cargo el peso de una noche de alcohol y de baile, me mareo fácil y el estómago me gruñe enojado, empiezo a tratar de leer los estados de mis contactos y a normalizar mi día. No sé bien si es esta condición seudo-ebria-melancólica la que distorsiona mi lectura, pero encuentro en sus palabras gran inspiración. Parece que eligieron este sábado en particular para expresar poéticamente sus miedos, dudas y amor. Siempre pensé que las redes sociales y el Internet 2.0 (se lee dos punto cero) tenían que servir para algo más que para ver las fotos del pedo que te alzaste anoche. No me mal interpreten, me gusta compartir de todo como a casi todos los que conozco y tengo de contactos, pero en particular me gusta más cuando hay una palabra escrita, que no sea la letra de una canción o una frase popular, sino la piel, carne y huesos hechos prosa, hechos narración. Puede que confunda esto con lo que a mí me genera escribir. Escribo sobre todo y muchas veces esa manía me ayudo a comprender y exteriorizar cuestiones que me apretaban el cuello como un botón de camisa. Creo que no hay nada mejor que escupir lo que uno piensa en algunos renglones de una hoja como se hace desde los comienzos de la historia o en este caso, 2500 años después, en el estado de Facebook. Contactos queridos si esta es su terapia, como lo es para mí, bienvenidos. Concluyo mi declaración con lo que escribí como título "hoy me parece que todos están verborrágicos".

miércoles, 9 de marzo de 2011

Desilusiones

Que esta caminata me purifique. Quiero sudar los restos de un ideal perfecto, que a medio camino se quedó sin futuro. Me subo a mis zapatillas que ya se gastaron por culpa de mis penas, me enchufo los auriculares y una melodía muda me aísla del mundo por el que camino. Los lentes de sol tapan mi melancolía, la ropa oscura me disfraza, me camufla entre la multitud de gente en el centro, en las calles que rebosan de color escapo. Quiero transpirarte, en este sol ardiente de media tarde, toda mi ilusión, mis deseos ocultos y apasionados. Quiero sacarte de mí sistema y que seas otro ente revoloteando a mi alrededor. Que seas otro motivo para no sentirme solo y no el motivo de mi soledad.

Esta es mi terapia, mi manera de afrontar las desilusiones. Cuadras de pensar y pensar, cuadras de razonar y entender. Mi cuerpo se cansa, mi mente se llena y vacía de posibles que ya no son, de imposibles que deseé. Enfrento los fantasmas de un sentimiento latente que deberá ser olvidado. Me hayo vencido bajando la cabeza y mirando al suelo al caminar, pateando piedras que se adelantan para escapar de mí. Luego respiro hondo, y con la frente en alto, encaro la dulce vida que me toco caminar y agradezco que existas en ella.

Y es que estás, no te fuiste. Porque no puedo renunciar a eso que me hizo querer más, no puedo dejarte por que nunca te tuve, no para mí. Me amoldo a las circunstancias porque me creo lo suficientemente maduro para encarar todo lo bueno que tenemos. Y planeo disfrutar los momentos que compartamos juntos, porque de eso se trata todo, de compartir. Sin dudas ni incertidumbres, sin ideas erradas de lo que somos o seremos, solo compartir.

Te agradezco reina por existir. Me permitiste sentir ese afecto especial por alguien una vez más. Generaste en mí lo que alguna vez sentí y tanto me gusto. Tengo el gusto de querer y no tener, de desear, que al fin es vivir. Tengo la alegría de sentirme vivo, aun sin ser correspondido. Solo quedan algunas cuadras por caminar, una vida por vivir, un pensamiento mezclado y enredado, y un lindo texto para redactar al llegar a casa.

lunes, 7 de marzo de 2011

sobre Abandónica

Una idea que vino de la mano de una palabra que me dijo mi amiga Ceci. No sé qué valor literario pueda tener, solo salió así, y aquí está para leerse.

Abandónica

Abandónica de palabras que nunca le gustaron, por usarlas en situaciones feas, como la palabra muerte, o la palabra fea en sí, que ya no usará más y que aquí no se leerá más.

Escapa a las responsabilidades con excusas que usa una vez y abandona. Porque su imaginación rebosa de nuevas excusas que no saca a la luz, porque dejó de imaginar.

