domingo, 24 de enero de 2016

Calma

Como hacía mucho no me pasaba, de un tiempo a esta parte, me encontré hace poco en completa calma. Supongo, sin creer en tonterías del destino, que estaba predicho que pasaría. El profeta no fue otro sino yo mismo. Supuse o predije que, al lograr cierto grado de seguridad, cierto nivel de madurez emocional, y fundamentalmente cierto porcentaje de alcohol en la sangre, iba a poder disfrutar de un instante así. El error en la predicción, porque ningún Nostradamus es exacto, puede encontrarse en el lugar. Lo había ideado en la cima de alguna colina o formación montañosa, con cielo despejado, con luna y estrellas, tenía también en mente la inmensidad del océano, la sobrecogedora ausencia de horizonte, solo mar, fácilmente habría imaginado un llano abierto con mucho pasto verde alrededor, bajo un árbol con pava y mate, el más simple de todos. Pero llego de la mano de lo más básico, la juntada. Tres amigos que una noche no tienen nada que hacer, ponen música en un viejo Aiwa y se sientan en la vereda, con la luz apagada, con un canal mugriento al lado de una canchita de fútbol como paisaje, con una luna apenas distinguible detrás de los faroles de luz, viendo pasar por el horizonte los autos de rezagados que están terminando su noche también, y tropiezan con el viejo bache destruye suspensiones, con charlas de filosofía barata, psicología de bolsillo e historia subjetiva, justo en el momento en que soy consciente de que ya no entiendo nada de lo que se dice, en que no distingo nada de lo que veo, en que estoy a punto de apagarme, es que encuentro la completa calma. Todas las preguntas serán respondidas al otro día, o tal vez no, qué importa, me conformaría con la respuesta a la pregunta más importante, ¿cómo mierda volví a casa?

No hay comentarios:

Publicar un comentario