martes, 17 de mayo de 2016

La belicosidad perdida

Los años indudablemente nos cambian. En esencia podemos ser los mismos, o hasta pretender ser los mismos cuando la necesidad de reacción apremia, pero no somos iguales, ni siquiera intentándolo. La famosa sabiduría que te da la edad puede llegar a jugarnos en contra, haciéndonos más sumisos o calculadores ante distintas situaciones, en las que antes hubiéramos actuado bajo frenéticos impulsos propios de una temprana edad en este mundo. Yo por lo general trato de verle el lado bueno a las cosas. Ya no soy tan impulsivo, ya no soy tan belicoso. Con esto quiero decirte que, si pretendes ser profesora y no dar espacio a las opiniones de tus alumnos, tildando algunas de ellas de hasta un completo error, no voy a ser yo quien discuta con vos, ni tampoco voy a mandarte a la re puta madre que te re mil parió, por que aprendí que eso solo me beneficiaria a mí, y nunca me gusto ser egoísta.

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