¿Por qué los romances no son como en las películas? Las estúpidas comedias románticas yanquis nos tienen acostumbrados a esas historias de encuentros casuales fortuitos y de enamoramientos rápidos y duraderos. A quién no le gustaría ser el músico rebelde sin causa o quién no fantaseó con ser el introvertido extraño que cruzas a veces. Los lazos en la vida diaria se crean tan lento que aburrirían a cualquier platea.
Muchas veces no es la chica de al lado de la que estás enamorado desde siempre, que viste crecer, ir y venir, de la mano de algún boludo. No es la novia de tu mejor amigo (y espero que nunca lo sea) o alguna princesa o millonaria actriz queriendo conocer a un hombre simple. Simplemente sos vos querida, como soy yo, simples.
Creo que mi fachada de escritor bohemio no alcanza, no con vos (y hasta ahora con nadie). Este intento de seductor nocturno y salsero no me queda (para nada me queda). Creo que ni el intelectual filósofo auto proclamado logra el objetivo. Es simple, soy simple.
Y es que la vida, tan extravagante como se presenta a veces, es más simple de lo que muchos creen. Es construir un futuro empezando desde la primera escena de nuestra historia hasta el impredecible desenlace. Una vida juntos, una ruptura dolorosa, una amistad de esas que son para siempre. Cualquier cosa puede pasarles a dos personas simples en 2 horas de película. Cuanto podría pasarnos en algunos meses o años de relación, o hasta en algunos días, un septiembre aburridos sin nada mejor que hacer decidimos concretar eso que hacen todos en las comedias románticas, se enamoran.
Quien te dice, puede pasar como en las películas y podemos llegar a tener nuestro amor de primavera.
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