Qué bueno sería volver a épocas más simples, las de la era del fuego. Cuando una lluvia era recibida con alegría, cuando su roció calmaba la sed de la cosecha, y los rayos y los truenos, y el cielo explotando en todas direcciones, eran mensajes de dioses furtivos que hacían reales las historias contadas por los ancianos en la aldea. Ahora la tormenta es solo motivo de apagar todos los aparatos eléctricos de la casa, porque se pueden quemar, y enfrentarte con la cruda realidad de estar desconectado.
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