Cosas pasan los jueves en todas partes. En todos lados los corazones se encuentran un jueves, la lluvia es más dulce ese día, la luna ilumina con más fulgor. Tus labios son más rojos y tus cachetes se sonrojan más al verme un jueves. Cosas pasan en todas partes pero no nos damos cuenta, no hasta que nos suceden un jueves. Y sucede que era jueves cuando Dios invento el mundo, porque el viernes terminaba la semana y bien se sabe que inventar un mundo es tarea por demás cansadora. Entonces las cosas empezaron un jueves. A concerté empecé justo un jueves. Me tome la libertad de tomarme todo el tiempo del mundo, de jueves a jueves, una acumulación de varios jueves, para volver a verte, y te invité un helado y un café y a ver una película y a dormir juntos un jueves, pero no este jueves, el de la semana que viene quizás, así tuviste todo el tiempo del mundo, de nuevo de jueves a jueves, para rechazar mis muchos mensajes entre semana, mis llamados de media noche medio día media siesta, medio déjame dormir ¡che!, para que al fin un jueves te enamores de mí, de qué sé yo, de mi gusto por escribir, mi manía de pintar las paredes con la palabra jueves, mi acento de jueves francés, y salgamos al fin, un jueves, desde la tarde cine comida helado y son las doce, se termina el jueves. Cosas pasaron este jueves, cosas que no van a pasar un viernes ni un sábado ni nunca más que un jueves, y me vas a esperar el tiempo del mundo, de jueves a jueves otra vez, que el colectivo vuelva a la estación y yo vuelva al mundo en que pasan cosas, cuando vuelva a ser jueves.
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