Entonces se vale de una lista de ideas que olvida en cualquier lugar, siempre por un motivo diferente olvida, para no abandonar. Es así que tiene en su casa miles de copias que dejó desperdigadas por todas partes, copias de escritos con ideas de cómo abandonar cosas sin repetirse. Es su manera de ser auténtica. Y para no traicionarse partió hace mucho de esa casa a la que nunca volvió. Es así que, sin imaginación, sin excusas y sin hogar, tuvo que abandonar la idea de un futuro normal y comenzó su largo peregrinaje hacia ningún lugar. Por que quien abandona patológicamente nunca se queda demasiado tiempo en cualquier sitio, muy pronto lo deja también. Se mueve entre estaciones de trenes y ómnibus recorriendo el país a diestra y siniestra. Roba ideas de cómo seguir el viaje a turistas incautos y rutinarios viajantes. Fuma cigarrillos por pares cada vez que quiere abandonar su buena salud. Hace tiempo que dejó de decir la verdad, por nada en especial, sólo es parte del proceso. El cigarrillo y el alcohol, las mentiras y el robo, todos vicios que pronto abandonará.

Tan pronto como la suerte la abandone a ella, o ella abandone a la suerte, abrazará a la desgracia. A todos nos pasa que alguna vez abrazamos a la desgracia como si abrazáramos a la dicha. Ella abrazó a la dicha alguna vez, pero el abrazo no duró demasiado, porque, como con todo, pronto la abandonó.

* del libro Ernesto Pérez Pascualino y sus cuentos de ciencia-ficción popular

Cosa de vagabundos

Hablaba y me reía con una amiga sobre los vagabundos en la ciudad de Tucumán. Hablo de los auténticos hombres sin techo, que duermen en los bancos de las plazas y se tapan con papel de gaceta. Esos que hacen de una esquina con balcón su refugio de la lluvia, que atesoran su botella de vino como a su propia vida. No se mal entienda, no quiero burlarme de esta gente y su andar por la vida (ya sea por elección o por suerte). Pensaba en cuan mal acostumbrado nos tiene el cine yanqui comercial, ese de los vagabundos con sobretodo marrón que se paran alrededor de un tacho de 500 litros con fuego adentro, que tienen una armónica y están siempre dispuestos a improvisar un blues. Hacen parecer a nuestros vagabundos como... no se... unos vagos. No hay que confundir lo que vemos en la tele con la realidad, y mucho menos que esa imagen sea la normalidad para nosotros. De todas maneras, y como analogía, me paso una vez de andar por la calle caminando y cruzar un vagabundo que entusiasmado cantaba un tango de Gardel, eso sí, no había tacho de 500 litros.

viernes, 4 de marzo de 2011

sobre La chica de las palomas

Se llama Gaby. Un día, en una conversación, me contó que en cualquier lugar donde se pare en la plaza siempre aparecen palomas. La idea me pareció fantástica y se la pedí para hacer este cuento. Desde el día en que me contó esto empecé a llamarla PALOMA. Le dije "¿te puedo decir PALOMA?" y me contesto "vos decime como quieras, de ahí a que me de vuelta y te conteste". Sos una gran mujercita Paloma y este cuento es tuyo, yo solo me encargo de escribirlo, este cuento te pertenece.

La chica de las palomas

Para Gab

Paloma se sienta en el banco de la plaza del centro con su parvada, esas fieles seguidoras cuan perros jóvenes y hambrientos, que le valieron su apodo y su historia.

Es una joven rara se dice por los alrededores, y ella se lo repite a los pichones que se acercan, que se atreven a robarle una conversación o una sonrisa.

– Soy una joven rara, sólo las palomas conocen mi historia, pero ellas no hablan con nadie.

Paloma puede encontrarse en los lugares más comunes, ella es parte del paisaje de la plaza y el centro, y de las plazas aledañas a su casa. Varios bancos ya son de su propiedad, donados por vecinos que respetan su habitual ocupación. Puede saberse cuando está llegando a su escuela de maestros por el irregular movimiento de las aves de la zona, que zanjan el camino y controlan que no haya ningún peligro.

Los que la conocemos la saludamos y ella también lo hace, se dice que recuerda mejor tu voz que tu rostro, creo que reconoce los buenos corazones por que los escucha latir en cada palabra que le dicen. Es perceptiva e intuitiva, es amable con quienes respetan sus parloteos y sus silencios, y a sus palomas.

Cuentan de un bufón que cruzó una vez su camino, cuentan así una historia inverosímil entre en bufón y la paloma, que el propio bufón cuenta, en las estaciones de ómnibus de todo el país, siempre viajando, siempre huyendo.

