sábado, 16 de enero de 2016

Sin moverte

Y todo se fue al carajo, como bombas cayendo por todas partes, una lluvia de bombas explotando a tu alrededor, destruyendo la casa, palabras explotando, resonantes, agudas y chillonas palabras que convierten en escombros el sueño feliz, la casa se venía abajo en el ataque y estas ahí, sin moverte, escuchando el alegato detonante, el grito explosivo de reproches y acusaciones, de estruendos y vigas que se rompen, del cielo raso quebrándose en dos, en tres, en las mil partes del desorden que es tu vida ahora, y cayéndose como tajante sentencia de muerte, de abandono y olvido, manto blanco de polvillo, tumba blanca que te atrapa cuando se va, que te detiene entre sus escombros de espacios justos, vacíos y sucios, respirando el polvillo blanco que te asfixia, sin moverte, mientras se aleja, a cada segundo y con cada sentencia castiga tu espalda con escombros de una casa en ruinas, bombardeada con la furia de diez ejércitos como años, de soledad en compañía, de costumbres que te consumen en cenizas de corazón, de altruismo aberrante y esperanza estúpida, palabras disfrazadas de bombas que explotan en tu oído inmóvil, y el eco retumba en toda la casa vacía y la quiebra, y quiebra el silencio, y la desarma, peldaño a peldaño cae sobre tu espalda, la casa pesa como la soledad cuando se aleja, las ruinas en que se convierte la casa, con cada dedo señalando al medio de tu frente sudada, pesan, pesan tanto que respirar cuesta, entender, cuesta más creer que resistir, y saberse inmóvil ahí cuesta más que cargar con todo el peso de una casa bombardeada por palabras, como bombas lloviendo, como gotas de agua explotando, rencores muchos explotando por toda la casa y diez años después, inmóvil ahí mientras se aleja, dejándote la casa y la ruina, y todo, y todo se fue al carajo.

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