miércoles, 20 de julio de 2016

Ángel eléctrico

El chirrido metálico eriza la piel de los ocupas al acercarse. Son aleteos finos intermitentes, el rasguito de placas sobre placas de acero. El ángel eléctrico planeando muy próximo a la tierra, encima de sus cabezas, escudriñando entre edificio encuentra sombras de humanidad que extermina al instante. No es parte de su naturaleza juzgar y castigar, obedece una premisa simple, ejecuta un programa concreto.

Amanece en el puerto y el frío mar se hace sentir sobre los pies, la marea alta anuncia la temprana hora. Alistamos a los últimos esqueletos suicidas, la esperanza es un arma noble. Lejos está el sueño inventado por la nación de naciones, al otro lado de la felicidad. Si funciona, y nunca lo hace, serán los primeros, ellos devolverán la voz perdida. Ya solo quedan miles de los muchos miles. Ya no nos quedan valientes.

Son oportunas las explosiones, el centro de la isla irradia un magma mulato, y como las rebeliones, que son un mar de oportunidades, partimos al encuentro del destino. Ellos zarpan y se pierden en la circunferencia, nosotros volvemos al infierno, a deleitarnos con su fuego. El ángel eléctrico aparece como en una profecía, viene a dar fin a su programa. No sabemos nada más de los viajeros, no hasta el momento en que es leída esta historia.

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