Anoche soñé con vos amiga querida, era uno de esos sueños que a la mañana siguiente te aturden, que te dejan pensando todo el día en ese mundo extraño, el de los sueños. Donde se proyectan realidades que me parecen imposibles o improbables. Pero este fue un sueño muy lúcido, muy actual, muy de un presente que nos encuentra a los dos de nuevo charlando de la vida y tomando mates, que nos envuelve en una historia ajena a la nuestra, pero no imposible. Y no confundas al leer esta entrada que estoy reclamando un destino que no es el mío, un destino distinto que vi en un sueño, hace mucho que somos amigos y eso no puede cambiar, porque la vida nos condujo por senderos distintos, y tal vez en el momento en que ambos pudimos ser algo más que mate y charlas, ambos estábamos en otra cosa. Así que escribo esto por la extrañeza del sueño, que sucedía aquí y allá, en los lugares comunes de este Tucumán querido, que tenía como escenas una charla, una visita al médico de tu bebé, una situación que ninguno de los dos aceptaríamos como buena, como correcta. Y es que compartimos querida amiga esa tonta moralidad de la que ando renegando últimamente, y la idea de familia y casa y profesión y ser y todo. Entonces hablábamos de lo que hicimos, creo que fue un beso, no más, de lo que haríamos, como decirle a tu él o a mi ella, de lo que éramos. Y ambos renegábamos por no entender años atrás que todas las búsquedas erradas estaban a un guiño de ojo, a una mueca picara con los labios, a cinco segundos más de abrazo cuando nos despedíamos, después de una tarde de mate y charla. El sueño vino a mostrarme lo que pudo ser, con vos, pregunta que tal vez alguna vez me hice, y quedó a la espera de una buena excusa, verte de nuevo por estos lares, recordar porque siempre te voy a querer, tomar unos mates y charlar, el sueño me hizo pensar si en verdad los sueños, a veces, se hacen realidad.
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