jueves, 14 de enero de 2016

Tres posibles infinitos

Infinito número 537

La teoría de moebius sobre una cinta plana que unida de cierta manera nos hace recorrer su superficie en forma infinita. Es decir, un infinito de repeticiones, un infinito cíclico de repeticiones, en donde, si el movimiento es constante, jamás nos detendremos, pero sobre el cual nunca avanzaremos realmente, siempre estaremos en constante regreso a un punto de partida el cual sobrepasamos una y otra vez. Sería un posible infinito. Cuantas veces no habremos sentido ese infinito en el quehacer diario y rutinario al que, irremediablemente, nos lleva la vida actual, monótonamente abrumadora, pero que son infinitos que elegimos día a día, son infinitos en los cuales nos encontramos cómodos, volviendo a lo mismo, haciendo siempre lo mismo, estables, simples, en los cuales transitamos con seguridad, siempre.

Infinito número 538

El espacio como infinito, con el movimiento constante que nos empuja en cualquier dirección, es un interminable descubrir de cosas nuevas (planetas nuevos, estrellas nuevas, galaxias nuevas) en formas inimaginables pero que no se repiten, que nos plantean escenarios diferentes cada vez. Suena al ideal que cualquiera querría vivir. La aventura de lo desconocido como el ideal último de cualquier soñador bohemio, eso que nos llama, eso que leemos o vemos en la variedad de las formas artísticas y con lo que soñamos, cuantas veces soñamos con ser aquel viajero intrépido, y aunque sabemos que no sucederá, con todo aquello que perdemos de conocer y descubrir, no renegamos demasiado al respecto.

Infinito número 539

El infinito soñado, el que podría representar dentro nuestro una forma de trascendencia, el infinito ideal, el pacifico, el del descanso eterno. Un infinito que, percibido desde la visión, sea el equivalente a estar rodeado, en cualquiera de los puntos cardinales, por una densa niebla que no permita ver nada, ni a nosotros mismos parados en esa niebla. Si hay movimiento que no lo notemos, porque nada cambie en nuestra visión, porque nada se repite más que la densa niebla uniforme, cubriéndolo todo, y entonces, sin ninguna de las certezas que nos hacen reconocernos, simplemente transitemos por ese estado de calma y ausencia. Sería el momento mismo de la muerte, como pasando por un trance del que no podremos volver nunca, vamos perdiendo la noción de todo y de todas las formas de infinito hasta que el blanco de la niebla termina por ser total. Puede ser la búsqueda de este infinito la razón de los muchos buenos y malos viajes a los que nos préstamos a transitar cada vez consumimos distintas sustancias, será que pretendemos adelantar el tiempo del viaje infinito.

Infinito número 540

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