viernes, 27 de noviembre de 2015

Solo un poco solo

Hace unos días me encontré enseñando a disfrutar de la soledad. Parece un poco hipócrita que yo aliente el pasar en soledad a alguien, que le explique de qué manera disfrutar de esos momentos, cuando suelo penarla. Al tirar ideas como poner algo de música, prepararse algún postre rico, ordenar cosas que siempre tenemos desordenadas en algún lugar de la casa, hacerse un mimo de esos que te hacen más lindo ante los demás, la aconsejada en cuestión era una señorita, como un baño de crema o algo de eso de lo que poco sé o cosas por el estilo, me descubrí como un hombre más solitario de lo que me concebía. A pesar de ser bastante social en general, de considerarme una de esas personas que tienen algunas ideas y que por sobre todo tienen ganas de contarlas, a pesar de la militancia y las clases de baile y las reuniones con amigos y demás, a pesar de eso soy un hombre solitario. Y resulta que aquello que solía penar, y aun me tiene acongojado a veces, es parte de quien soy, parte de una inconsciente versión de mi persona que inventé para estar a gusto a pesar de todo aquello que hago y que implica a los demás. Porque está presente en todo momento, cuando nadie se da cuenta o se dan cuenta y me preguntan ¿qué te pasa?, y yo sin mentirles les digo que no me pasa nada, porque no puedo ni sé cómo explicarles que solo estoy siendo yo conmigo mismo, que esto es lo que está detrás del tipo social que hace de todo, y que hasta en momentos como éste, reunido en un bar con amigos, se ve en la necesidad de estar solo con sus ideas, con sus reflexiones y con esa versión de sí mismo que inventó, detrás del celular, escribiendo esta entrada.

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