martes, 9 de marzo de 2021

Lo que en verdad pasó

El loco Aputú subió al colectivo en la parada de Francisco de Aguirre y Balcarce, le dicen así porque, si te conoce y te ve pasar, comienza a gritarte aputú aputú donde quiera que estés. Los de la línea 5 saben cómo es y lo dejan subir gratis, por lo general se baja en la parada de plaza Urquiza y no jode a nadie. Varias cuadras más tardes subieron un par de amigos cuarentones cancheros que habían tratado antes con el loco Aputú y se divertían diciéndole cosas. Le preguntaban de que equipo era y si era es verdad que era hincha del puto, el loco respondía de la única forma que sabía hacerlo, repitiéndoles aputú aputú mientras se reía. Pasamos por frente de la cancha de Atlético y los cuarentones cancheros comenzaron a incitarlo para que mire, que esa era su cancha, que ahí estaban sus amigos. Le preguntaron a Aputú que iba a hacer si subía un hincha de atlético, que si él de verdad no era hincha del puto lo tenía que fajar, que tenía que prenderle fuego igual que a su cancha. El colectivero era la única autoridad a bordo del coche esa mañana pero no decía nada, no se reía con los cuarentones y el loco, tampoco parecía molestarle lo que pasaba, estaba concentrado en llegar a la siguiente parada. El pobre flaco hincha del deca subió en la esquina de 25 de mayo y España. Al momento de marcar la tarjeta fue fichado por los cuarentones cancheros y el loco Aputú sentados adelante. Ahí está, ahí tenés tu oportunidad, le decían los cuarentones al loco, ahora vas a poder demostrar que no sos hincha del puto. El loco sin perder tiempo tacleo por la espalda al flaco hincha del deca que iba caminando por la mitad del colectivo. Los cancheros miraron al chofer que observaba lo que sucedía desde el espejo retrovisor sin objetar nada. Él era la única autoridad a borde del coche esa mañana y si permitía que algo así suceda no había razón para detenerse. El loco daba golpes rabiosos en la espalda del hincha del deca que no entendía lo que pasaba, a esto se sumaron los cuarentones cancheros que empezaron a patearlo por los costados y en la cabeza, uno de los cuarentones invitó a un par de chicas sentadas en el fondo y a otros pasajeros a ayudar con el linchamiento, en total sumaron 7 los que castigaban al flaco hincha del deca que yacía casi inconsciente. Hay que quemarlo dijo alguien sentado en uno de los asientos de adelante, varios pasajeros alcanzaron algunas botellitas de alcohol en gel que los linchadores volcaron sobre el flaco hincha del deca simulando estar orinando sobre él. Yo les alcancé un encendedor que de pedo tenía en el bolsillo, seguramente mi vieja no iba a poder prender la cocina más tarde en la casa. Finalmente habló el chofer, al ver al flaco ardiendo en llamas, pero solo para pedir que tengan cuidado con los asientos de cuero, que el seguro no cubría esos daños por lo que iba a tener que hacerse cargo la empresa. El calor se hizo agobiante, abrimos algunas ventanas para disipar el humo pero no alcanzaba, las llamas se volvieron incontrolables no solo quemando los asientos de cuero sino dividiendo en dos al vehículo, los de adelante perdimos contacto con la gente que estaba atrás, que trataba de pedir auxilio golpeando las paredes y ventanas del coche. Le pedimos al chofer que paré, pero nos contestó que en esa cuadra no tenía parada y que no iba a cumplir con el horario si empezaba a detenerse a cada rato. Mientras completo estas líneas seguimos varados en un embotellamiento por la Córdoba, entre Virgen de la Merced y Laprida, los autos a los costados nos tocan bocina, la gente en la vereda nos dice que saltemos, les contestamos que no podemos, que la parada es en la siguiente cuadra y que si salimos por la ventana no nos cubre el seguro. Voy a arrojar este cuaderno para que se sepa lo que en verdad pasó, termino de escribir ahora, este es el final.

– Mentira, no dice eso, no puede ser.

– Te juro, es tal cual lo que encontré escrito, sino ¿cómo explicás vos todos los muertos... y la foto?



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