En la pantalla un documental, los testimonios de como una familia común se adaptaba a la convivencia diaria con Rodolfo R. 35294.
– Las cosas son diferentes… incluso la casa no parece la misma, nos ha cambiado para siempre, para mejor.
– No podemos evitar pensar, con Andrés, que a veces llegamos a extrañar las viejas costumbres. Una se hace a los hábitos, buenos o malos, aunque Rodolfo los considere malos la mayoría de las veces. Pero sí, las cosas son distintas.
Era evidente la desesperación en las caras de la pareja. Casi hasta podía entender lo que detrás de sus comentarios se escondía.
– Luisito debe estar en el segundo piso, después pueden pasar a verlo, pregúntenle cómo le va, no creo que Rodolfo tenga problemas con eso, él los invitó a venir ¿no?
– Yo manejo bien lo de no verlo, no soy de esas madres sobreprotectoras que no pueden pasar ni dos semanas sin ver a sus hijos, Rodolfo dice que esto me hace una madre pro. Además sé que es por su propio bien, que hasta ahora solo éramos, con Andrés, una mala influencia para el pobre.
La toma de Romina, la madre, mirando la fotografía del hijo, mirando a la cámara y mandando un beso al pequeño, era sumamente triste, aunque intentase lo contrario.
– Debes en cuando escucho silbar a un vecino, el de al lado, él es inofensivo. Con el tiempo me acostumbré a no verlo, a solo estar en la casa con Romina mirando el noticiero o viejos videos de Luisito.
– Estar en la casa es más seguro, aquí tenemos todo y Rodolfo se encarga de que las cosas funcionen a la perfección. Coincidimos con Andrés en que no es necesario seguir viendo a los vecinos, ni salir a la calle siquiera, con qué sentido lo haríamos.
Escuche alguna vez sobre la rebelión de los silbadores, tal vez el vecino de Andrés, tal vez Andrés. La imagen los mostraba ahora comiendo, luego enfrente de la televisión, más tarde preparándose para dormir.
Al final de todo, al final de los créditos y de una larga pantalla negra, aparecía una leyenda “Te seguimos esperando Luisito”. El video vino de la planta baja, seguramente Rodolfo no se percató de mirarlo hasta el final antes de enviarlo.
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