Se dice del bufón lo que se sabe al conocerlo, se dice que es un hombre común, un hombre sin chiste. El típico tonto burlista que se mofa de inocentes tranquilos que con nadie se entrometen, el típico perfecto creído, que ve defectos en personas simples pero peculiares, personas que escapan al entendimiento de su mente diminuta. Era el perfecto idiota metiéndose con la mujer equivocada.

– Si te metes con una paloma te metes con todas – decía Paloma el día de la confrontación.

Y es que el bufón, en uno de sus actos transgresores, había osado tocar el nervio más sensible de la paloma. Ya antes la había inferido con burlas y humillaciones, sus payasadas causaron gracia a algunos en algún momento, y hasta la misma Paloma, autocrítica y humilde, confirmaba algunos comportamientos de ella que el bufón exageraba, pero él nunca supo cuando el show debía terminar. Pasó de ser gracioso a tedioso, pasó a ser grosero. Paloma dejó de ser la víctima preferida de sus burlas para ser su única víctima y, aunque ella intentaba esquivarlo, el bufón estaba en todas partes. ¿Qué pasa cuando acorralas a una paloma y esta no puede escapar volando?, ¿te ataca?

El bufón realizó su última pecaminosa broma una tarde de mayo, de un mayo que empezaba a teñir de amarillo sus plazas. La paloma y su parvada revoloteaban cerca de la estatua que estaba en medio de la plaza del centro. El bufón, en su estado de constante delirio, apareció de improvisto desde atrás de uno de los árboles, donde había estado oculto, apareció y llamó la atención de Paloma con un alarido chillón, como un grito de guerra indio, que era una clara señal de problemas. Mostró a Paloma sus hoyas y su onda, la bufonada del día era decirle a la Paloma que haría una sopa con una de ellas. Levantó una piedra del suelo, que no era más que un pedazo de baldosa maltrecho, apuntó azaroso y disparó.

La vida había sido generosa con Paloma durante su corta estadía. Le dio dos padres amorosos, humildes pero de buena condición económica, dos profesionales, que le enseñaron el valor del respeto y la grandeza de la paciencia. Además tuvo la oportunidad de aprender de buenos maestros los hábitos de vivir en una sociedad, de considerar al prójimo. Conoció y se hizo de grandes amistades que durarían una eternidad. Pero siempre fue distinta, siempre existió en ella ese algo particular, que la mantenía apartada del populoso resto de los chicos de su edad y de otras edades también, siempre hubo ese algo singular y único que sólo entendían sus amigas más íntimas, las palomas. Bufones como aquel fueron y vinieron en la vida de Paloma, sin mayor importancia que el recuerdo de un mal trago, ella siempre fue paciente, siempre mantuvo la calma en esas situaciones tan difíciles, pero aquel día la paloma se liberó.

La piedra infame que el bufón disparó golpea a una paloma, y Paloma lo siente. La pequeña ave mal herida en un ala se arrastra insufrible, la mujer ave mal herida en su corazón camina furibunda hacia el bufón.

Gran conmoción hubo entre la muchedumbre del centro. Sabían que algo pasaba cuando el cielo se tiñó de grises y de negros, cuando comenzaron a llover plumas desde lo alto. Sabían o intuían que Paloma estaba relacionada con el fenómeno y corrieron a buscarla. Pero a quien encontraron no era a la paloma que siempre veían en la plaza con las otras palomas. La mujer ave, furibunda, dejaba ver su lado más violento y oscuro, que esa tarde aterró a todos.

– No importa adonde vayas, no importa cuánto corras, siempre podré encontrarte, porque yo, como mis palomas, estoy en todas partes – dijo la paloma, y el bufón, ahora ya sin una sonrisa en sus mejillas, sin ávido de burla, huyó de la estatua en medio de la plaza del centro. Huyó de la parvada de palomas que lo perseguía desde lo alto. Corrió hasta la esquina y vio a Paloma, corrió en dirección contraria varias cuadras pero volvió a encontrarla, cambio de rumbo de nuevo, corrió más rápido. A donde fuera un cúmulo de palomas lo esperaba, y a donde fuera creía ver a Paloma entre ellas. Escapó del barrio y del pueblo. Se dice que escapó hacia otra provincia, que nunca más se detuvo, que cuenta esta historia en las paradas de colectivos de todo el país. Nadie volvería a ver al bufón molestar a la paloma, y nadie volvería a molestarla.

En el barrio le dicen la chica de las palomas, también se dice que es una chica rara, pero nunca se dice en voz alta.

* del libro Ernesto Pérez Pascualino y sus cuentos de ciencia-ficción popular