A lo mejor surge solo de una banalidad, pero le da mucho sentido a la frase y a la situación que atravieso un sábado a la noche, frente a la computadora que tengo en frente a diario, sintiendo ese mismo vacío que me invade a veces, que no se llena con militancia, con profesorado, con escribir (perdiendo completamente el sentido de esta entrada), con escuchar música con ver una película con con con, y muchos con más. Y surge de la banalidad de no tener con quien salir, de no tener a donde ir, de que sea sábado a la noche y este parado frente a esa misma computadora, haciendo lo mismo de siempre, sin nada nuevo, pero además, sin nada viejo tampoco. Y donde están, esos viejos amigos que ayer compartían estas mismas canciones, cuando el mate era una cerveza y el blues no parecía tan triste (en sábados de melancolía no es muy recomendable escuchar a Spinetta), esos locos divertidos que invitaban a vivir la vida una noche de sábado, como si fuera que salir y tomar y bailar significará vivir la vida (me disculpo, esa es la melancolía hablando) y esos encuentros casuales que terminan en noches largas de charla y anécdotas y planes de "nos volveremos a ver para..." y más charla y la noche que dejaba de ser tan larga y bla bla bla, no están, no, ya no están. Tiene sentido, de alguna manera me las arregle para alejar a todos de mi alrededor, no resulta difícil tampoco, solo basta con la porción justa de malas excusas, de caras largas y rápidas huidas para que pronto dejen de invitarte, y más tarde dejen de quererte ahí. Victoria debo haber pensado entonces, la verdad es que no lo recuerdo. Y es que estaba demasiado concentrado en quien quería ser, en a donde quería llegar y hasta el por qué (resulta gracioso pensar que pretendía saber el porqué de algo) y hasta tenía las pautas justas para conseguirlo, y hacia allá voy. Porque el que haya decido ponerme a escribir melancólico, un sábado a la noche, no significa que haya dejado de creer todo lo anterior, para nada (convirtiendo a esta entrada en, tal vez, un simple análisis de daños colaterales), solo significa que hago un "cuenta atrás" y miro todo lo que tuve que dejar para alcanzar lo que alcancé y lo que quiero alcanzar después y así, un cuenta atrás sábado melancólico frente al monitor, pensando, tal vez, en la valides de esa vieja frase (el inevitable cierre) "cosechas lo que siembras".
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