sábado, 12 de febrero de 2011

Camino Solo

Entonces salgo de casa para hacer el camino de siempre, camino que hacía mucho tiempo no transitaba. Salgo de casa para buscarte donde siempre, donde me acostumbre a encontrarte. Son algunas cuadras de recuerdos que debo caminar una vez más después de tanto tiempo, sabiendo que será la última, ¿por qué?

Salgo de casa y ando por la vereda de mi barrio, de mi querida avenida que tantos años me voy ir y venir. Llego hasta la parada donde solía esperar el 7 para ir a la escuela primaria, de eso hace ya tanto tiempo, donde una amiga partía hacia su casa cuando venía a verme los domingos, después de acompañarla a ella iba a verte a vos. La parada es la misma pero el colectivo ahora hace un recorrido distinto, las cosas cambian y nos adaptamos a eso siempre que podemos. Desde el cambio puedo tomar el mismo colectivo en otra esquina, más cerca de mi casa, así que no tengo que recordarte cuando decido viajar en el 7. Es un alivio.

Doblo en la esquina de la parada, aquí a la vuelta vive un buen amigo, ese que saludábamos siempre que veníamos de tu casa. Podría pasar por ahí, ver que está haciendo y quedarme a charlar un rato. Vos no vas a ir a ninguna parte, lo sé, aunque no con certeza. Pero no… mejor no, me da vergüenza. Él me vio en los peores momentos de nuestra separación y no se explica por qué volví a buscarte, como es que tarde tanto en superar lo que pasamos. Mi respuesta siempre es “tiempo al tiempo”. Eso me sobra ahora, camino solo así que puedo ir tan rápido o tan lento como quiera.

Sigue el viaje. Es inevitable recordar algo nuestro cuando transito estas cuadras, que podría decir que detesto, pero estaría mintiendo. No puedo odiarte por que te quise tanto como vos creo que me quisiste a mí. Las cosas se terminan y ya. Es un punto aparte que cuesta escribir a veces pero que debe hacerse. ¿Y por qué detestar estas calles?, que hoy camino para ir a verte, que caminé tantas veces en el pasado y lo seguiré haciendo. Compartimos este barrio y sus calles, eso no podemos evitarlo.

Estoy llegando a la esquina del pool, ese al que nunca fuimos y al que nunca iré. Siempre salude al dueño del lugar, que al parecer siempre está parado en la vereda, y lo saludo no solo por respeto sino por conveniencia también. No son tan lejanas las noches en que volvía caminando de tu casa a las 3 de la mañana. Si he de andar solo a esa hora es bueno hacerse conocer por las personas que habitan las calles tan tarde. Saludo al señor, no paso tanto tiempo, estoy seguro que me recuerda. Él también me saluda.

Siento un aire nostálgico en las dos cuadras que faltan hasta tu casa, el de andar por lugares tan comunes antes, que ahora solo son recuerdos acumulados en mi memoria y disparados por el paisaje. Así al ver el cartel aquel, que dice “trabajos por computadora”, recuerdo venir caminando con vos mientras lo colocaban ahí mismo. Eso no ha cambiado. Recuerdo hacer uno de esos chistes boludos que me salen a veces, y vos reírte y acotar algo gracioso también. Nos divertíamos con tan poco. Yo todavía soy capaz de hacerlo.

Ya estoy en la esquina, solo falta media cuadra. Miro de reojo en dirección a tu casa, por alguna razón quiero verte esperando mi llegada afuera. Es obvio que no vas a estar. Tenés una vida ahora y yo dejé de ser parte de ella hace mucho. Tenés cosas más importantes que hacer que esperar la llegada de un viejo amor, que solo viene por un par de cosas que quedaron en tu casa. Toco el timbre y alguien me atiende, no importa quien, me reconoce y te llama. No vengo a verte, que no se mal entienda. Solo vengo a buscar un papel escrito que te di, unas fotos mías viejas y tal vez otro lindo recuerdo que quedó guardado en mi memoria. Un recuerdo que necesita dispararse con tu presencia, con ver tu rostro de nuevo. O tal vez sea esta casa en este barrio. Olvide muchas cosas que no quería olvidar. Puede que extrañé recorrer este camino hasta tu casa como lo hacía antes, casi todos los días. Puede que extrañé verte salir desde lo lejos y recorrer ese pasillo hasta la puerta. Puede que extrañé verte. Las viejas costumbres son difíciles de olvidar, como las malas mañas. Es solo melancolía.

Está hecho, no hay nada más que hablar. Vuelvo a mi casa pero esta vez tomo una dirección distinta. Un nuevo camino que va a llenarme de nuevos recuerdos felices. Solo miro hacia adelante ahora. No conozco este sendero, puede estar cargado de piedras con qué tropezar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario