Podemos discernir en la política, este país se presta para eso, seguro podemos. Podemos discernir en la religión también, y prometo aceptar tu misticismo saumérico herbal. Podemos discernir en el futbol, y a cada cual con su mitad más uno. Y podemos discernir en el cine, en autores para leer, en los 50 mejores temas de rock, en soda o redondos, en Marvel o DC, en mascotas para el departamento, en el mejor delivery, en que hacer el sábado a la noche, en Manhattan o Annie Hall, en mate o fernet aunque me cueste, en corriente del psicoanálisis, en el contenido racista de la expresión “negro de mierda”, en las muchas formas de hacer el amor, y puedo aceptar algunos juegos extraños también, en la adopción de un niño filipino, en la salsa blanca o la salsa roja, en que vestido te queda mejor para ir al casamiento, en teorías sobre la construcción de las pirámides de Egipto, en si Aquiles y Patroclo eran pareja, en donde ir de vacaciones, en la necesidad del género en la gramática española, en por qué tu hermano no solo es un estúpido sino un homofóbico también, en rosas o margaritas, en cuál es el mejor caballero dorado, en Ilia o Alfonsín, en blues o jazz, y no te acepto que me vengas con lo regional, con ese folclore tuyo, en la conversión de la materia en energía, en las diferentes lecturas del aura que podamos hacer, en hojaldre o bizcochuelo, en la existencia de uno o más infinitos, en zombies vs vampiros, en fin, puedo aceptar que podemos discernir en un montón de cosas más y etc. Lo que no puedo aceptar, lo que no logro aceptar, es que estemos de acuerdo en seguir juntos.
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