Somos pequeños, soy pequeño. Lo descubro de forma inesperada al cruzarme a los mellizos, o gemelos, hermanos seguro, de dos metros diez, deportistas, brazo espalda pectorales piernas, con más trabajo que este texto. Cruzo a los gigantes en la parada del colectivo, decido irme en taxi, yo sí puedo pagarme el viaje.
Somos peques, con todo y 35 años, viajando en taxi, soñando tocar el bajo como Arnedo, en una banda como Arctic Monkeys, cantando como Sinatra, creando el futurePunkIndie, todo el camino hasta el trabajo. Despierto del mal sueño, la realidad se presenta como música de teclas y coros de impresoras, el día comienza.
Soy mini, mini mini, tan insignificante que estoy afuera de la métrica, no aparezco en el ranking de Forbes, tampoco en el de indigencia, un número en una planilla de una empresa que se dedica a los números y a las planillas, de una sociedad de números y planillas. El sueldo alcanza, los años pasan, el sueldo no alcanza, se hace menos, los años pasan, más trabajo, nos hacemos menos, más pequeños, peques, minis...
– Chueco, ¿qué haces?, te llamaba para invitarte, venite por casa a la tarde, hagamos un Fernet.
– ...
– Lo de siempre, bah nada, qué sé yo, nada que un buen pedo no cure, te espero ¿dale?
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